Bush: Irak se parece a Vietnam. Los shiíes toman una ciudad

En gesto inesperado, George W.Bush admitió que, según señalaba el “New York times”, “hay puntos comunes entre Vietnam e Irak”. Poco después, un general reveló que “Donald Rumsfeld obra directamente inspirado por Dios”.

21 octubre, 2006

Días antes, Karl Rove había vedado toda alusión a Vietnam en conexión con Irak. En lo tocante a las extrañas declaraciones de Peter Pace, infante de marina ítalonorteamericano y jefe –todavía- del estado mayor conjunto, fueron formuladas durante una ceremonia pública, en Miami y en presencia del miembro de gabinete más criticado del momento. “Nuestro secretario de defensa adopta las decisiones que Dios le señala como las mejores para la nación”.

Dos legisladores demócratas pidieron un examen psiquiátrico del militar. Todo eso ocurría mientras, en Irak, la guerrilla shi’í tomaba su primera población , tras quemar comisarias y expulsar policías y soldados del gobierno central. En tanto, las tropas británicas permanecían acantonadas, sin intervenir.

Este tipo de hechos le da más vuelo a la idea de dividir en tres el país mesopotámico, previa evacuación ordenada de tropas ocupantes. Pero la actitud del presidente, aceptando paralelos con Vietnam, es un golpe contra las cada vez menores posibilidades de que –el 7 de noviembre- el oficialismo retenga el control de ambas cámaras.

Mientras octubre se perfilaba como uno de los peores meses en bajas norteamericanas, los propios militares –al menos, los laicos- sostienen que la estrategia adoptada para calmar Bagdad es contraproducente. Entonces, como resulta imposible pacificar Irak en un lapso razonable, se desempolva una idea de George W.H.Bush. En realidad, será casi como volver al esquema provincial otomano imperante hasta 1922.

James Baker, secretario de estado bajo Bush padre, llegó a prever una ocupación de Irak muy distinta al fiasco actual. Tras deponer a Saddam Huséin, se dividiría el territorio en autonomías shi´’í, sunní y kurda, casi reproduciendo los tres “eyalet” vigentes en cinco siglos de régimen turco: Basora, Bagdad, Mosul.

El plan, pensado para que Estados Unidos salve la cara, está en manos de un grupo bipartidario del congreso, encabezado por Baker y pasará a estado público luego de las elecciones. Obviamente, sus promotores creen que los republicanos perderán el control del congreso y los ultraconservadores el del partido.

En esa eventualidad, Bush deberá desplazar a Rumsfeld, a Rove, al jefe de la CIA (Michael Hayden) y al de la agencia nacional de inteligencia, John Negroponte. También puede caer John Bolton, embajador en la ONU. Discretamente, el vicepresidente Richard Cheney pasará a cuarteles de invierno.

Abandonar ya Irak desatará una guerra civil peor que la actual y acabará balcanizando el país, lo cual afectará sus cuatro vecinos principales: Irán, Turquía, Siria y Saudiarabia, estiman Baker, Bush padre y, al parecer, Condoleezza Rice. Lo contrario -permanecer sin plazos- es directamente imposible. Gran Bretaña y los aliados menores terminarán marchándose. EE.UU. ya no podrás sostener tanto esfuerzo militar, financiero y político. Máxime con Afganistán en crecientes problemas”.

En el esquema del panel, un gobierno central en Bagdad –cuyo territorio será común a los tres grupos- manejará política exterior, defensa e hidrocarburos. Por cierto, el senador demócrata Joseph Biden propuso algo similar en 2005. Como recuerda hoy el historiador Arthur Schlesinger, “Bush le debe a Baker el armazón legal –Suprema Corte inclusive- que le permitió obtener la presidencia en 2000, pese al fraude en Florida”.

De acuerdo con algunos medios, el plan ha sido ya consultado en forma reservada con los gobiernos de Tehrán, Damasco, Angora y Riyadh. Mientras el primero sigue interesado en evitar que una guerra civil involucre a los sunníes de habla árabe que habitan Luristán (provincia contigua a Irak), Riyadh desea la seguridad de Koweit. Nadie olvida que, en la invasión iraquí de 1990, ese emirato –títere de los saudíes- fue parte (junto con el-Hasa, al sudeste) de Basora cuando era “eyalet” otomano. Justamente, Saddam usó eso como pretexto hace dieciséis años.

En la situación actual, el Kurdistán iraquí es una región “informalmente” autónoma. Hay un detalle curioso: ya lo era en parte desde 1991, cuando la operación “tormenta del desierto” tendió una zona de exclusión aérea y la sacó del control iraquí.

Días antes, Karl Rove había vedado toda alusión a Vietnam en conexión con Irak. En lo tocante a las extrañas declaraciones de Peter Pace, infante de marina ítalonorteamericano y jefe –todavía- del estado mayor conjunto, fueron formuladas durante una ceremonia pública, en Miami y en presencia del miembro de gabinete más criticado del momento. “Nuestro secretario de defensa adopta las decisiones que Dios le señala como las mejores para la nación”.

Dos legisladores demócratas pidieron un examen psiquiátrico del militar. Todo eso ocurría mientras, en Irak, la guerrilla shi’í tomaba su primera población , tras quemar comisarias y expulsar policías y soldados del gobierno central. En tanto, las tropas británicas permanecían acantonadas, sin intervenir.

Este tipo de hechos le da más vuelo a la idea de dividir en tres el país mesopotámico, previa evacuación ordenada de tropas ocupantes. Pero la actitud del presidente, aceptando paralelos con Vietnam, es un golpe contra las cada vez menores posibilidades de que –el 7 de noviembre- el oficialismo retenga el control de ambas cámaras.

Mientras octubre se perfilaba como uno de los peores meses en bajas norteamericanas, los propios militares –al menos, los laicos- sostienen que la estrategia adoptada para calmar Bagdad es contraproducente. Entonces, como resulta imposible pacificar Irak en un lapso razonable, se desempolva una idea de George W.H.Bush. En realidad, será casi como volver al esquema provincial otomano imperante hasta 1922.

James Baker, secretario de estado bajo Bush padre, llegó a prever una ocupación de Irak muy distinta al fiasco actual. Tras deponer a Saddam Huséin, se dividiría el territorio en autonomías shi´’í, sunní y kurda, casi reproduciendo los tres “eyalet” vigentes en cinco siglos de régimen turco: Basora, Bagdad, Mosul.

El plan, pensado para que Estados Unidos salve la cara, está en manos de un grupo bipartidario del congreso, encabezado por Baker y pasará a estado público luego de las elecciones. Obviamente, sus promotores creen que los republicanos perderán el control del congreso y los ultraconservadores el del partido.

En esa eventualidad, Bush deberá desplazar a Rumsfeld, a Rove, al jefe de la CIA (Michael Hayden) y al de la agencia nacional de inteligencia, John Negroponte. También puede caer John Bolton, embajador en la ONU. Discretamente, el vicepresidente Richard Cheney pasará a cuarteles de invierno.

Abandonar ya Irak desatará una guerra civil peor que la actual y acabará balcanizando el país, lo cual afectará sus cuatro vecinos principales: Irán, Turquía, Siria y Saudiarabia, estiman Baker, Bush padre y, al parecer, Condoleezza Rice. Lo contrario -permanecer sin plazos- es directamente imposible. Gran Bretaña y los aliados menores terminarán marchándose. EE.UU. ya no podrás sostener tanto esfuerzo militar, financiero y político. Máxime con Afganistán en crecientes problemas”.

En el esquema del panel, un gobierno central en Bagdad –cuyo territorio será común a los tres grupos- manejará política exterior, defensa e hidrocarburos. Por cierto, el senador demócrata Joseph Biden propuso algo similar en 2005. Como recuerda hoy el historiador Arthur Schlesinger, “Bush le debe a Baker el armazón legal –Suprema Corte inclusive- que le permitió obtener la presidencia en 2000, pese al fraude en Florida”.

De acuerdo con algunos medios, el plan ha sido ya consultado en forma reservada con los gobiernos de Tehrán, Damasco, Angora y Riyadh. Mientras el primero sigue interesado en evitar que una guerra civil involucre a los sunníes de habla árabe que habitan Luristán (provincia contigua a Irak), Riyadh desea la seguridad de Koweit. Nadie olvida que, en la invasión iraquí de 1990, ese emirato –títere de los saudíes- fue parte (junto con el-Hasa, al sudeste) de Basora cuando era “eyalet” otomano. Justamente, Saddam usó eso como pretexto hace dieciséis años.

En la situación actual, el Kurdistán iraquí es una región “informalmente” autónoma. Hay un detalle curioso: ya lo era en parte desde 1991, cuando la operación “tormenta del desierto” tendió una zona de exclusión aérea y la sacó del control iraquí.

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