lunes, 23 de diciembre de 2024

Novedoso certamen: los crackers atacarán 6.000 sitios

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Este domingo, miles de “crackers” atacarán por lo menos seis mil sitios web en seis horas. Es un certamen global. Vencerá quien logre dañar la mayor cantidad de objetivos, según convocatoria lanzada el martes por www.defacers-challenge.com.

Por supuesto, la llamada permaneció pocas horas en esa dirección, luego bloqueada por diversas instancias reguladoras. Pero, según pudo saberse, hasta el sábado por la noche el concurso será anunciado desde una serie de direcciones que irán cambiando para evitar detección o bloqueo. Hay un premio, además: 500 megabitios de espacio libre para almacenar datos y mensajes de correo electrónico.

Este ataque de “los justicieros de la Red” –así se identifican, por lo menos en Europa occidental- no es el primero, pero sí lo es el método empleado. O sea, un certamen para ver “quién es el chico más malo”, señala William Murray, vocero del FBI, a cuyo juicio “esto es muy, muy grave”. La agencia, junto con sus equivalentes de Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania, Japón y otros países, armaba una “operación antidepredadores”.

La llamada al concurso fue detectado por un área del departamento federal de Seguridad Interna, dedicada a intercambiar información sobre delitos informáticos. Desde la óptica de las autoridades, a ambos lados del Atlántico, el peor riesgo de esta aventura sería congestionar el ciberespacio y, aun sin quererlo, facilitar la acción de grupos terroristas y expertos en delitos financieros por Internet.

“Seguramente, antes de difundir la convocatoria al certamen, sus organizadores habrán hecho un censo de puntos vulnerables alrededor del mundo. Los terroristas u otros tipos de delincuentes sólo tienen que monitorear los agujeros detectados por esos chicos”, teme Murray.

Por las dudas, reparticiones públicas, bancos, firmas de valores y otros tipos de organización se han lanzado a alterar códigos y claves de acceso, rutas y hasta redes (en el caso de entidades financieras). De paso, el mero anuncio del concurso representa excelentes negocios para proveedores de servicios informáticos, antivirus y consultoría en gran escala. Recién el viernes se supo que el sitio inicial del concurso se activó hace seis días y fue bloqueado recién el miércoles, aunque los técnicos creen que otros pueden haberse activado y desactivado en cadena. “Usan la tecnología de los spams y cambian de dirección generadora cada vez que alguien los bloquea”, presume Murray. Hay otro detalle: probablemente no se trate de “hackers”, sino de “crackers”, o sea jóvenes ludópatas “que se divierten rompiendo vidrieras virtuales de puro gusto”. Irónicamente, “cracker” significa galleta, en inglés, y es afín a “cookie” (galletita). En informática, “cookie” es un software capaz de meterse en el sistema de clientes y detectar sus hábitos de consumo, sin que se den cuenta. También se usa en espionaje –industrial y del otro-, terrorismo y demás oficios nada santos.

Por supuesto, la llamada permaneció pocas horas en esa dirección, luego bloqueada por diversas instancias reguladoras. Pero, según pudo saberse, hasta el sábado por la noche el concurso será anunciado desde una serie de direcciones que irán cambiando para evitar detección o bloqueo. Hay un premio, además: 500 megabitios de espacio libre para almacenar datos y mensajes de correo electrónico.

Este ataque de “los justicieros de la Red” –así se identifican, por lo menos en Europa occidental- no es el primero, pero sí lo es el método empleado. O sea, un certamen para ver “quién es el chico más malo”, señala William Murray, vocero del FBI, a cuyo juicio “esto es muy, muy grave”. La agencia, junto con sus equivalentes de Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania, Japón y otros países, armaba una “operación antidepredadores”.

La llamada al concurso fue detectado por un área del departamento federal de Seguridad Interna, dedicada a intercambiar información sobre delitos informáticos. Desde la óptica de las autoridades, a ambos lados del Atlántico, el peor riesgo de esta aventura sería congestionar el ciberespacio y, aun sin quererlo, facilitar la acción de grupos terroristas y expertos en delitos financieros por Internet.

“Seguramente, antes de difundir la convocatoria al certamen, sus organizadores habrán hecho un censo de puntos vulnerables alrededor del mundo. Los terroristas u otros tipos de delincuentes sólo tienen que monitorear los agujeros detectados por esos chicos”, teme Murray.

Por las dudas, reparticiones públicas, bancos, firmas de valores y otros tipos de organización se han lanzado a alterar códigos y claves de acceso, rutas y hasta redes (en el caso de entidades financieras). De paso, el mero anuncio del concurso representa excelentes negocios para proveedores de servicios informáticos, antivirus y consultoría en gran escala. Recién el viernes se supo que el sitio inicial del concurso se activó hace seis días y fue bloqueado recién el miércoles, aunque los técnicos creen que otros pueden haberse activado y desactivado en cadena. “Usan la tecnología de los spams y cambian de dirección generadora cada vez que alguien los bloquea”, presume Murray. Hay otro detalle: probablemente no se trate de “hackers”, sino de “crackers”, o sea jóvenes ludópatas “que se divierten rompiendo vidrieras virtuales de puro gusto”. Irónicamente, “cracker” significa galleta, en inglés, y es afín a “cookie” (galletita). En informática, “cookie” es un software capaz de meterse en el sistema de clientes y detectar sus hábitos de consumo, sin que se den cuenta. También se usa en espionaje –industrial y del otro-, terrorismo y demás oficios nada santos.

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