El presente frenético de las punto com está cargado de incertidumbre, por eso las empresas inteligentes nos llevan de regreso a una época en la que todo parecía más simple.
Por cierto, no lo era, pero la nostalgia seguirá vendiendo dado que los maduros baby boomers buscan aferrarse al pasado y la próxima generación se aparta de la exitosa Generación X.
Algunas cosas simplemente vuelven al pasado en busca de sentido. Por ejemplo, los desarrolladores de Virginia del Norte construyen hoy un ferry rápido que cruza el río Potomac para trasladar personas a su oficina en Washington DC y regresarlas a su casa al atardecer.
Con ventas mundiales por US$ 400 millones, el mercado de las máquinas de escribir aún vive y marcha muy bien. Parece que, para completar etiquetas postales y realizar ciertas actividades comerciales, no hay como la vieja máquina de escribir.
Y en lo que a música se refiere, todavía se escuchan los tocadiscos. Aunque las empresas discográficas ya casi no fabrican vinilos, mucha gente tiene pilas de estos discos y quiere seguir escuchándolos. Los nuevos vinilos producen una calidad de sonido tan buena como la que se escucha en un CD.
Gracias a la mayoría del material que vuelven a fabricar las empresas de productos de consumo, los maduros baby boomers rememoran una época y un lugar más simples.
Sucede que los productos retro también atraen a la próxima generación –la generación del milenio–, la cual incrementa el potencial de ganancias de estos productos de manera exponencial.
John Grace, director ejecutivo de Interbrand, empresa consultora de marcas, ubicada en Nueva York, explicó este fenómeno a Financial Times: “Ha habido mucho temor e incertidumbre con respecto al hecho de vivir en el año 2000, por eso empresas inteligentes percibieron más capital e importancia en los viejos valores que en los nuevos. Una vuelta a lo que la gente conoce y ama”.
Probablemente Grace tenga razón. Además, un sinnúmero de empresas ubicadas a ambos lados del Océano Atlántico parece opinar lo mismo.
En Estados Unidos resurgen conocidos símbolos de marketing como Jolly Green Giant, Mr. Whipple (el simpático vendedor ambulante que, durante más de una década, vendió papel higiénico Charmin), Charlie the Tuna y Colonel Sanders.
Incluso el caballo alado de Mobil emigró por algún tiempo, pero volvió a aparecer cuando Exxon compró la empresa.
En el Reino Unido, buena parte de los avisos televisivos y radiales están ambientados con música de los años ’60 y ’70.
En el resto de Europa, los electrodomésticos adquieren una apariencia decididamente retro, puesto que los fabricantes simpatizan con la década que es sinónimo de los valores de la familia: la década de los ’50.
Nada más reconfortante que los alimentos que nos recuerdan a nuestra infancia despreocupada o, al menos, eso es a lo que apuestan los fabricantes alimenticios.
Aparentemente, la mantequilla de maní y la jalea son el pasaje de regreso a aquella época.
Russell Stover Candies presentó las nuevas mantequillas de maní recubiertas de chocolate y envases de jalea mediante una campaña publicitaria valuada en US$ 16 millones, en la que se utilizó el eslogan: “¿Acaso no desearía volver a ser un niño?”
Procter & Gamble cuenta con una nueva línea de mantequilla de maní de la marca Jif que contiene una mezcla de fruta y chocolate. El nuevo producto apareció en gráficas que mostraban a papá comiendo el producto que mamá había traído a casa para los chicos.
Un restaurante de la ciudad de Nueva York llamado Peanut Butter tiene un menú limitado: únicamente sandwiches de mantequilla de maní.
Las golosinas fueron y seguirán siendo otro verdadero aliciente. Al menos, una start-up con sede en la Web espera sacar provecho del inmenso deseo de los adultos por volver a sentir el sabor del pasado. Hometown Favorite nació porque una mujer no pudo encontrar pasas cubiertas de caramelo.
Hoy en día, esa mujer se enorgullece de una compañía de venta por correo que cuenta con 400 exquisiteces difíciles de encontrar, incluyendo productos como Sugar Daddies, Necco Wafers, Slo Pokes y Clark Bars.
Los fabricantes de calzado han vuelto a ingresar al mercado zapatillas de nylon y gamuza; la producción no satisface la gran demanda. Se pagan fortunas por los automóviles de los años ’50 y ’60.
La fotografía en blanco y negro está de última moda; las películas en blanco y negro representan una alternativa para que los productores de cine sobresalgan y adquieran notoriedad. La resurrección del pasado es un camino para alcanzar mayores beneficios, y no se vislumbra un final.
El retro es mucho más que una moda: es una forma de sentir que se controla un mundo incontrolable. Toda clase de fabricante saca provecho de la necesidad de los consumidores de sentirse conectados. Esa necesidad aumentará cuando se acelere el cambio tecnológico.
El presente frenético de las punto com está cargado de incertidumbre, por eso las empresas inteligentes nos llevan de regreso a una época en la que todo parecía más simple.
Por cierto, no lo era, pero la nostalgia seguirá vendiendo dado que los maduros baby boomers buscan aferrarse al pasado y la próxima generación se aparta de la exitosa Generación X.
Algunas cosas simplemente vuelven al pasado en busca de sentido. Por ejemplo, los desarrolladores de Virginia del Norte construyen hoy un ferry rápido que cruza el río Potomac para trasladar personas a su oficina en Washington DC y regresarlas a su casa al atardecer.
Con ventas mundiales por US$ 400 millones, el mercado de las máquinas de escribir aún vive y marcha muy bien. Parece que, para completar etiquetas postales y realizar ciertas actividades comerciales, no hay como la vieja máquina de escribir.
Y en lo que a música se refiere, todavía se escuchan los tocadiscos. Aunque las empresas discográficas ya casi no fabrican vinilos, mucha gente tiene pilas de estos discos y quiere seguir escuchándolos. Los nuevos vinilos producen una calidad de sonido tan buena como la que se escucha en un CD.
Gracias a la mayoría del material que vuelven a fabricar las empresas de productos de consumo, los maduros baby boomers rememoran una época y un lugar más simples.
Sucede que los productos retro también atraen a la próxima generación –la generación del milenio–, la cual incrementa el potencial de ganancias de estos productos de manera exponencial.
John Grace, director ejecutivo de Interbrand, empresa consultora de marcas, ubicada en Nueva York, explicó este fenómeno a Financial Times: “Ha habido mucho temor e incertidumbre con respecto al hecho de vivir en el año 2000, por eso empresas inteligentes percibieron más capital e importancia en los viejos valores que en los nuevos. Una vuelta a lo que la gente conoce y ama”.
Probablemente Grace tenga razón. Además, un sinnúmero de empresas ubicadas a ambos lados del Océano Atlántico parece opinar lo mismo.
En Estados Unidos resurgen conocidos símbolos de marketing como Jolly Green Giant, Mr. Whipple (el simpático vendedor ambulante que, durante más de una década, vendió papel higiénico Charmin), Charlie the Tuna y Colonel Sanders.
Incluso el caballo alado de Mobil emigró por algún tiempo, pero volvió a aparecer cuando Exxon compró la empresa.
En el Reino Unido, buena parte de los avisos televisivos y radiales están ambientados con música de los años ’60 y ’70.
En el resto de Europa, los electrodomésticos adquieren una apariencia decididamente retro, puesto que los fabricantes simpatizan con la década que es sinónimo de los valores de la familia: la década de los ’50.
Nada más reconfortante que los alimentos que nos recuerdan a nuestra infancia despreocupada o, al menos, eso es a lo que apuestan los fabricantes alimenticios.
Aparentemente, la mantequilla de maní y la jalea son el pasaje de regreso a aquella época.
Russell Stover Candies presentó las nuevas mantequillas de maní recubiertas de chocolate y envases de jalea mediante una campaña publicitaria valuada en US$ 16 millones, en la que se utilizó el eslogan: “¿Acaso no desearía volver a ser un niño?”
Procter & Gamble cuenta con una nueva línea de mantequilla de maní de la marca Jif que contiene una mezcla de fruta y chocolate. El nuevo producto apareció en gráficas que mostraban a papá comiendo el producto que mamá había traído a casa para los chicos.
Un restaurante de la ciudad de Nueva York llamado Peanut Butter tiene un menú limitado: únicamente sandwiches de mantequilla de maní.
Las golosinas fueron y seguirán siendo otro verdadero aliciente. Al menos, una start-up con sede en la Web espera sacar provecho del inmenso deseo de los adultos por volver a sentir el sabor del pasado. Hometown Favorite nació porque una mujer no pudo encontrar pasas cubiertas de caramelo.
Hoy en día, esa mujer se enorgullece de una compañía de venta por correo que cuenta con 400 exquisiteces difíciles de encontrar, incluyendo productos como Sugar Daddies, Necco Wafers, Slo Pokes y Clark Bars.
Los fabricantes de calzado han vuelto a ingresar al mercado zapatillas de nylon y gamuza; la producción no satisface la gran demanda. Se pagan fortunas por los automóviles de los años ’50 y ’60.
La fotografía en blanco y negro está de última moda; las películas en blanco y negro representan una alternativa para que los productores de cine sobresalgan y adquieran notoriedad. La resurrección del pasado es un camino para alcanzar mayores beneficios, y no se vislumbra un final.
El retro es mucho más que una moda: es una forma de sentir que se controla un mundo incontrolable. Toda clase de fabricante saca provecho de la necesidad de los consumidores de sentirse conectados. Esa necesidad aumentará cuando se acelere el cambio tecnológico.