jueves, 5 de diciembre de 2024

Navidad blanca en Singapur

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El merchandising navideño en el país inundó las calles y los comercios y no estuvo precisamente pensado para 15% de población cristiana.

Singapur tiene una población cuya afiliación religiosa es diversa: 29,3% de sus habitantes está formado por adeptos al taoísmo, 26,7% por budistas, 16,3% por musulmanes, 15% por cristianos; luego tiene 13,2% de ateos y 3,6% de hindúes.

Sin embargo la navidad se impuso más por motivos festivos y comerciales que religiosos. Bajo un clima netamente tropical, la nieve navideña cayó todas las noches frente a centros comerciales y hoteles decorados fastuosamente.

A menos de 140 kilómetros del ecuador, Singapur estuvo adornado desde noviembre con una decoración navideña que –según sus habitantes– son las mejores que recuerdan. Hubo, por ejemplo, un abeto llevado especialmente de California que fue emplazado en uno de los parques del Estado. Tenía la altura de un edificio de siete plantas y a sus pies hubo todas las noches representaciones de música y espectáculos alusivos.

La parafernalia navideña fue muy original. Un chalet de estilo suizo coronado por enorme cartel que deseaba “Feliz Navidad y 2001” ofrecía un paseo entre nieve y nubes de algodón.

La Navidad blanca ofrecía también la posibilidad de sacarse fotos esquiando por lo que parece ser una gigantesca pendiente mientras una avalancha de nieve cae detrás de los esquiadores.

El centro de la ciudad fue desde noviembre un cinturón invernal con gigantescas y lujosas decoraciones blancas iluminadas por 50.000 foquitos azul y plata que desde la caída de la tarde parpadeaban sin cesar y atraían a miles de personas.

Diseñadores occidentales, como el francés Louis Clair, fueron contratados por el sector privado y la Oficina de Turismo para construir muñecos de nieve, chalets alpinos, hadas o arcos de triunfo de hasta seis toneladas de metal y plástico, y lograr la iluminación más exquisita. Parecería que el lema que los motivaba era “cuanto más grande, mejor”.

Aunque la Oficina de Turismo le pidió esta vez “algo diferente y mucho más sofisticado”, el diseñador no estuvo contento con la exigencia de baja intensidad para las luces a fin no distraer a los conductores.

Las autoridades quisieron una Navidad diferente y anunciaron que estudiarían la distribución de un bono navideño entre los funcionarios de Singapur, donde no existen pagos complementarios (como el aguinaldo en la Argentina), debido a que el crecimiento anual previsto es de 9,5%.

Apenas poco más de un mes después de desmontar los adornos navideños, comenzaron a instalarse otros para la celebración del Año Nuevo Chino.

La etnia mayoritaria de Singapur es china, y las autoridades han anunciado que para 2001, que será el Año de la Serpiente, acuñará monedas especiales en oro, plata y níquel.

Singapur tiene una población cuya afiliación religiosa es diversa: 29,3% de sus habitantes está formado por adeptos al taoísmo, 26,7% por budistas, 16,3% por musulmanes, 15% por cristianos; luego tiene 13,2% de ateos y 3,6% de hindúes.

Sin embargo la navidad se impuso más por motivos festivos y comerciales que religiosos. Bajo un clima netamente tropical, la nieve navideña cayó todas las noches frente a centros comerciales y hoteles decorados fastuosamente.

A menos de 140 kilómetros del ecuador, Singapur estuvo adornado desde noviembre con una decoración navideña que –según sus habitantes– son las mejores que recuerdan. Hubo, por ejemplo, un abeto llevado especialmente de California que fue emplazado en uno de los parques del Estado. Tenía la altura de un edificio de siete plantas y a sus pies hubo todas las noches representaciones de música y espectáculos alusivos.

La parafernalia navideña fue muy original. Un chalet de estilo suizo coronado por enorme cartel que deseaba “Feliz Navidad y 2001” ofrecía un paseo entre nieve y nubes de algodón.

La Navidad blanca ofrecía también la posibilidad de sacarse fotos esquiando por lo que parece ser una gigantesca pendiente mientras una avalancha de nieve cae detrás de los esquiadores.

El centro de la ciudad fue desde noviembre un cinturón invernal con gigantescas y lujosas decoraciones blancas iluminadas por 50.000 foquitos azul y plata que desde la caída de la tarde parpadeaban sin cesar y atraían a miles de personas.

Diseñadores occidentales, como el francés Louis Clair, fueron contratados por el sector privado y la Oficina de Turismo para construir muñecos de nieve, chalets alpinos, hadas o arcos de triunfo de hasta seis toneladas de metal y plástico, y lograr la iluminación más exquisita. Parecería que el lema que los motivaba era “cuanto más grande, mejor”.

Aunque la Oficina de Turismo le pidió esta vez “algo diferente y mucho más sofisticado”, el diseñador no estuvo contento con la exigencia de baja intensidad para las luces a fin no distraer a los conductores.

Las autoridades quisieron una Navidad diferente y anunciaron que estudiarían la distribución de un bono navideño entre los funcionarios de Singapur, donde no existen pagos complementarios (como el aguinaldo en la Argentina), debido a que el crecimiento anual previsto es de 9,5%.

Apenas poco más de un mes después de desmontar los adornos navideños, comenzaron a instalarse otros para la celebración del Año Nuevo Chino.

La etnia mayoritaria de Singapur es china, y las autoridades han anunciado que para 2001, que será el Año de la Serpiente, acuñará monedas especiales en oro, plata y níquel.

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