viernes, 27 de diciembre de 2024

Subsidios agrícolas de la UE van a los nobles ingleses

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Según una entidad de beneficencia, desde Carlos de Gales al duque de Malborough, gran parte de los subsidios agrícolas europeos a Gran Bretaña quedan en manos aristocráticas. Empezando por los Windsor.

A la detestable política agrícola común (PAC) sólo la faltaba esta revelación. Los subsidios dispuestos por Bruselas no terminan, en el caso británico, en las explotaciones rurales, sino en fastuosos palacios y castillos de la nobleza local, profundamente antieuropea. Así, el furioso “lobby” de los vitivinicultores franceses, los tamberos daneses y los verduleros italianos acaba financiando los gastos del castillo de Windsor (alrededor de US$ 1.500.000 anuales), su rival de Blenheim (Marlborough, o sea el clan Churchill, unos US$ 960,000 cada año) y demás residencias.

Oxfam, conodida entidad de beneficiencia con alcances mundiales, ha sacado una detallada lista de aristócratas que reciben subsidios posando como producxtores rurales. No hay conde, duque o príncipe que no perciba un óbolo anual de la Comisión Europea… para mantener sus lujos anacrónicos.

Encabeza la nómina, claro, Isabel I, seguida por el príncipe consorte (Felipe de Edimburgo), el heredero que ya no será -Carlos de Gales- y una docena de parientes cercanos. Pero el asunto no termina en Oxfam, pues está ya en vigencia la nueva ley sobre libertad de información, que abre al público archivos hasta ahora secretos. Ni la influyente Country land & Business association pudo postergarla.

Los señeros ejemplos de la familia Windsor desvelan a otras coronas, cuyos nobles también reciben subsidios como si fueran chacareros. Volviendo a Gran Bretaña, sólo una mínima fracción de los cuatro millones de euros entregados anualmente por Bruselas al sector agrícola pasa el filtro de la codicia cuyo emblema es el Debrett’s.

A la detestable política agrícola común (PAC) sólo la faltaba esta revelación. Los subsidios dispuestos por Bruselas no terminan, en el caso británico, en las explotaciones rurales, sino en fastuosos palacios y castillos de la nobleza local, profundamente antieuropea. Así, el furioso “lobby” de los vitivinicultores franceses, los tamberos daneses y los verduleros italianos acaba financiando los gastos del castillo de Windsor (alrededor de US$ 1.500.000 anuales), su rival de Blenheim (Marlborough, o sea el clan Churchill, unos US$ 960,000 cada año) y demás residencias.

Oxfam, conodida entidad de beneficiencia con alcances mundiales, ha sacado una detallada lista de aristócratas que reciben subsidios posando como producxtores rurales. No hay conde, duque o príncipe que no perciba un óbolo anual de la Comisión Europea… para mantener sus lujos anacrónicos.

Encabeza la nómina, claro, Isabel I, seguida por el príncipe consorte (Felipe de Edimburgo), el heredero que ya no será -Carlos de Gales- y una docena de parientes cercanos. Pero el asunto no termina en Oxfam, pues está ya en vigencia la nueva ley sobre libertad de información, que abre al público archivos hasta ahora secretos. Ni la influyente Country land & Business association pudo postergarla.

Los señeros ejemplos de la familia Windsor desvelan a otras coronas, cuyos nobles también reciben subsidios como si fueran chacareros. Volviendo a Gran Bretaña, sólo una mínima fracción de los cuatro millones de euros entregados anualmente por Bruselas al sector agrícola pasa el filtro de la codicia cuyo emblema es el Debrett’s.

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