Aerolíneas norteamericanas: lo único gratis serán esas bolsitas…

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En lo toca al negocio aerocomercial en Estados Unidos y su marketing, el pasajero es un vero explotado. Cuando se trata de cobrarle lo que antes era gratis, el cielo fija los límite y sólo se salvan las bolsitas para emergencias.

En pocos y breves meses, las compa&ntilde;&iacute;as han descubierto &ndash;para su felicidad- que el p&uacute;blico esta dispuesto a pagar por casi todo lo que sol&iacute;a ser gratis. Desde registro de equipaje hasta gaseosas, almohadas y frazaditas. Pocos se quejan. Por ende, las empresas no dejar&aacute;n de sacarle dinero. <br />
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<p>De United Airlines a JetBlue, de Delta a US Airways (calificada por &ldquo;<em>Time</em>&rdquo; como la l&iacute;nea m&aacute;s taca&ntilde;a), los equipos de marketing inventan o reinventan m&eacute;todos para esquilmar al pasajero. Las oportunidades son inagotables. United, por ejemplo planea ahorrarse hasta un mill&oacute;n anual con un nuevo men&uacute; de cargos, caso a medida de un p&uacute;blico por dem&aacute;s tolerante.</p>
<p>Ninguna pide disculpas y s&oacute;lo atinan a endilgar estos abusos al precio de los combustibles refinados, que a mediados de a&ntilde;o rozaba US$ 1,07 el litro. &ldquo;Las compa&ntilde;&iacute;as necesitan formas de compensar costos adicionales del servicio&rdquo;, sostiene Edward Bastian, presidente de Delta Air Lines (le llama &ldquo;producto&rdquo; a su negocio).</p>
<p>Con el pretexto de la aeronafta cara, las empresas forzaron aumentos de pasajes y una serie de extras que sol&iacute;an ser bloqueadas por las autoridades reguladoras. Tambi&eacute;n est&aacute;n neutralizando sitios que los pasajeros usaban para ubicar las tarifas m&aacute;s baratas, v&iacute;a un truco f&aacute;cil: casi todas las nuevas tarifas se aplican a clase turista y vuelos dentro del territorio norteamericano.</p>
<p>Resulta incre&iacute;ble, pero muchos pasajeros aceptan la explicaci&oacute;n &oacute;mnibus de las compa&ntilde;&iacute;as: los usuarios (mutados en &ldquo;consumidores&rdquo;) deben compartir con las aerol&iacute;neas los mayores costos. Algunos analistas relacionan esta ausencia de objeciones a un s&iacute;ndrome generalizado en la clase media: habituada a pagar m&aacute;s por casi todo en la vida cotidiana, ha perdido capacidad de reacci&oacute;n. Hoy, pues, el marketing aerocomercial ha convertido los cargos extras en una forma de arte.</p>
<p>Existe otro factor de ablandamiento: la obsesi&oacute;n por la seguridad. Tras los ataques en septiembre de 2001, un creciente n&uacute;mero de medidas restrictivas en naves y aeropuertos le plantean un calvario al viajero potencial. Envuelto en la verba de George W. Bush y sus funcionarios, que siguen esperando el pr&oacute;ximo atentado de <em>Al-Qa&rsquo;eda</em> en EE.UU., el p&uacute;blico debe aguantarlo todo en nombre de la patria y pagarles a las aerol&iacute;neas.</p>

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