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Los clientes del negocio publicitario (o sea, los anunciantes) están haciendo reclamos insólitos a las agencias. O piden que les cobren lo impensable, o les piden que tomen decisiones reñidas con la ética, o no pagan hasta que no se los emplaza, o muestran impaciencia y falta de respeto. La enumeración sigue. <br />
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Su interpretación personal es que todas esas cosas desagradables – que no mostraban en otros tiempos – son síntoma de menos ingresos, menos ventas, menos participación en el mercado y un sentimiento generalizado de miedo. <br />
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Si sólo supieran, comenta Brownstein, que esa mala conducta afecta el resultado mismo de lo que buscan. Las agencias que son tratadas con respeto dan más de lo que toman. Les gustan las líneas abiertas y honestas de comunicación y las asociaciones profesionales con sus clientes redundan en un mejor trabajo. <br />
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Los anunciantes lo saben, pero cuando las papas queman, las mejores prácticas salen por la ventana y cada uno corre a salvarse. Eso lleva, a su vez, a la mentalidad de corto plazo, mal humor y frustración. Mal negocio para agencias y anunciantes. <br />
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La crisis saca lo peor de la gente
Duros tiempos económicos tienden a sacar a relucir el lado oscuro de profesionales perfectamente civilizados. Comenta Marc Brownstein en AdAge que observa, en estos días, una especie de transformación en la personalidad de mucha gente.