<p> <em>Por Andrés Mombrú (*)</em></p>
<p><img src="http://204.10.37.162/~mercadot/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1084_28_1.jpg" alt="" /></p>
<p>La telefonía celular es uno de esos desarrollos que ocasiona no pocas polémicas y malestares en aquellos que la ven como un producto innecesario; generador de conductas perturbadas, de prácticas consumistas y de estupidización generalizada. <br />
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¿Qué ventajas y desventajas trae la expansión incontenible de las comunicaciones? La telefonía celular se inscribe en un desarrollo de tecnologías convergentes que apuntan a unificar todos los medios electrónicos de comunicación y producción. Cada día se integran y suman nuevas funciones y desarticulan hábitos y prácticas que se ven asaltados por situaciones a las que no se sabe dar respuesta. <br />
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El uso de la telefonía celular forma parte de la vida cotidiana de la gente, independientemente de su condición económica, social, cultural, de género o edad, y su crecimiento y rápida asimilación radica en varios y diferentes aspectos. <br />
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Por un lado, los requerimientos laborales, sociales, familiares demandan una accesibilidad constante y resultan indispensables para el ejercicio de ciertas actividades y profesiones por la propia dinámica que ellas han adquirido por sí mismas y por la posibilidad de tener a mano esas tecnologías. <br />
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Otro elemento fundamental es que los grupos humanos cada vez más grandes y concentrados generan en los individuos un profundo sentimiento de soledad y aislamiento. La mayor parte del tiempo de la vida de la gente se encuentra lejos de los ámbitos propios, de los vínculos afectivos más profundos, de los lugares y los tiempos de producción y de encuentros que se sienten como más genuinos. <br />
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La diáspora no es sólo un fenómeno de la migración, es también el resultado de las formas de vida en las grandes ciudades. Ese pequeño aparato genera la ilusión del Aleph borgiano, el centro de un universo que nos pone en contacto con todos los lugares y los tiempos, pero de alguna manera es también el cumplimiento de esa fantasía. <br />
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El espacio y el tiempo virtual no son un fantasma sino una nueva dimensión del espacio y el tiempo real, son creadores de una nueva realidad que no elimina la “real realidad” sino que la transforma. <br />
Nos fascinábamos cuando en la serie –de los años 60– <em>Viaje a las estrellas</em> el capitán Kirk o el señor Spock sacaban de sus bolsillos y desplegaban sus aparatos de comunicación: “Suben dos Scotty” y nuestros héroes se desmaterializaban y se rematerializaban en la cubierta del “Enterprise” comunicados por aquella tecnología imaginada para el año 2300. Pero, poco más de 30 años después aparatos similares se instalaban en nuestros bolsillos, en las mochilas de nuestros hijos. <br />
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Si de algún modo la ciencia ficción anuncia un posible porvenir, los celulares desaparecerán en no mucho tiempo. Serán sustituidos por otros aparatos, con el tamaño de un pequeño audífono y realizando sus funciones en respuesta a nuestra voz o nuestros gestos, o injertados como si fueran un<em> “piercing” </em>en conexión con nuestra corteza cerebral, o de modos hoy inimaginables. <br />
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Se proyectarán según nuevas demandas, de origen genuino, o impuestas como conductas enajenadas. Responderán a impulsos instintivos arcaicos, o a nuevas condiciones de seres en constante evolución. <br />
Y será inevitable que formen parte de la vida de quienes encuentren en ellos la posibilidad del despliegue de los inagotables torrentes de la imaginación, la creatividad, el pensamiento, la reflexión, como herramienta que permite nuevos modos de compromiso con la vida y también de los que, con miras mezquinas, sólo vean la oportunidad para el lucro, la manipulación, el oportunismo, la ventaja personal a costa del interés colectivo. <br />
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Las tecnologías no son neutras y por ello es preciso pensar en la dimensión ética de sus productos y de sus usos. M</p>
<p>(*) Andrés Mombrú es licenciado en Filosofía; master en Comunicaciones; profesor en la UBA y en la Universidad de Palermo.</p>
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<p><font color="#000000"><strong>La ubicuidad al poder</strong></font></p>
<p>Por Diego Otero (*)</p>
<p><img src="http://204.10.37.162/~mercadot/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1084_28_2.jpg" alt="" /></p>
<p>¿Qué es la ubicuidad? Siempre fue la omnipresencia, pero hoy además es la obtención de la información adecuada dónde y cuándo la necesitemos; lo que representa el estadio evolutivo de la ubicuidad (acceso a la información desde cualquier lugar). Este concepto, que sobrepasa la accesibilidad a la información, apunta definitivamente a la obtención inteligente de datos de acuerdo a nuestra necesidad y ubicación.<br />
Esto involucra otro concepto: la inteligencia artificial, que tiene un componente personal: es capaz de combinar mapas de una ciudad, con determinados servicios, y a su vez, con la geolocalización de otros usuarios con sus datos más personales.<br />
Así, si estoy en Palermo y quiero comer comida mexicana puedo saber de inmediato qué restaurantes de esa especialidad están en la zona, su carta, precios y hasta opiniones de quienes hayan ido al lugar. Esto es un claro ejemplo de ubicuidad, información pertinente de acuerdo a mi ubicación y necesidad.<br />
Esto no es todo ya que existen experiencias europeas ligadas a los servicios públicos. Así, uno al llegar a una parada de colectivos puede ver un reloj con la cuenta regresiva para el arribo de la próxima unidad (la cual tiene instalada GPS), lo mismo sucede con los trenes, a lo que se le agrega la estimación de la duración de nuestro viaje.<br />
Ya existen también los códigos QR<em> (Quick Response)</em> que es un sistema para almacenar información en una matriz de puntos, similar a como funcionan los códigos de barras pero aplicado a dos dimensiones. <br />
Imaginemos que estamos delante de un cartel con publicidad de ropa: apuntando nuestro celular podríamos descargar las opciones de la prenda, los talles disponibles, los colores y hasta si lo deseamos, comprarlo, cargándose el costo a nuestra factura telefónica.<br />
Estos códigos también permiten que las marcas ofrezcan acceso a áreas restringidas de una página <em>web</em> con contenido exclusivo. Las posibilidades son inmensas. Pero claro, eso no depende de nosotros los consumidores.</p>
<p>(*) Diego Otero es <em>Visioning Manager </em>de Qoom.</p>
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<p><font color="#000000"><strong>“Movete, chiquita, movete…”</strong></font></p>
<p>Por Horacio Castelli (*)</p>
<p><img src="http://204.10.37.162/~mercadot/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1084_28_3.jpg" alt="" /><br />
Foto: Gabriel Reig</p>
<p>El <em>mobile world</em>, impacta en los negocios y en lo personal, como aquélla canción de “Los Náufragos” en los 70… “movete que estoy hecho un demonio y no puedo parar…”. Los pulgares, a ritmo enloquecido y con los<em> “touch screen”</em>, los dedos, dirigen una fascinante orquesta de funciones y servicios. <br />
Ayer, nomás, la calificada publicación <em>Wired</em> anunciaba que los terminales móviles y la <em>Wi-Max</em> revolucionarían los hábitos, la información y los trabajos. Hoy, ya estamos haciendo “cola” para un iPhone II GS. Los <em>smart phones</em> con <em>bluetooth</em> y <em>touch screen</em>, nos proponen la nueva radio, la música, los videos, las grabaciones, las fotos y casi toda la conectividad necesaria. <br />
Pagás, comprás pasajes o lo que quieras, hacés bancos, bajás TV y encima, por las dudas, ¡GPS! Estamos casi hablando de 4 G, puertos USB 2.0 con archivos para films y DVD… Y ayer nomás, nos sorprendíamos del chip con <em>pin</em> y <em>puk</em>… El <em>mobile world</em>, realmente está hecho un demonio y no tiene signos de parar en su velocidad de innovación y prestaciones. <br />
Mirándolo desde el marketing, ¿te imaginás cuando los adolescentes “nativos” de todo este mundo en movimiento, dirijan, busquen productos, compren y aspiren gratificaciones? <br />
Si ya cuesta “desprenderlos” de sus “compus”, ¿cómo habrá que sorprenderlos para que te tengan en cuenta? ¡Ay, marcas! ¡qué mundo les espera! Nos espera, ¿no? Cuando cada cual, en cualquier momento y lugar, “viva” su “juego o serie”, <em>chatee</em> con su amiga o esté “hasta las manos, resolviendo un laburo…”.<br />
El “Movete, chiquita, movete…” no sólo va a ser el escenario, va a ser nuestro escenario estratégico. La tecnología que vamos aprendiendo los adultos, ya viene en los nuevos “chips” generacionales. <em>Wikilandia</em>… está tocando a tu puerta.<br />
Y como los viejos vendedores, ya puso el pie adentro… no hay más que atenderlo y negociar la oferta.</p>
<p>(*) Horacio Castelli es director de La Nube Inquieta S.A.</p>
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Velocidad warp Sr Spock
El desarrollo tecnológico puede ser en buena medida democratizador y parte de él se ve impulsado porque nos permite elegir el uso de nuestro tiempo de otra forma, ni mejor ni peor. El problema no radica exclusivamente en la tecnología sino en qué tecnología producimos y con qué propósito, cuáles son los valores que orientan ese desarrollo y cuál es su finalidad.