lunes, 23 de diciembre de 2024

Las dimensiones del cambio

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La debacle financiera mundial no sólo dejó las heridas de una estructura económica forzadamente idealizada, sino también, de un modelo de realidad basado en el manejo de fuerzas, en las certezas y en el determinismo de las intervenciones sin considerar las características estructurales del contexto y las perspectivas de desarrollo de una sociedad.

<p><strong>Para ver las nuevas reglas</strong><br />
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Las reglas de este nuevo mundo están frente a nosotros, pero para verlas es necesario redefinir aspectos de nuestra cosmovisión clásica. En este marco, los nuevos líderes tienen el desafío de crear sentido para este mundo que parece haber perdido el sentido o donde el sentido se está desgranando en una serie de síntomas estructurales inéditos y desafiantes. <br />
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En este momento histórico, uno de los factores claves para las personas y las organizaciones es ampliar su capacidad de lectura; pero no en el sentido de incorporar más información sino de construir mapas de posibilidades. La competitividad depende de la operatividad de los mapas estratégicos y esto conlleva la necesidad de renovar creencias, modelos y actitudes. De nada sirve leer los hechos actuales desde caminos anticuados, porque no vamos a ver nada nuevo. Por el contrario, vamos a vivir una inundación de información que nos llevará a más desconcierto. <br />
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Al trabajar exclusivamente para apagar las consecuencias de los síntomas, mantenemos la perdurabilidad de las disfunciones de los procesos y nos convertimos en elementos funcionales a una estructura paradojal. Los factores de cambio pueden ser externos como las condiciones del momento histórico que vivimos; pero también puede haber factores internos. No somos máquinas ordenadas y predeterminadas, no tenemos la misma dinámica de los cuerpos celestes. Los síntomas de este nuevo siglo, desde los más estridentes hasta los más latentes, marcan los límites de aplicación de esta visión mecanicista, forzada y determinista de los procesos humanos que ha llevado al colapso de las organizaciones, de la confianza y de las perspectivas de futuro. <br />
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El ordenamiento artificial tiene el costo de una renovación cíclica de síntomas (económicos, políticos, militares, culturales, etc.) en diferentes períodos de la historia. En este siglo se ha utilizado la palabra <em>burbuja</em> como expresión un proceso que se sostiene artificialmente y aislado. Pero en definitiva todo el siglo pasado también ha sido un siglo de <em>burbujas</em> que tuvieron diferentes aplicaciones: desde lo científico, ideológico, tecnológico, hasta los límites físicos de los muros antiguos y actuales. <br />
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El mundo conocido es una construcción de la cual no reparamos hasta que entra en crisis; lo desconocido se encuentra en todo aquello que queda por fuera de esta conformación de equilibrios ordenados artificialmente y aparecen en dos aspectos que marcan nuestra relación con la realidad:</p>
<p><strong>Lo desconocido en el contexto: </strong>es lo que no existe porque todavía no se han dado las convergencias necesarias entre actores y variables para que se produzcan determinadas situaciones. Este primer aspecto es el que analizamos como nuestro primer desafío: la característica de un mundo que genera cada vez más situaciones inéditas por la amplitud exponencial de su dinámica.</p>
<p><strong>Lo desconocido en el mapa estratégico:</strong> son los aspectos del contexto que existen pero que no vemos, porque nuestro mapa de la realidad está desactualizado; porque no tenemos una estructura técnica para comprender el contexto; o bien porque estamos cerrados a aceptar determinados eventos. Este segundo aspecto es el que analizamos como el segundo desafío: el abordaje de la inestabilidad y la redefinición de las herramientas de lectura, diseño y gestión de intervenciones frente a un nuevo paisaje. <br />
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Generalmente, se suele asociar la competitividad a la rentabilidad, a ganarle en ventas a las otras empresas del sector. Pero, en contextos inestables la rentabilidad no es garantía de permanencia. La rentabilidad es un parámetro coyuntural de crecimiento en una empresa, pero no es el único proceso que define la percepción y valoración. La competitividad en los sistemas complejos no está basada en la fuerza, sino en la sintonía con la dinámica del contexto. <br />
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La rentabilidad no garantiza la permanencia. Lo que define la permanencia de una organización es el valor de su propuesta y la gestión de los efectos de sus acciones. Por lo tanto, la competitividad no es un parámetro de control, es un parámetro de participación. Esto implica una arquitectura particular que posibilite mantener una base de estabilidad (para lograr rentabilidad, producción, crecimiento de presencia, etc.) con procesos más dinámicos y flexibles que permitan saltar hacia conformaciones desconocidas (innovación, mercados, nuevos hábitos, etc.) y posibiliten una adaptación de los productos a las demandas del entorno. <br />
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El final de la hegemonía del paradigma financiero abre paso a una nueva brecha de incertidumbre sobre cómo se reorganizará el mundo tras este orden internacional colapsado. Hemos sido educados y formados para mundos ordenados artificialmente. Con esta crisis profunda en Estados Unidos y con repercusiones en todo el mundo, lo que también se cae es toda la estructura ideológica, metodológica y técnica orientada a sostener estos límites virtuales: desde los políticos hasta las universidades, las publicaciones, los consultores, los medios, y muchos libros.<br />
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El costo de una dinámica compleja es la brecha de incertidumbre que deja el final de las certezas fabricadas. Una redefinición de intereses y modelos económicos y sociales que nos lleva a nuevos paisajes inéditos y en muchos casos impredecibles. Hacia el pasado está claro el desarrollo desde la revolución industrial con actores y procesos claramente definidos y sus consecuencias. Hacia adelante, un nuevo ciclo está comenzando.</p>

<p>Por Marcelo Manucci</p>
<p>La debacle financiera mundial no s&oacute;lo dej&oacute; las heridas de una estructura econ&oacute;mica forzadamente idealizada, sino tambi&eacute;n y m&aacute;s profundamente, de un modelo de realidad basado en el manejo de fuerzas, en las certezas y en el determinismo de las intervenciones sin considerar las caracter&iacute;sticas estructurales del contexto y las perspectivas de desarrollo de una sociedad.</p>
<p>Los primeros a&ntilde;os de este siglo han sido uno de los momentos hist&oacute;ricos m&aacute;s paradojales en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas con un vasto paisaje de procesos contradictorios, movimientos impredecibles y situaciones in&eacute;ditas que irrumpieron m&aacute;s all&aacute; de las previsiones y los pron&oacute;sticos. <br />
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El colapso financiero no es m&aacute;s que un s&iacute;ntoma de una forma imperante de ver y actuar en el mundo. Quiz&aacute; la m&aacute;s escandalosa, pero no la &uacute;nica. Y probablemente, tampoco la m&aacute;s riesgosa.<br />
Vivimos un momento hist&oacute;rico de ciclos paradojales que nos enfrenta a un doble desaf&iacute;o. Por un lado, un desaf&iacute;o global relacionado con la din&aacute;mica de un contexto de alta inestabilidad plagado de acontecimientos in&eacute;ditos y por otro, un desaf&iacute;o personal relacionado con los modos de abordaje de la inestabilidad para avanzar sobre este paisaje desconocido. El primero es un cambio que todos empiezan a reconocer; el segundo es un cambio que algunos comienzan a sufrir.<br />
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La complejidad global de los procesos econ&oacute;micos se podr&iacute;a reflejar en un <em>collage</em> de im&aacute;genes contradictorias, aparentemente paradojales, de un mundo que exhib&iacute;a sus indicadores de crecimiento m&aacute;s importantes de las &uacute;ltimas cuatro d&eacute;cadas en medios de im&aacute;genes de desesperaci&oacute;n y enfrentamientos. La rentabilidad y la desesperaci&oacute;n conviviendo en un mismo proceso hist&oacute;rico mientras los actores pol&iacute;ticos contin&uacute;an corriendo de un extremo a otro en su propio desconcierto, de la man&iacute;a a la depresi&oacute;n, debati&eacute;ndose en esta encrucijada de crecimiento y conflicto.<br />
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Los cambios en el contexto, cada vez m&aacute;s profundos y en per&iacute;odos cada vez m&aacute;s cortos, generan procesos inestables, imprevisibles y paradojales. El mundo moderno se mueve en estos ciclos, cuya caracter&iacute;stica es la convivencia de procesos profundamente contradictorios estructurados disfuncionalmente a trav&eacute;s de un s&iacute;ntoma que, cuando estalla, genera una crisis, generalmente de sinceramiento y reordenamiento. <br />
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Estos ciclos paradojales son per&iacute;odos donde conviven estructuras sostenidas artificialmente (modelos de crecimiento, de mercado, de desarrollo social, de tecnolog&iacute;a, etc.) por la aplicaci&oacute;n forzada de diferentes procesos (econ&oacute;micos, pol&iacute;ticos, militares, culturales). Los s&iacute;ntomas de estas estructuras disfuncionales son los que generalmente componen los titulares de los peri&oacute;dicos y la agenda social de preocupaciones.</p>
<p><strong>Los nuevos contextos</strong><br />
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La modalidad de abordaje e intervenci&oacute;n para resolver los ciclos paradojales determina la din&aacute;mica de los nuevos contextos. Es decir, por la manera en que se abordan estos momentos hist&oacute;ricos puede haber: una salida hacia una estructura din&aacute;mica de complejidad m&aacute;s coherente de los procesos; o hacia una estructura forzada que generalmente conlleva a nuevos ciclos paradojales cada vez m&aacute;s profundos. De hecho, en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas las salidas de los ciclos han profundizado las contradicciones y la volatilidad de los sistemas.<br />
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La modalidad de abordaje ha sido presionar sobre la din&aacute;mica del contexto para lograr determinados resultados un&iacute;vocos, basados en hip&oacute;tesis reduccionistas de rentabilidad extrema con una visi&oacute;n excluyente de actores y situaciones que terminan profundizando las rupturas y acortando los tiempos de los ciclos. <br />
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Estamos frente a un paisaje que se escurre en diferentes s&iacute;ntomas: financieros, econ&oacute;micos, sociales y pol&iacute;ticos donde esta cosmovisi&oacute;n que ordenaba artificialmente el mundo (a trav&eacute;s de sus explicaciones y metodolog&iacute;as) se enfrenta con sus propias disfunciones. <br />
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Este momento hist&oacute;rico de profundos cambios desaf&iacute;a las estructuras directivas de las organizaciones que enfrentan una posici&oacute;n paradojal porque saben que sus recursos convencionales de planificaci&oacute;n no alcanzan para dise&ntilde;ar intervenciones efectivas, pero al mismo tiempo, transitan este momento utilizando las herramientas y el pensamiento de siempre. <br />
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La crisis financiera hizo que gran parte de los libros sobre negocios pasaran, en pocas semanas, a la secci&oacute;n de Historia y viceversa. Muchos libros de Historia pasaron a ser de consulta en negocios para aquellos analistas que buscaban puntos de referencia con la debacle de los a&ntilde;os 30. Asimismo, este impacto gener&oacute; que muchos programas acad&eacute;micos, o al menos algunas de sus asignaturas espec&iacute;ficas, quedaran fuera de contexto.<br />
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Las organizaciones comenzaron a sentir la crisis, no s&oacute;lo en sus actividades cotidianas (recesi&oacute;n, despidos, falta de financiamiento, desconfianza, etc.), sino en el profundo vac&iacute;o que surge el d&iacute;a despu&eacute;s del trauma. Este es el momento en que aparecen otros procesos econ&oacute;micos disfuncionales ignorados, negados o descuidados que este s&iacute;ntoma escond&iacute;a y maquillaba. Despu&eacute;s del trauma queda el colapso de una cosmovisi&oacute;n que es mucho m&aacute;s profundo que la crisis del sistema capitalista. <br />
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En realidad, el capitalismo es una manifestaci&oacute;n pragm&aacute;tica de una forma de abordar y operar sobre los procesos humanos, es decir es una manifestaci&oacute;n de una cosmovisi&oacute;n particular de la realidad aplicada a los procesos econ&oacute;micos y a la organizaci&oacute;n de los sistemas sociales. El s&iacute;ntoma expresa la crisis de una cosmovisi&oacute;n. La debacle financiera no es m&aacute;s que un s&iacute;ntoma de una estructura artificialmente construida para sostener dentro de una din&aacute;mica previsible procesos de negocios. Justamente, la crisis aparece cuando la previsibilidad se escapa de las manos y colapsa los l&iacute;mites disfuncionales de un orden econ&oacute;mico forzado.<br />
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El desaf&iacute;o es c&oacute;mo preparar a las organizaciones para ser competitivas y para avanzar sin mayores certezas en un mundo desconocido. Este punto est&aacute; relacionado con un abordaje de las situaciones que trascienda la soluci&oacute;n de los s&iacute;ntomas, porque concentrarse exclusivamente en los s&iacute;ntomas mantiene la perdurabilidad de las disfunciones estructurales. El desaf&iacute;o implica atender indefectiblemente a los s&iacute;ntomas, pero al mismo tiempo trabajar en una nueva estructura de abordaje de los procesos econ&oacute;micos. Gran parte del desarrollo de las organizaciones est&aacute; latente en un conjunto de situaciones emergentes que a&uacute;n hoy son impredecibles. Por lo tanto, ser m&aacute;s eficiente sobre un mundo conocido, no garantiza la permanencia ni la competitividad en el futuro. Preparase para lo desconocido implica el desarrollo de competencias personales y procesos corporativos para enfrentar todo lo que est&aacute; m&aacute;s all&aacute; de lo que hemos construido y que tiene una din&aacute;mica impredecible y derivaciones indescifrables.</p>

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