<p>De una manera u otra, las tres organizaciones adhirieron al principio de megacomunidad. Éste determina que estados, empresas y entes no gubernamentales superen barreras intersectoriales típicas de la sociedad civil y obren de consuno en cuestiones de relevancia mutua. En último término, se trata de seguir una serie de resultados capaces de facilitar ciertos resultados.<br />
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Como en cualquier entorno de negocios, cree Napolitano, “una megacomunidad contiene componentes que pueden competir, colaborar o hacer ambas cosas. Al igual que cualquier organización, requiere estructuras, comunicaciones y gobernabilidad. Este planteo, pues, admite que ciertos problemas cruciales se resuelvan sólo combinando una red de redes con una meta: reunir muchas capacidades y opiniones distintas”.<br />
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El concepto de megacomunidad, quizás un poco declamatorio, ha generados interés entre dirigentes políticos, empresarios y otros grupos. Pero, siendo una idea nueva, debe probarse en la práctica, donde persisten dudas en cuanto a si funcionará, qué tipo de liderazgo existe o cómo combinar sectores públicos y privados.<br />
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Desde 2008 se han lanzado varios esfuerzos exitosos en materia de megacomunidades –a veces sin usar el neologismo, restringido a un pequeño grupo en Roma-, similares a los tres ejemplos abordados en el estudio de Booz & Co. Vale decir, PAM, Poste Italiane y ENEL. Por ahora, no se ven ecos en el resto de la Unión Europea o las Américas.<br />
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<p> Se trata de desafíos que pueden ser vitales, profundos y complejos, sostiene un informe difundido esta semana desde la capital italiana. Ahí también reside desde 1957 un club homónimo, muy cuestionado por dirigentes políticos occidentales y orientales.<br />
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Las propuestas actuales tienen asimismo alcances y repercusiones mundiales. Se basan en ir cambiando reglas de juego, algo que ya sucede en varios sectores y no desde ahora, sino por años. No obstante, aun las entidades más capaces y bien intencionadas, de por sí mismas, pueden chocar con serios obstáculos.<br />
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Tal el caso que presenta Fernando Napolitano, de la firma citada, en relación con una vasta compañía como Poste Italiane. La entidad funciona simultáneamente como correo, empresa de comunicaciones, celulares, emisora de tarjetas y banco de ahorros. Su conducción descubrió que, pese a operar según normas y con equipos de vanguardia, ha debido apelar a una serie de socios para afrontar problemas de ciberseguridad.<br />
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Otro ejemplo es el programa alimentario mundial, PAM (WPF en inglés). Es una agencia de Naciones Unidas dependiente de aportes voluntarios, existentes desde los años sesenta. A pesar de impresionantes progresos en reducir el porcentaje de hambrientos en el planeta (cedió a la mitad entre 1970 y 2009), la cantidad absoluta –señala el PAM- sube junto con la población. Por consiguiente, la agencia ha comenzado a emplear los servicios estratégicos de otros organismos para extender su ámbito de acción.<br />
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Finalmente, el experto de Booz & Co. se detiene en Ente Nazionale Elettricità (ENEL), la segunda compañía del ramo de la Unión Europea, también peninsular. Durante la década 2001/10, la firma pugnaba por levantar o reubicar estructura adicional, con el objeto de acompañar la creciente demanda de energía sin sacrificar factores como el ambiente o el uso racional de tierras. ENEL encontró que necesitaba aliarse con terceros para mejorar desempeños y resultados. <br />
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