<p>El factor nuclear “depende de quiénes y cómo definen opciones”, sostiene Erwan Michel-Kerjan, también de Wharton. “¿Adónde queremos que vaya el país ? Hemos pasado años hablando de autonomía energética, pero ¿qué haremos?” Hasta el desastre japonés, un creciente número de analistas se pronunciaban por la opción nuclear. No sólo tornaría a EE.UU. en menos dependiente de hidrocarburos importados, sino que disminuiría emisiones tipo efecto invernadero.<br />
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Medida en términos de carbón, la energía atómica está a la par de la solar, la hídrica, la eólica, la geotérmica y la biomasa. En cuanto a uso de tierras, la opción nuclear lleva amplia delantera a otras categorías verdes. Para generar mil megavatios, una planta atómica requiere 2,6 km2, contra 128 para unidad solar, 640 para una eólica y 6.600 km2 para biomasa. <br />
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Por otra parte, empero, las plantas nucleares son enormemente caras: desde US$ 2.000 hasta 6.000 millones. Estas estimaciones provienen del servicio parlamentario de investigaciones (CRS en inglés). Naturalmente, financiar nuevos reactores depende mucho de garantías crediticias federales o estaduales, por lo común controvertidas. <br />
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Para expandirse, la industria precisa bastante más que los US$ 18.500 millones asignados actualmente por Washington. Apenas, el precio de tres a cuatro reactores. Ante ello, los objetores arguyen que esas garantías son injustas, pues subsidian una actividad madura y debieran dedicarse a otros fines.</p>
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<p> Vale decir, los efectos de un sismo de 8.9 en la escala Richter y réplicas que llegaron a 7.5. Sin contar un tsunami –maremoto múltiple- con quince a veinte metros de altura.</p>
<p>Inevitablemente, los debates sobre energía surgen y se multiplican –señala Knowledge@Wharton-, no sólo aquende el Atlántico, sino en toda Europa. Por supuesto, los activistas antiátomo se han lanzado sobre casi todos los reactores del planeta.<br />
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No obstante, en Estados Unidos la catástrofe siembra dudas sobre el futuro papel de la energía atómica. El país genera 20% de necesidades eléctricas vía fuentes nucleares. Pero no ha construido una sola planta desde 1979, cuando el accidente en la isla Tres Millas creó una brecha entre la energía nuclear y la opinión pública.<br />
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Ese clima pareció cambiar el 20 de enero de 2010, cuando el presidente Barack Obama –en el mensaje anual al Congreso- pidió se levantara “una generación de usinas atómicas seguras y limpias”. De ese modo, “podremos cumplir una meta: generar 80% de la oferta eléctrica de esas fuentes entre hoy y 2035”. <br />
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Sin embargo, un equipo de expertos reunido por Wharton teme que el desastre nipón haya frenado, al menos en el corto plazo, esas intenciones. Pese a llamados a “un renacimiento nuclear”, la industria –excepto un reciente caso aislado, Exelor- vacila entre otras dos realidades: la persistente recesión iniciada en 2007 y la competencia del gas natural. <br />
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Un ejemplo: el proyecto de ducto (6.000 kilómetros) desde el ártico canadiense y hasta el centro este de EE.UU. Hoy, por ende, la pregunta del millón es “¿si no es el átomo, qué otras alternativas?”.<br />
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