domingo, 22 de diciembre de 2024

El futuro de la energía nuclear en Estados Unidos, tras lo de Japón

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El espectáculo en Fukushima, sostienen los objetores, sería bastante, aunque no mediaran la contaminación de agua potable y el Pacífico norte o la de fauna marina. En tanto, los partidarios de la energía nuclear destacan que un conjunto tan envejecido como Dai-ichi haya soportado tanto.

<p>El factor nuclear “depende de quiénes y cómo definen opciones”, sostiene Erwan Michel-Kerjan, también de Wharton. “¿Adónde queremos que vaya el país ? Hemos pasado años hablando de autonomía energética, pero ¿qué haremos?” Hasta el desastre japonés, un creciente número de analistas se pronunciaban por la opción nuclear. No sólo tornaría a EE.UU. en menos dependiente de hidrocarburos importados, sino que disminuiría emisiones tipo efecto invernadero.<br />
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Medida en términos de carbón, la energía atómica está a la par de la solar, la hídrica, la eólica, la geotérmica y la biomasa. En cuanto a uso de tierras, la opción nuclear lleva amplia delantera a otras categorías verdes. Para generar mil megavatios, una planta atómica requiere 2,6 km2, contra 128 para unidad solar, 640 para una eólica y 6.600 km2 para biomasa. <br />
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Por otra parte, empero, las plantas nucleares son enormemente caras: desde US$ 2.000 hasta 6.000 millones. Estas estimaciones provienen del servicio parlamentario de investigaciones (CRS en inglés). Naturalmente, financiar nuevos reactores depende mucho de garantías crediticias federales o estaduales, por lo común controvertidas. <br />
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Para expandirse, la industria precisa bastante más que los US$ 18.500 millones asignados actualmente por Washington. Apenas, el precio de tres a cuatro reactores. Ante ello, los objetores arguyen que esas garantías son injustas, pues subsidian una actividad madura y debieran dedicarse a otros fines.</p>
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<p>&nbsp;Vale decir, los efectos de un sismo de 8.9 en la escala Richter y r&eacute;plicas que llegaron a 7.5. Sin contar un tsunami &ndash;maremoto m&uacute;ltiple- con quince a veinte metros de altura.</p>
<p>Inevitablemente, los debates sobre energ&iacute;a surgen y se multiplican &ndash;se&ntilde;ala Knowledge@Wharton-, no s&oacute;lo aquende el Atl&aacute;ntico, sino en toda Europa. Por supuesto, los activistas anti&aacute;tomo se han lanzado sobre casi todos los reactores del planeta.<br />
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No obstante, en Estados Unidos la cat&aacute;strofe siembra dudas sobre el futuro papel de la energ&iacute;a at&oacute;mica. El pa&iacute;s genera 20% de necesidades el&eacute;ctricas v&iacute;a fuentes nucleares. Pero no ha construido una sola planta desde 1979, cuando el accidente en la isla Tres Millas cre&oacute; una brecha entre la energ&iacute;a nuclear y la opini&oacute;n p&uacute;blica.<br />
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Ese clima pareci&oacute; cambiar el 20 de enero de 2010, cuando el presidente Barack Obama &ndash;en el mensaje anual al Congreso- pidi&oacute; se levantara &ldquo;una generaci&oacute;n de usinas at&oacute;micas seguras y limpias&rdquo;. De ese modo, &ldquo;podremos cumplir una meta: generar 80% de la oferta el&eacute;ctrica de esas fuentes entre hoy y 2035&rdquo;. <br />
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Sin embargo, un equipo de expertos reunido por Wharton teme que el desastre nip&oacute;n haya frenado, al menos en el corto plazo, esas intenciones. Pese a llamados a &ldquo;un renacimiento nuclear&rdquo;, la industria &ndash;excepto un reciente caso aislado, Exelor- vacila entre otras dos realidades: la persistente recesi&oacute;n iniciada en 2007 y la competencia del gas natural. <br />
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Un ejemplo: el proyecto de ducto (6.000 kil&oacute;metros) desde el &aacute;rtico canadiense y hasta el centro este de EE.UU. Hoy, por ende, la pregunta del mill&oacute;n es &ldquo;&iquest;si no es el &aacute;tomo, qu&eacute; otras alternativas?&rdquo;.<br />
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