<p><strong>Dichosas calificadoras</strong></p>
<p>Ambos expertos del Insead opinan que los grandes problemas –recortar déficit pero creando puestos laborales y crecimiento- “no son cosa de 2012, 2013 o 2014, sino de los ocho decenios venideros. Ello exige (insisten) un marco a largo plazo, algo nada fácil en un contexto político signado por elecciones a cuatro, cinco o siete años y dirigencias remisas a prever para más de diez años vista.<br />
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El fracaso en encarar el déficit en esos múltiples frentes ha favorecido la acción de las tres agencias calificadoras de riesgos (Standard & Poor’s, Moody’s Investors Service, Fitch Ratings) que operan en tándem con un grupo de grandes bancos privados de Gran Bretaña, EE.UU., Japón, Holanda y Hong Kong. No obstante ese factor, las economías han estado más de veinte años –apunta Mihov- hablando de crisis de deuda.<br />
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En la actualidad, una degradación más o menos sólo altera al mercado financiero, o sea a especuladores duchos en corridas como las de septiembre y octubre. Pero los deudores soberanos (Francia, por ejemplo) o los bancos privados (los veinticuatro italianos atacados ahora) no están muy lejos de sus cotas históricas.</p>
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<p>“Creo que se trata de algo especial”, señala Fatás.”Es una recesión que sabíamos tardaría mucho en superarse, o sea recobrarse, a causa del endeudamiento a ambas orillas del Atlántico norte”. Una serie de indicadores parece sostener esa idea: desempleo desde 9% (Estados Unidos) hasta más de 20% (España) en el mundo industrial. Además, afecta preferentemente a la población activa menor de 25/30 años. <br />
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“Entretanto, otros síntomas –manufactura, gastos familiares, producto bruto interno- se han estancando en Occidente. Igual ocurre (subraya Mihov) con los tipos de interés. Mientras, las relaciones deuda soberana/PBI sacuden las tesorerías de medio planeta” Pero, en realidad ¿cuál es la principal amenaza a la economía en general? ¿Cómo encararla, recortar déficit o crear puestos laborales? ¿Acaso resolver qué problemas acabará con esta recesión y asegurará el desarrollo futuro? En suma ¿qué políticas se necesitan?”.</p>
<p><strong>¿Disciplina fiscal o desarrollo?</strong></p>
<p>A criterio de Fatás “no existe necesidad alguna de seguir recortando erogaciones o elevando impuestos. Estamos fallando en el costado político. A veces, los mercados no piden ortodoxias, sino dirigencias capaces de detectar o que la gente reclama”.<br />
Este analista señala que los políticos deben hacer más de cuanto hacen, pues siguen embretados en debates ideológicos sobre el papel del gobierno.”Por otra parte –recalca-, determinados grupos aprovechan e intentan imponer sus ideas a la sociedad. Éstas se cifran en achicar sectores públicos, bajar gastos y privatizar o malvender activos en forma sistemática”. <br />
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En Estados Unidos, un sondeo del New York Times y CBS (septiembre) reveló que los norteamericanos no ven el impetuoso déficit federal o un sector público nutrido como cuestiones fundamentales. Tampoco creen que recortar gastos sociales o lanzarse a desregulaciones insensatas –estilo Tea party- resolverán el problema supremo, la desocupación.<br />
Ocho de cada diez respuestas obtenidas apoyan hacer caminos, puentes, escuelas y hospitales gratuitos para crear trabajo. <br />
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Entretanto, proponen rebajar los impuestos al rédito salarial, que deterioran el gasto de las personas.<br />
Ahora, sin embargo, “no es momento de sobrerreaccionar y tratar de corregir –subraya Fatás- de pronto tres o cuatro decenios de errores gubernamentales, empresarios y hasta académicos. El objetivo de la hora es crecer, no practicar austeridad ni disciplina, dos metas para mediano o largo plazo. No hay motivos para imitar al Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo o el Eurogrupo y lanzar ya mismo programas de austeridad. Es decir, como los que desde julio generan violencia social en Grecia, Gran Bretaña, España o Italia”.</p>
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