<p>La última propuesta de paz de la liga, este lunes, fue rechazada por Bashar al Asad. Según su texto, el Presidente vitalicio transferiría el poder a un subordinado e iniciaría en febrero contactos con la oposición. Duro como siempre, el autócrata la calificó de conspiración.<br />
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Poco después, la Unión Europea aprobaba la undécima tanda de sanciones, en forma de lista de personas y empresas afectadas por una veda a viajes y una congelación de activos financieros. Quizá tan poco efectiva como la que se impondrá a Irán –aliado natural de Siria- por su plan nuclear.<br />
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No obstante, lao posición hoy habla menos de la posibilidades de que se derrumbe el clan alawita Asad y mucho más de una guerra civil abierta, sin salida en mucho tiempo. Algunos sostienen que ya ha empezado, al perder el régimen control sobre provincias enteras y, particularmente, en los suburbios de ciudades tan claves como Homs (“capital de la rebelión”), Hama Dara’a, Latakia, Idlib, Dumá o Tadmor.<br />
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“Poco a poco, los sirios se lanzan a luchar entre sí y aumentan la deserciones de militares y policías sunníes. Vale decir, pertenecientes a la mayoría religiosa del país”. Así señalaba Hwaida Sa’ad, un activista de treinta años en Arabín. “Bashar ha dividido al país y ello acarreará más baños de sangre”.<br />
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Por ejemplo, en Dumá, a apenas 15 kilómetros de Damasco, tras intensas refriegas, los soldados desertores ocupan varios barrios. “Si Dumá es liberada –observa Sa’ad-, los próximos ataques se dirigirán a la capital”. Por de pronto, a Homs se la llama “Stalingrado siria” y, allí, ya hay signos de limpieza sectaria. Esto es, agresiones a alawíes (shiitas) y a cristianos que apoyan al Gobierno.<br />
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En materia geopolítica, Damasco cuenta con el apoyo de Rusia, China (ambas en el consejo de seguridad de la ONU), Irán, Argelia y Sudán. Nabil el Arabí, secretario general de la Liga Árabe, ve perspectivas oscuras y teme “una guerra civil sin cuartel”.<br />
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Siria: guerra civil. Homs lidera la resistencia
Tras el fracaso de la Liga Árabe, la oposición no logra aún organizarse. Pero el Gobierno tampoco consigue desalojarla de Homs, su núcleo. La comunidad internacional deja caer el país en un conflicto sin desenlace en vista, caótico e innegociable.