<p> <span style="color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Dos técnicos de la FAO (Organización Mundial para la Alimentación y Agricultura), John Lucas y James Fontanella-Khan, sostienen que el aumento de población va desbordando los avances del sector. Por ende, quienes formulan políticas para producir y crear puestos laborales deben neutralizar sus daños ambientales y sociales.<br />
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<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><br />
En lo tocante a cambios climáticos, medidas mal encaradas, proteccionismo, urbanización y simple codicia conspiran para reactivar profecías maltusianas, si no dar­wi­nianas. En resumen, muchos vislumbran un horizonte donde las masas ya no tengan capacidad de alimentarse. <br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Para revertir ese decurso, muchos analistas y dirigentes creen urgente otra “revolución verde”, inclusive superior a la trasformación y el alza de rindes en las décadas del 60 y el 70. Semejante objetivo presupone mejores tecnologías, semillas genéticamente alteradas y otros adelantos tecnológicos. Estas variables –como la energía nuclear– tienen sus campeones y, claro, sus detractores. Ese segundo grupo estima que esos factores representan una amenaza ecológica.<br />
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Los riesgos de hambrunas detonadas por necesidades básicas fuera del alcance para mucha gente ponen en primer plano el problema de la seguridad alimentaria. Por ejemplo, el presidente Nicolas Sarkozy lo defininió como crucial en su agenda de campaña electoral y ante el grupo de los 20. No por casualidad, México conduce los debates de este año en junio y varias sesiones se dedicarán al tópico.<br />
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Pero esos debates tendrán lugar en un contexto donde los daños agrícolas azotan Asia oriental y meridional, Sudamérica y Estados Unidos. Al mismo tiempo, los precios de insumos agropecuarios (soja, maíz) siguen en retroceso respecto de los picos marcados en años previos. Sumando temores en otros puntos de la economía internacional (banca, finanzas públicas), se evidencia que la seguridad alimentaria corre peligro de ser eclipsada por otras crisis.<br />
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Estas perspectivas son anatema para quienes urgen acciones proactivas. “El retroceso de cotizaciones no modifica el cuadro a largo plazo. Más bien lo agrava: hacia 2050 deberemos alimentar a 9.000 millones”. Así señala Kostas Stamulis, alto funcionario de la FAO.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">Un niño cada seis segundos<br />
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“La cuestión ya se discute entre nosotros”, añade Paul Polman (director ejecutivo de Unilever), autor de un informe sobre seguridad alimentaria. “Cada seis segundos un niño muere de inanición –subraya– y más gente se acuesta sin comer en el planeta que hace apenas tres años. O sea, antes que la crisis sistémica de 2007/09 y la crisis de endeudamiento en la Eurozona”.<br />
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Por cierto, Gobiernos, empresarios y la propia sociedad civil pujan en pos de encontrar soluciones. India, con la mayor cantidad de hambrientos y subalimentados en el mundo, obtuvo en febrero aprobación del gabinete para una trascendente ley. El esquema garantirá fuertes subsidios al comsumo de granos entre familias pobres. Su objeto es mejorar salud y calidad de vida para más de 60% de los 1.200 millones de indios. Los opositores de Manmohán Singh, primer ministro sij, sostiene que proveer solo cereales no será suficiente para erradicar la desnutrición.<br />
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A lo ancho del mundo en desarrollo o emergente, los empresarios aportan lo suyo. Compañías como Unilever, Nestlé o PepsiCo asisten a los campesinos entregándoles semillas, fertilizantes y hasta “microfinanzas”. Por ejemplo, SABMiller, cervecera con penetración en esos mercados, la emplea para asegurarse insumos básicos en escala internacional.<br />
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Por su parte, organizaciones no gubernamentales llevan a cabo actividades paralelas. Pero, publicos, privados o mixtos, casi todos esos esfuerzos son parciales. “Es preciso operar en una escala mayor y en forma concertada”, afirma Polman. Aparte de empresario, dirige al Equipo de Trabajo pro Seguridad Alimentaria, una entidad afiliada al grupo de los 20.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">Hora de replanteos<br />
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Entre otras iniciativas, el ETSA propone “una inyección de US$ 70.000 a 80.000 millones para compensar, en parte, años de declive en inversiones agrícolas. A medida que el Banco Mundial y otros prestamistas o donantes se retiraban de la palestra, la mejora de rindes generadas por la “revolución verde” perdía impulso. El filántropo William Gates suele decir que “es hora de replantear ese movimiento”.<br />
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No obstante, obtener, más alimentos de las mismas fuentes (o de menos, si se tiene presente la urbanización) exige cosechas más productivas. Pero, como lo ilustra India, las inversiones sectiriales son apenas parte de la solución. La producción de granos en el segundo país del planeta por población marca récords y va en vías de alcanzar 245 millones de tonales entre abril de 2011 y marzo actual. La cantidad cubre una demanda próxima a 220 millones.<br />
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Igual sucede en escala global. “Actualmente, la oferta no es problema” indica Shanggen Fan, director general del Instituto Internaciones de Investigaciones Agrícolas (FPRI en inglés). Por su lado, Gary Markham (experto en el tema de la consultoría Grant Thornton) señala. “Los alimentos están en lugares no adecuados. Mientras zonas de África se mueren de hambre, los almacenes chinos están repletos y un tercio de esa oferta termina en las mesas occidentales”.<br />
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Fan se centra en las distorsiones creadas por la acumulación de existencias. “Ignoramos cuántos cereales acapara China. Fácilmente –presume el experto–, podrían llegar a un mínimo de 50 millones de toneladas o a un máximo de 300 millones. Esto significa que los Gobiernos deben encarar este tipo de estadísticas con seriedad y transparencia”.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">Desperdicios<br />
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Para India y gran parte del África subsahariana, el principal problema reside en acceso y desperdicios. Delhi estima que cada año hasta 40% de frutas y verduras se pudre en los campos y transportándose a los mercados. Miles de tonaladas de granos (trigo, maíz) se tornan incomibles por falta de almacenamiento frío o libre de roedores. El costo de tanto desperdicio asiende a casi US$ 20.000 millones anuales, según cifras oficiales. Esta es una de las razones para dar la bienvenida de planes –todavía incipientes– para derregular la actividad minorista. La idea es que grandes grupos de supermercadistas establezcan cadenas de abastecimiento amplias y modernas.<br />
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Por otra parte, arguyen varios analistas, ciertas políticas oficiales y fuerzas del mercado exacerban una oferta distorsionada. Al frente marchan los biocombustibles. Mientras EE.UU. reduce incentivos fiscales al etanol y al biodiésel, otras países alientan su producción, por lo cual los críticos sostiene que se resta alimento a la gente para emplearlo de combustible. Este asunto destaca un gran desafío: equilibrar necesidades a veces contrastadas en materia de alimentos, puesto laborales y daños ambientales. <br />
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“Un planeta hambriento es peligroso y promueve violencia”, afirma Mella Frewen, director gerente de FoodDrink Europe, un grupo comercial. Pero igual puede decirse de un mundo sin demanda laboral adecuada. “Se trata de un duro dilema social”, señala Markham aludiendo a propuestas de la Unión Europea para vincular mano de obra agrícola eficiente, no tan atada a la mecanización como<em style="margin: 0px; padding: 0px; "> dea ex machina.<br />
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Por lo mismo, las cosechas más abundantes no se traducen necesariamente en contextos generosos. Una fertilización rampante puede dañar los suelos y afectar la calidad de vida de quienes las producen. Vandana Shiva, una ecóloga que asesora al reino de Bhután (entre Bangladesh e India), intenta que el pequeño país del Himalaya oriental dependa enteramente de kis cultivos orgánicos. A su juicio, la “revolución verde” “ha diezmado los suelos y, por ende, el ecosistema planetario”.<br />
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John Beddington, asesor científico jefe del Gobierno británico, prefiere que ambos problemas encajen en la misma solución. “La agricultura –sostiene– tiene el potencial de mitigar cambios climáticos adversos. Esto significa buscar métodos de mejorar productividad y, entretanto, reducir gases de efecto invernadero. Ello comporta prácticas para retener dióxido de carbono y generar nitrógeno, un elemento esencial”.</p>
Perspectivas poco claras en alimentos
Según pronostica la FAO, hacia 2050 la población mundial habrá subido 2.000 millones sobre la cota de 2001. Para mantener cierto equilibrio, la producción deberá expandirse alrededor de 70%. Es una cifra enorme, máxime para suelos sobreexplotados y una oferta alimentaria orientada a 2.500 millones de personas cuya productividad tiende a retrasarse.