Alejandro Werner, director para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, afirmó ayer en conferencia de prensa que los principales riesgos para la región son una disminución en los precios de los bienes básicos y una eventual alza en las bajas tasas de interés que se registran actualmente en muchas economías avanzadas.
El FMI espera que los precios de los bienes básicos se mantengan estables en el corto plazo, para declinar en forma gradual en los años venideros, dijo el funcionario.
Agregó que es poco probable que se repitan las ganancias extraordinarias por exportaciones de bienes básicos que la región percibió en la última década.
La consultora argentina abeceb.com ya había modificado los pronósticos de crecimiento de 3 a 2,5%, precisamente por la incidencia de un demorado rebote del PIB brasileño y la expectativa de un ingreso por la cosecha no tan bueno como se esperaba originalmente.
La inflación presiona sobre la política expansiva aplicada por el gobierno de Dilma Rousseff desde hace casi dos años, cuando redujo fuertemente la tasa de interés de referencia y practicó una depreciación sostenida del real, y el Banco Central de Brasil acaba de poner fin al ciclo bajista de los intereses.
Abeceb, en su último informe trimestral, agrega que “al deterioro en las expectativas de crecimiento para el país vecino se suma la falta de lluvias a nivel local durante la primera parte del año, que ha afectado los rindes de la soja, conduciendo a bajas en las estimaciones para la oleaginosa. Así, según nuestras proyecciones, la producción de soja rondaría las 48,0 millones de toneladas este año. Con esta cifra, la actual campaña aún es buena -dado que significa una suba de 20% en relación a los 39,9 millones registrados el año pasado-, pero se estará lejos de los 55,0 millones de toneladas récord que esperábamos hace algunos meses atrás”.
La menor cosecha de soja cae en cascada sobre la molienda, que de una estimación inicial de 41,3 millones de toneladas procesará 37,9 millones, lo que a su vez determina una merma para el sector de alimentos y bebidas. Sin embargo, el impacto en algunas industrias y servicios relacionados, como agroquímicos y maquinaria agrícola, no se hará sentir tanto, por la inercia de un ingreso en dólares del productor que aumenta 16%.
Pero la menor producción a la calculada sí actuará sobre las restricciones externas, previene abeceb, “dado que el superávit comercial es actualmente la única fuente de divisas disponible”.
De hecho, según nuestras estimaciones, prosigue, “bajo el escenario actual las exportaciones ascenderían a US$89.000 millones en 2013, lo que significa una pérdida de cerca de US$5.000 millones en relación a lo que se esperaba unos meses atrás”.
El efecto no sería dable sólo en la delicada plaza cambiaria y obligaría a reducir importaciones para sostener el superávit comercial de US$ 13.000 millones proyectado para 2013, sino que ocasionaría una pérdida de recaudación vía retenciones del 15%, o sea que entrarían $8.000 millones menos que los esperados.
La consecuencia política de este recálculo es que habrá menos disponibilidad de recursos tanto en dólares como en pesos tanto para el gobierno nacional como para las provincias, lo cual en el año electoral implica que los grados de libertad de las autoridades locales para impulsar el crecimiento como estrategia proselitista no serán tan amplios.
El análisis menos optimista que el trazado a fines de 2012 coincide con el año electoral en el país y resta margen de maniobra al gobierno de Cristina Kirchner para estimular la economía