Además, en año de elecciones presidenciales y de cara al Mundial de Futbol, el manejo de la economía será una tarea ardua.
La inflación es la principal preocupación del gobierno de Brasil por lo que se optará por continuar interviniendo el mercado cambiario para moderar la depreciación y subir las tasas para reducir las presiones inflacionarias.
Por último, preocupan los déficits gemelos (cuenta corriente y resultado financiero del sector público) que a diferencia de la Argentina deben cubrir elevados intereses de deuda.
En síntesis, todo llevaría a pensar que Brasil está lejos de ganar la copa en el Mundial Económico 2014.
Informe 960
Brasil sumó otro año con crecimiento decepcionante: en 2013 la actividad trepó en torno del 2%. Si bien logró una leve mejora respecto de la performance de 2012 (+1%), ya no muestra el vigor que supo tener en la última década (+3,6%).
Este año tampoco será sencillo para la economía brasileña, puesto que los condicionantes que operaron en 2013 seguirán vigentes: crecimiento débil, consumo anémico, inflación elevada, déficit en cuenta corriente, caída de reservas y deterioro de las cuentas públicas.
A una economía débil se le suma la incertidumbre propia de un año con elecciones presidenciales y un Mundial de Futbol que puede verse empañado por protestar en torno a las prioridades del gasto público.
Un 2013 con altibajos
Brasil sumó otro año con crecimiento decepcionante: en 2013 la actividad trepó en torno del 2%. Si bien logró una leve mejora respecto de la performance de 2012 (+1%), ya no muestra el vigor que supo tener en la última década (+3,6%). En este escenario, destacó el dinamismo del sector agropecuario (+8,2%) mientras que la producción industrial volvió a terreno positivo (+1,1%) pero no recuperó los niveles previos a la caída de 2012 (-2,5%).
Por su parte, la inversión mostró un repunte considerable (+5,1%) tras la fuerte caída de 2012 (-4%). Los estímulos del Gobierno de Rousseff para motivar el influjo de capitales productivos (reducción de impuesto al ingreso de capitales, créditos, etc.) fueron claves.
Por el contrario, el consumo de las familias se desaceleró considerablemente respecto del promedio de los últimos cinco años (+2,2% en 2013 vs. +4,9% en 2008-2012) producto de una menor expansión del crédito (retoma las tasas de crecimiento de un dígito +8,2%), de la baja creación de empleo (+0,7%) y de una módica mejora del salario real (+1,8%).
Si bien la inflación se ubicó dentro de las bandas establecidas por el Banco Central (+5,9%) fue gracias a acotar al mínimo el alza de tarifas públicas y precios regulados. De hecho, los demás bienes y servicios “libres” superaron ampliamente el techo de la meta, creciendo cinco veces más que los precios administrados (7,0% vs. 1,5% acumulado a diciembre).
En materia cambiaria, la moneda brasileña se depreció un 15% el año pasado producto del fuerte deterioro de la cuenta corriente y un menor ingreso de capitales. Pese a que el Banco Central de Brasil elevó la tasa de referencia (SELIC) casi 3 p.p. a lo largo de 2013 para contrarrestar la salida de capitales (y moderar la inflación), la creciente expectativa sobre el desarme de los estímulos monetarios de la FED generó un menor influjo de divisas.
La menor entrada de capitales y el significativo déficit de cuenta corriente (-3,7% del PBI) se tradujeron en una leve caída (-1%) de las reservas internacionales, por primera vez desde 2000.
Finalmente, las cuentas públicas tampoco se vieron ajenas a este complejo panorama. El superávit primario (1,9% del PBI) fue uno de los más bajos de los últimos años como consecuencia de una política fiscal expansiva y moderación de los recursos (exenciones).
Las cuentas públicas cada vez más deterioradas
Este año tampoco será sencillo para la economía brasileña, puesto que los condicionantes que operaron seguirán vigentes: crecimiento débil de la economía, consumo anémico, inflación elevada, déficit en cuenta corriente, caída de reservas y deterioro de las cuentas públicas serán temas que el gobierno de Rousseff deberá atender en un año de elecciones y con el Mundial de Fútbol a la vuelta de la esquina.
De acuerdo a las expectativas de mercado, se estima que en 2014 la economía crecería en torno al 1,8%, aunque incluso se podría ubicar por debajo de dicha cifra.
A diferencia de 2013, el sector agrícola ya no será quien aporte dinamismo al crecimiento en tanto que la industria (un quinto del PBI) lograría crecer en torno del 2% gracias a un tipo de cambio más favorable para sus exportaciones.
De todas formas, la industria automotriz enfrentará dificultades a la hora de exportar. Pese a contar con un tipo de cambio más competitivo, las trabas a las importaciones que implementó Argentina y la menor demanda de 0 Km, impactará negativamente en la venta de autos y partes brasileños (40% de la producción se exporta a nuestro país). De hecho, recientemente, la empresa Peugeot anunció que suspenderá a parte del personal de su planta en Porto Alegre debido a la caída de la demanda desde Argentina.
El aporte del consumo privado tampoco será significativo: éste crecería a una tasa baja similar a 2013 (2% anual), lejos de lo observado en el período 2008-2012 cuando el consumo era el motor de la expansión de la economía brasileña.
Este consumo más anémico responde a menores aumentos del salario real, una baja creación de empleo (con desempleo en mínimos históricos) y una oferta de crédito abundante pero que continúa desacelerándose.
La inflación también estará bajo la lupa en 2014. Si bien la cifra estimada está en línea con la evolución del año pasado (+6%), la política monetaria y cambiaria velará para que no supere el techo de la meta del Banco Central de Brasil (+6,5%).
En el frente cambiario se espera cierta estabilidad: se prevé un tipo de cambio nominal a fin de año en R$/US$ 2,45 (+5% anual). Si bien se espera que la FED siga avanzando con el desarme de estímulos monetarios, gran parte de la depreciación ya se realizó en 2013.
La depreciación no será mayor para moderar el traslado a precios. Además, esperamos que el Banco Central continúe incrementando la tasa de interés de referencia (en torno al 11% a finales de año).
Igualmente, la mejora del tipo de cambio real obtenida en 2013 impactará plenamente este año, lo que impulsará la evolución de las exportaciones y moderará la demanda de productos importados, resultando en una leve mejora de la balanza comercial.
Pese a un incremento del saldo comercial, el abultado pago de servicios financieros hará que la cuenta corriente nuevamente muestre un rojo elevado en línea con lo observado en 2013. Como la cuenta capital no traccionará un fuerte influjo de capitales (como en el pasado) se espera nuevamente una caída de reservas internacionales.
Finalmente, es probable que las cuentas públicas continúen deteriorándose. Pese a los recientes anuncios de recorte de gastos, en 2014 tendrán lugar las elecciones presidenciales y Rousseff buscará renovar su mandato. Además, a meses del Mundial de Fútbol, todavía se requieren de grandes niveles de inversión para cubrir el déficit de infraestructura que atraviesa Brasil (aeropuertos, autopistas, etc.).
Hasta el momento, el déficit no fue cubierto por el sector privado (más allá de los esfuerzos por estimular la inversión privada), por lo que debieron ser atendidos por el sector público.
La mayoría de los desembolsos destinados a los preparativos del Mundial están destinados a la construcción y refacción de estadios (vía créditos del BNDES), por lo que en definitiva no estamos hablando necesariamente de inversión pública productiva.
Por último, dado el crecimiento débil de la economía brasileña (en línea con la desaceleración de los emergentes) no se prevé una evolución muy dinámica de los recursos fiscales, por lo que en el mejor de los casos el gasto no crece sustancialmente y el superávit primario se mantiene en los niveles del año pasado (1,9% del PBI).
Los recientes anuncios de recorte presupuestario buscan enviar una señal a los inversores internacionales preocupados por la salud fiscal de Brasil de cara a un año electoral y con un Mundial de Fútbol.
De todas formas, esta revisión debería ser más profunda ya que, luego de años de una política fiscal expansiva significativa, el frente fiscal no luce tan robusto. Sin embargo, esta corrección se ve políticamente limitada por las elecciones presidenciales de octubre, por lo que se espera que la moderación se concrete recién en 2015.