En las segundas elecciones generales de este año, se impuso por leve margen el partido Syriza del renunciante primer ministro Alexis Tsipras, artífice de una durísima negociación que mantiene a Grecia dentro de la UE y de la zona euro, aunque nadie se anime a garantizar el cumplimiento de los acuerdos pactados entonces. A pesar de que este partido de izquierda soportó la defección de su ala más radical.
Segundo, a escasa distancia, fue el otro gran protagonista, el partido de centro-derecha, Nueva Democracia que conduce Evangelos Meimarakes.
Hay otra media docena de partidos –incluso uno de filiación neo nazi- que ingresarán al Parlamento, pero los más importantes son Pasok y To Potami, posibles aliados de Tsipras, que coinciden en lo inevitable del gigantesco rescate por € 86 mil millones firmado por el gobierno renunciante.
El gran partido opositor, Nueva Democracia que coincide a 100% en el acuerdo con la UE, tiene posiciones irreconciliables con el ganador. No es que ganó las preferencias del electorado, sino que buena parte de la izquierda castigó a Tsipras por lo que consideran una “entrega humillante” ante Alemania y sus socios europeos. El ala ultraizquierda de Syriza se alejó, pero esos votos fueron compensados por otros votantes de alternativas de izquierda o de centro que no ven otro camino que el que al final eligió el ex primer ministro.
Para muchos analistas extranjeros, el triunfo de uno u otro partido de los dos mejor situados, no cambia nada el escenario: agotamiento y falta de ideas.
El triunfo de Nueva Democracia hubiera implicado un retorno más favorable a la castigada clase media. Nadie se anima a pronosticar un gobierno de coalición –duradero al menos- entre ambos partidos principales. Ambos coinciden –y las han experimentado- en que las políticas anti-austeridad no tienen margen de maniobra mientras se pretenda seguir dentro de la Unión Europea.
Sin embargo, a pesar la fragmentación electoral y la fragilidad de los acuerdos, habrá que d seguir de cerca estos desarrollos: habrá coalición, de uno u otro tipo; hay toda la voluntad de honrar los compromisos firmados por el país; hay urgente necesidad de reformas políticas de fondo, incluyendo a la Constitución, y a la ley electoral.