lunes, 23 de diciembre de 2024

En Grecia, la palabra de moda es coalición

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Aquí nadie se equivocó. Todos los pronósticos fueron coincidentes. No habría un claro ganador, y el nuevo gobierno electo deberá extremar habilidad y esfuerzo para que la gestión sea operativa y se cumpla con las promesas efectuadas a la Unión Europea para que exista rescate. En lo que coincidieron los principales partidos. Debe haber una alianza que funcione.

En las segundas elecciones generales de este año, se impuso por leve margen el partido Syriza del renunciante primer ministro Alexis Tsipras, artífice de una durísima negociación que mantiene a Grecia dentro de la UE y de la zona euro, aunque nadie se anime a garantizar el cumplimiento de los acuerdos pactados entonces. A pesar de que este partido de izquierda soportó la defección de su ala más radical.

Segundo, a escasa distancia, fue el otro gran protagonista, el partido de centro-derecha, Nueva Democracia que conduce Evangelos Meimarakes.

Hay otra media docena de partidos –incluso uno de filiación neo nazi- que ingresarán al Parlamento, pero los más importantes son Pasok y To Potami, posibles aliados de Tsipras, que coinciden en lo inevitable del gigantesco rescate por € 86 mil millones firmado por el gobierno renunciante.

El gran partido opositor, Nueva Democracia que coincide a 100% en el acuerdo con la UE, tiene posiciones irreconciliables con el ganador. No es que ganó las preferencias del electorado, sino que buena parte de la izquierda castigó a Tsipras por lo que consideran una “entrega humillante” ante Alemania y sus socios europeos. El ala ultraizquierda de Syriza se alejó, pero esos votos fueron compensados por otros votantes de alternativas de izquierda o de centro que no ven otro camino que el que al final eligió el ex primer ministro.

Para muchos analistas extranjeros, el triunfo de uno u otro partido de los dos mejor situados, no cambia nada el escenario: agotamiento y falta de ideas.

El triunfo de Nueva Democracia hubiera implicado un retorno más favorable a la castigada clase media. Nadie se anima a pronosticar un gobierno de coalición –duradero al menos- entre ambos partidos principales. Ambos coinciden –y las han experimentado- en que las políticas anti-austeridad no tienen margen de maniobra mientras se pretenda seguir dentro de la Unión Europea.

Sin embargo, a pesar la fragmentación electoral y la fragilidad de los acuerdos, habrá que d seguir de cerca estos desarrollos: habrá coalición, de uno u otro tipo; hay toda la voluntad de honrar los compromisos firmados por el país; hay urgente necesidad de reformas políticas de fondo, incluyendo a la Constitución, y a la ley electoral.

 

 

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