viernes, 22 de noviembre de 2024

Enorme entusiasmo genera la “edición” de genes

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Editar un gen quiere decir retirar o corregir un defecto que provoca una enfermedad. También permite corregir errores en embriones humanos.Pero como eso significa manipular el corazón mismo del código de la vida, genera muchas cuestionamientos éticos.

La gran diferencia entre terapia de genes (un a práctica que existe desde hace unos 15 años) y la nueva “edición de genes” es que esta última permite algo mucho más preciso: agregar un gen en un determinado lugar de la cadena del ADM. También se la puede usar para cortar una sección defectuosa en el ADN.

 

Explicar la ciencia de la ingeniería genética no es fácil, pero para dar una idea de lo que significa la edición de genes es bueno recurrir a las palabras de un biólogo molecular: “Imagínense que fuera posible manipular una región específica del ADN… casi con la misma facilidad que se corrige un error de tipeo”. Eso es lo que promete un procedimiento de nombre complicado pero de sigla recordable: CRISPR.

 

CRIPR es un raro conglomerado de secuencias que es capaz de reconocer virus invasores, disparar una enzima especial para cortarlos en pedacitos y usar esos pedacitos virales que quedan para formar un rudimentario sistema inmunológico.

Con CRISPR los científicos pueden cambiar, eliminar y reemplazar genes en cualquier animal, incluso en el ser humano. Trabajando principalmente con ratones, los científicos ya han elaborado la herramienta para corregir  errores genéticos responsables de la anemia, la distrofia muscular y el defecto que se asocia con la fibrosis cística. Un grupo ha reemplazado una mutaciópn que provoca cataratas; otro ha destruido receptores que usa el HIV para infiltrarse en nuestro sistema inmunológico.

El impacto potencial de CRISPR en la biosfera es igualment4e profundo. El año pasado, al eliminar las tres copias de un solo gen de trigo, un equipo conducido por el genetista chino Gao Caixia creó una cadena que es totalmente resistente al moho, una de las plagas más generalizadas del mundo. El año pasado científicos japoneses usaron la técnica para prolongar la vida de los tomates desactivando los genes que controlan la velocidad de maduración. Los investigadores agrícolas esperan que un método semejante usado para mejorar las cosechas será mucho menos controversial que usar organismos genéticamente modificados, un proceso que requiere introducir ADN extraño al gen de muchos de los productos que comemos.

 

La tecnología también hizo posible estudiar enfermedades complicadas de un modo totalmente nuevo. Algunos desórdenes famosos, como la enfermedad de Huntington y la anemia son causados por defectos en un solo gen. Pero enfermedades más devastadoras, como la diabetes, el autismo, el Alzheimer y el cáncer, son casi siempre el resultado de una dinámica en constante movimiento que puede incluir cientos de genes. La mejor forma para entender esas conexiones ha sido siempre testearlas en modelos animales, un proceso de prueba y error que puede llevar años. CRSPR promete hacer ese proceso mucho más fácil, más preciso y exponencialmente más rápido.

 

Inevitablemente, claro, la tecnología también permitirá a los científicos corregir defectos genéticos en embriones humanos. Cualquier cambio de ese tiempo, sin embargo, infiltraría a todo el genoma, que luego pasaría a los hijos, nietos, bisnietos y a todas las generaciones subsiguientes. Eso plantea la posibilidad, en forma más realista que nunca antes, de que los científicos puedan reescribir el código fundamental de la vida, con consecuencias para las futuras generaciones que tal vez nunca podamos anticipar.

Las preocupaciones éticas por lo que todo esto puede significar podrían demorar el desarrollo de tratamientos prometedores.

 

 

 

 

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