Tiene sentido que Inmigrante está situado en una antigua casa: los platos y los rituales que allí se encuentran tienen mucho de costumbres hogareñas, recetas que llegaron desde lejos, se adaptaron a la realidad local y pasaron de una generación a la otra. El chef Leandro Di Mare (Hotel Mio, Tarquino) y su mujer Daiana Carena proponen en su flamante restaurante un viaje por los sabores de otro tiempo pero con una actualidad personal. Por más clásico que sea el plato, la creatividad y la técnica del chef están presentes. La carta de comidas está dividida en seis categorías. Para comenzar, los copetines y conservas, según el día y la estación: pueden ser unos Tentáculos de calamar en escabeche, Lengua a la vinagreta o Longaniza, pepinillos, habas y chicharrón. Para acompañar (y mojar) llega a la mesa un pan recién salido del horno. Otra sección que contiene abrebocas es la de las raciones al medio: Rabas a la romana, Chinchulines, rúcula, ajo y parmesano o Tortilla de la Bruja aparece allí. Entre los entrantes, el Gramajo aparece como testigo del eje del restaurante: llega servido en una sartén pero no está revuelto, si no que tiene por un lado papas rejilla, por otro un huevo a baja temperatura y una sabrosa lonja de jamón de cerdo. En conjunto, sin duda, resulta el clásico porteño, pero la versión Di Mare tiene distinción. La Molleja de corazón, crocante por fuera y cremosa en su interior, está grillada a la parrilla, trae pera, vegetales en pickle, mandioca frita y un limón quemado para exprimir en el momento y causar un contraste de temperaturas, además del de las texturas. Entre los principales aparecen carnes y pastas, como el Matambre de cerdo -marinado con vermut, en esta ocasión Cinzano- hecho a la parrilla, con gremolatta de limón, batatas y manzanas al caramelo, puerro quemado y pencas de acelga al escabeche. El Churrasco de tapa de cuadril llega con morrones asados y otra guarnición que bien podría ser plato en sí mismo, tallarines al pesto. El abanico de postres tiene Profiteroles con pastelera y mousse de chocolate, Torta Cacho y un inolvidable y contundente Flan de 20 yemas con dulce de leche y crema montada.
Detrás de la propuesta de bebidas también queda marcado el trabajo que tiene detrás. El agua de filtro se pide en jarra y corre por cuenta de la casa (tampoco se cobra cubiertos). La carta de cócteles rescata clásicos de las barras porteñas, como el Coloradito, El pato y el Amargo obrero con pomelo, y hay tres variedades (Golden, Stout e IPA) de cerveza artesanal Antílope, elaborada para Inmigrante. En el ingreso al primer salón están exhibidos los vinos, una selección personal del chef que se vende a precios de vinoteca. De salones amplios, la combinación de madera y hierro con objetos de diseño como las sillas y las lámparas crean un ambiente interesante que termina de redondear la acogedora iluminación. Un bodegón moderno en el que encontrar una oferta pensada para disfrutar con el corazón.
Inmigrante.
J. A. Cabrera 4667, Palermo.
Martes a domingos de 18 a 00. Sábados y domingos de 12 a 16.
Medios de pago efectivo, crédito y débito.
Teléfono 2083-2220.
www.inmigrante.com.ar Instagram/Facebook: @inmigrante.restaurante