Nunca como ahora el sexo entre adultos no casados estuvo más aceptado. Nunca hubo tantas personas que digan que el sexo extramatrimonial; nunca como ahora hubo menos casos de HIV desde su aparición. Hoy hay anticonceptivos para antes y después del sexo. Hay menos tabúes y hay apps “a gogo” para conseguir levantes.
Pero a pesar de todo eso y mucho más, los adolescentes y jóvenes adultos de Estados Unidos están teniendo menos sexo, informa la revista The Atlantic.
La generación más joven está iniciando su vida sexual más tarde que en décadas anteriores. Entre 1991 y 2017 la encuesta del Center for Disease Control and Prevention’s Youth Risk encuentra que el porcentaje de estudiantes secundarios que han experimentado encuentros sexuales cayó de 54% a 40%. O sea que en el espacio de una generación ha pasado de ser algo que experimentaba la mayoría de los estudiantes secundarios a ser algo que la mayoría no ha probado todavía.
La tasa de embarazo adolescente también cayó a un tercio de su pico en las últimas décadas. La declinación comenzó en los 90.
Ahora bien. Esta noticia que tranquiliza a muchos padres, educadores y religiosos, podría tener sus raíces en algo preocupante. Algunos observadores comienzan a preguntarse si la demora en el sexo adolescente no será el primer indicio de un más amplio repliegue de la intimidad física que se interna en la adultez.
En una serie de artículos publicados por la universidad de San Diego, la profesora de psicología Jean Twenge publicó sus investigaciones sobre el repliegue de la vida sexual en Estados Unidos y las motivaciones. Extrayendo datos de la Encuesta General Social, calcula que entre 1990 y 2014 un adulto promedio pasó de tener sexo 62 a 54 veces al año. Una sola persona puede no advertir esta disminución, pero extrapolando los datos a nivel nacional, la diferencia es grande.
