Esta medición semestral (la 14a de la serie iniciada en
1991) se realizó inmediatamente después de las
elecciones del 26 de octubre y en medio del estallido del llamado
efecto arroz. Resulta, por lo tanto, llamativa la persistencia de las
expectativas positivas para las áreas clave de los negocios en
la primera mitad de este año. La mayoría de los
empresarios consultados espera ver crecer sus ventas y planea
inversiones.
Esta nueva medición de expectativas de los empresarios se
distingue con rasgos precisos entre las 14 que MERCADO ha publicado
en el transcurso de los últimos siete años.
Vale la pena recordar que la comparación de los resultados
de estas encuestas es absolutamente pertinente, puesto que se ha
mantenido, sin variaciones, el diseño original, elaborado por
el sociólogo Heriberto Muraro, y el procesamiento de los datos
estuvo, en todas las ocasiones, a cargo de la firma Telesurvey.
Esta medición ha sido, por lo tanto, un instrumento
excepcionalmente confiable para registrar, por ejemplo, los sacudones
que produjeron, en el clima de los negocios, hechos tales como la
irrupción del efecto tequila o la renuncia de Domingo Cavallo.
Esta vez fueron dos los factores que podrían haber
producido un vuelco en las expectativas de los empresarios para la
primera mitad de 1998. Por un lado, la primera derrota de alcance
nacional padecida por el menemismo en las elecciones legislativas del
26 de octubre. Por el otro, y casi al mismo tiempo, el derrumbe de
los mercados de valores en Asia, que puso en marcha una crisis global
cuyas dimensiones – según el análisis de muchos
economistas – parecían más amenazantes aún
que las del tequila.
No es del todo sorprendente que los resultados de los comicios
hayan sido asimilados sin sobresaltos por la comunidad empresaria.
Desde hace tiempo, MERCADO viene advirtiendo sobre la creciente
independencia entre el rumbo de los negocios y las mudanzas del mundo
político.
Resulta, en cambio, asombrosa la reacción de los
empresarios a la hora de anticipar las perspectivas de sus propios
negocios en medio de la ola de incertidumbre y aprensión
generada por la crisis que empezó en Asia y terminó
haciendo temblar a la Argentina y a su gigantesco socio
brasileño.
El color del cristal
En los tramos finales del extenso cuestionario enviado por MERCADO
a los empresarios se les pide que definan sus expectativas acerca de
la marcha de la economía argentina durante el próximo
semestre. En esta oportunidad, un sólido 79% se define como
muy o algo optimista. El índice marca, por cierto, un notable
contraste con el registrado durante el sombrío mes de julio de
1995, cuando apenas 38% veía signos alentadores en el
horizonte. Y supera holgadamente, incluso, la marca de 69% alcanzada
en la última encuesta, publicada en julio de 1997, cuando el
optimismo encontraba sobrados fundamentos en la evolución de
la economía.
En el otro extremo del espectro de opiniones, el pesimismo convoca
apenas 5% de las respuestas, frente al inquietante 41% registrado a
mediados de 1995.
El pan de cada día
Ahora bien, ésta es la medida más abstracta (y
también la más frecuentemente utilizada) para evaluar
el estado de ánimo empresario. Los encuestados formulan
aquí un pronóstico general acerca del futuro de la
economía y no es aventurado suponer que puede haber en esto
mucho de wishful thinking (o de la más criolla costumbre de
poner buena cara al mal tiempo).
Por eso, esta encuesta de MERCADO ha esta estado orientada, desde
el comienzo, a la búsqueda de señales más
concretas. Las expectativas de ventas y rentabilidad o los planes de
inversión y contratación de personal en la propia
empresa del encuestado son, en este sentido, datos mucho más
reveladores que un pronóstico general.
En este caso, las proyecciones de las ventas para la primera mitad
del año confirman la tendencia al optimismo, aunque algo
más moderado: 71% estima que las ventas de su empresa
serán superiores a las del semestre anterior. El índice
es sólo levemente inferior al registrado en la última
medición de julio (73%), y ciertamente más alentador
que el catastrófico 17% de mediados de 1995 o el
todavía magro 54% de fines de ese año.
En cuanto a la rentabilidad esperada para los primeros seis meses
de 1998, las expectativas favorables están presentes en 87% de
las respuestas, un incremento sustancial frente al índice de
76% alcanzado en la encuesta anterior, y con la particularidad de que
el incremento más fuerte se observa entre los que anticipan
una operación “muy rentable” para su empresa: pasaron de 12 a
26%.
Exportar para crecer
Las expectativas favorables también se mantienen
– con un ligero descenso – en el terreno de las
exportaciones. Llega a 65% la proporción de encuestados que
incluye las ventas al exterior entre los planes de su empresa.
Los proyectos en esta materia son, por otra parte, más
ambiciosos. Una porción mayoritaria (56% frente a 49% en la
encuesta anterior) espera incrementar sus exportaciones.
Descendió de 68 a 52% el índice de respuestas de
empresarios que planean destinar a la exportación menos de 20%
de su producción. En cambio, aumentó notablemente el de
quienes esperan volcarse con mayor intensidad a los mercados
externos. Casi se duplicó, por ejemplo, el número de
quienes proyectan colocar en el extranjero entre 61 y 80% de su
producción (pasaron de 6 a 11%).
Este último dato es interesante, porque parecería
revelar que, más allá del optimismo con que encaran el
futuro inmediato, los empresarios argentinos comienzan a advertir que
la búsqueda de oportunidades de crecimiento debe,
necesariamente, trascender las fronteras.
Las expectativas puestas en la actividad exportadora se muestran
con nitidez en las respuestas acerca de la rentabilidad esperada de
este tipo de operaciones. Casi tres de cada cuatro exportadores
(actuales o potenciales) creen que lograrán resultados
positivos. Y ha aumentado asombrosamente (de 3 a 11%) la
proporción de quienes auguran una rentabilidad “muy alta”.
Invertir, pese a todo
Una sólida mayoría de 86% de los encuestados planea
realizar inversiones durante la primera mitad de 1998. Y eso no es
todo: los montos previstos superan casi todos los antecedentes en la
materia: 26% planea invertir más de US$ 20 millones, lo que
constituye un récord histórico en esta encuesta.
La tendencia resulta confirmada cuando los encuestados responden
si su empresa incrementará su volumen de inversiones en los
próximos seis meses: 68% contesta afirmativamente.
Esto muestra, por cierto, un claro correlato con la
disposición a endeudarse. Cabe recordar aquí que
ésta es una de las cuestiones más sensibles a los
cambios de clima en el mundo de los negocios; las empresas suelen
restringir rápidamente su demanda de crédito ante los
primeros signos de recesión o crisis económica. Los
encuestados en esta ocasión no exhiben, sin embargo, un cambio
de actitud con respecto a la medición anterior: 11% afirma que
el endeudamiento de sus empresas será muy superior al
año pasado y 58% señala que se mantendrá en el
mismo nivel.
Personal y capacidad utilizada
La intención de incorporar más personal al plantel
de la empresa representa – en igual o mayor medida que la
decisión de adquirir más crédito – un acto
de fe en la salud de la economía.
En este sentido, los empresarios encuestados revelan un grado de
confianza equiparable al que exhibieron en julio de 1997. Casi una
cuarta parte (24%) planea incrementar en hasta 10% su dotación
de personal (en la anterior medición el índice era de
25%). Los que proyectan una expansión mayor (entre 11 y 20%
del personal) suman 7%.
Sólo se advierte un signo negativo en el segmento de los
que prevén reducir sus planteles en hasta 10%. Representan
ahora 16% de la muestra, frente a 8% del semestre anterior.
Costos, impuestos, salarios
Una de las novedades más llamativas que surgen de los
resultados de esta encuesta es que la preocupación por los
costos financieros ha descendido notablemente. La proporción
de quienes los mencionan como un factor de inquietud en su estructura
de costos descendió de 24% en la medición anterior a
sólo 9% en la actual. Con lo que parecería confirmarse
que las promesas de mayor eficiencia del sector bancario comienzan a
ganar credibilidad en las empresas.
Se observan, en cambio, ligeros aumentos en los índices de
preocupación por los aumentos de los insumos y materias primas
(de 18 a 20%), de los impuestos (de 22 a 28%) y en los salarios y
cargas sociales (de 24 a 28%).
En este último punto se advierte la consolidación de
una tendencia que se advirtió por primera vez en la encuesta
realizada en diciembre de 1996: los empresarios anticipan una
recomposición de los salarios reales de los trabajadores. En
julio de 1995, llegaban apenas a 4% quienes planeaban otorgar
aumentos de sueldos superiores a la inflación. El
índice trepó 27% un año y medio después,
y se sitúa ahora en 29%.
En cambio, sólo uno de cada diez de los empresarios
consultados anticipa que sus incrementos salariales estarán
por debajo de la tasa de inflación (en julio de 1995 esta
proporción llegaba a 30%).
Las calificaciones del gobierno
Otro dato curioso es que, pese a las denuncias y controversias que
se multiplicaron en los últimos meses alrededor de las
privatizaciones pendientes (sobre todo en el caso de los
aeropuertos), la opinión de los encuestados con respecto a la
marcha del proceso ha mejorado sustancialmente. Algo más de la
mitad (frente a sólo 40% en la medición anterior)
piensa que las privatizaciones avanzan – lenta o
rápidamente – y que se cumplirán los objetivos en
esta materia.
Se observa también un repunte notable en los juicios
positivos acerca de la repercusión en la empresa de las
medidas tomadas por el equipo económico oficial. Una
mayoría de 52% (en julio pasado era sólo 40%)
prevé efectos favorables o muy favorables. Y los que se
inclinan por esta última opción representan 15% de la
muestra, el índice más alto de los últimos tres
años.
El dictamen no es tan halagüeño a la hora de prever el
rumbo de las cuentas fiscales: apenas 7% piensa que se logrará
el equilibrio.
Y tampoco se advierte un gran progreso en el grado de credibilidad
atribuida a la gestión económica oficial. Sigue siendo
bastante baja (26%) la proporción de encuestados que anticipan
que mejorará la imagen de la conducción
económica. La mayoría (65%) no espera cambios.
En cuanto a la cuestión del Mercosur, que ha sido uno de
los puntos de evolución más variable en esta encuesta,
se registra un vuelco decididamente positivo. A pesar de que en el
momento en que se realizaba esta medición la economía
brasileña atravesaba por un período particularmente
crítico, dos de cada tres encuestados pronosticaron que el
Mercosur tendrá una incidencia favorable en sus negocios.
Apenas 5% (el índice más bajo de los últimos
tres años) manifestó reticencias.
Dolores Valle
