martes, 16 de diciembre de 2025

“La resiliencia será tan importante como la innovación”

Según nuestro último Estudio de Madurez Digital de la Banca, Argentina aún muestra una brecha significativa respecto no solo de los países líderes, sino también de los principales mercados latinoamericanos. Esto se explica tanto por lo que se está haciendo como por la velocidad de avance.

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Por Pablo Peso (*)

El mundo, y en especial la región, evoluciona a un ritmo más acelerado que el nuestro. La excepción se da en los medios de pago y en los neobancos, que presionan a las entidades tradicionales a innovar con mayor rapidez. Uno de los grandes desafíos es la modernización del core bancario. Muchos bancos todavía operan con sistemas heredados que limitan su capacidad de innovar y escalar. Migrar hacia arquitecturas ágiles y modulares es clave para responder a las demandas del mercado.

Otro reto central es la experiencia del cliente. Los usuarios esperan servicios digitales personalizados, seguros y disponibles todo el tiempo. Esto obliga a rediseñar procesos con un enfoque centrado en el usuario, integrando inteligencia artificial, robótica y analítica avanzada.

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La ciberseguridad y el cumplimiento normativo representan otro frente crítico. La digitalización debe ir acompañada de una gestión sólida del riesgo, protección de datos y adaptación a regulaciones cada vez más exigentes. El talento humano y la cultura organizacional también son determinantes. La transformación tecnológica requiere nuevas habilidades, liderazgo digital y una cultura que fomente la agilidad y el aprendizaje continuo. Superar estos desafíos permitirá a las entidades financieras modernizar su operación, capturar nuevas fuentes de valor, mejorar la eficiencia y fortalecer su vínculo con los clientes en un sistema financiero con múltiples actores que tenderá a consolidarse. En este escenario, resulta esencial desarrollar ventajas competitivas sostenibles.

El crédito como oportunidad

Una de las mayores oportunidades está en la reactivación del crédito privado. Si la inflación

desciende, las tasas se normalizan y la inversión se expande, los bancos podrán recuperar su rol como motores del financiamiento productivo. La baja relación préstamos/depósitos y los niveles sólidos de capitalización ofrecen espacio para crecer sin comprometer la solvencia, fortaleciendo la conexión entre banca y desarrollo económico. La importante tenencia de títulos públicos por parte de los bancos refuerza la necesidad de estabilidad política y económica. Las calificadoras internacionales advierten que, sin estabilidad y sin reformas estructurales, el sistema financiero argentino enfrentará un contexto desafiante.

El equilibrio entre prudencia y crecimiento será clave. Apostar por la innovación tecnológica, fortalecer la gestión de riesgos y avanzar hacia una mayor bancarización serán pasos esenciales para consolidar un sistema financiero más resiliente, inclusivo y competitivo.

Pensar el futuro de la banca en Argentina exige mirar más allá de la coyuntura. En un contexto de búsqueda de equilibrio macroeconómico, aceleración tecnológica y cambio en los hábitos financieros, los modelos de negocio deberán adaptarse para sobrevivir y prosperar.

La digitalización seguirá siendo un eje central. La banca tradicional deberá profundizar su transformación no solo para ganar eficiencia, sino también para responder a la demanda de servicios ágiles, personalizados y seguros. Los bancos más avanzados ya migran hacia modelos centrados en la experiencia del cliente, con foco en eficiencia y fidelización. La clave será adoptar una mentalidad colaborativa, integrando servicios de terceros y desarrollando súper–aplicaciones que ofrezcan soluciones integrales en tiempo real.

Este proceso se potenciará si se avanza hacia un entorno de finanzas abiertas. La ventaja histórica de ser los únicos custodios de los datos financieros se diluye y la competencia se amplía con la entrada de fintech y plataformas digitales. Las finanzas abiertas no solo habilitan nuevos canales de distribución, sino que también permiten monetizar la infraestructura bancaria mediante esquemas de finanzas embebidas, integrando servicios financieros en plataformas no financieras. Los modelos más exitosos serán híbridos, combinando la robustez institucional de los bancos con la agilidad de las fintech. Las entidades que integren capacidades digitales, automatización inteligente y analítica avanzada estarán mejor posicionadas para competir. La colaboración entre bancos y startups será clave para ampliar la inclusión financiera y desarrollar productos adaptados a segmentos históricamente desatendidos. La resiliencia será tan importante como la innovación. En un país en que el riesgo soberano y la volatilidad siguen siendo factores estructurales, los bancos deberán fortalecer su gestión de riesgos, diversificar activos y cuidar sus niveles de exposición. La sostenibilidad del negocio dependerá de la capacidad para equilibrar crecimiento con estabilidad. En definitiva, el futuro de la banca argentina será de quienes logren transformar su ADN, combinando tecnología, agilidad y visión estratégica. No se trata solo de digitalizar procesos, sino de rediseñar el modelo bancario
para un país que exige soluciones ágiles, inclusivas y resilientes.

(*) Socio Líder de la Industria Financiera de Deloitte Cono Sur 

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