ANÁLISIS | Entrevista
Por Gustavo Baiman

Fernando Racca
Foto: Gabriel Reig
El crecimiento en los últimos años de las empresas de software y servicios informáticos en la Argentina, sumado a las oportunidades que ofrece el sector y a las capacidades de los profesionales y emprendedores locales, puede convertir al país en un importante polo tecnológico de referencia mundial. Desde la salida de la crisis a mediados de 2002 a la fecha, la facturación de la industria creció 359%, las exportaciones 542% y la tasa de empleo 344%. Hoy el sector genera más de 55.000 puestos de trabajo y proyecta para este año una facturación de $8.961 millones.
Si bien en los últimos meses se notó una desaceleración (en el primer semestre de 2009 en comparación con el último de 2008 la facturación cayó 0,1% y las exportaciones 5,5%) las proyecciones para el año que viene mantienen la curva ascendente, se prevé un aumento en la facturación de 20,3% y una suba de 20,9% en las exportaciones.
Las expectativas para mantener la evolución están puestas, en mayor medida, en el mercado corporativo y en las exportaciones, y en menor medida, en las compras de los entes gubernamentales, en el mercado masivo y en las Pyme. En tanto que las oportunidades que ve el sector para el mediano plazo son el crecimiento global del mercado de TI, la visión de la Argentina como un productor calificado, la mayor competitividad y crecimiento en segmentos específicos de la economía y la mayor receptividad por parte de los actores del poder político y económico en desarrollar la industria.
Para los próximos dos años la industria identificó ocho áreas estratégicas en donde hacer foco. Cuatro de ellas tienen un mayor nivel de desarrollo interno: soluciones de agroindustria; soluciones de salud y medio ambiente; soluciones de contenidos dinámicos (E-learning, E-marketing); y soluciones de valor agregado (servicios informáticos y software registrados).
Las otras cuatro áreas que tienen alto potencial pero que aún deben desarrollar más aplicaciones o servicios son: soluciones de gobierno electrónico, soluciones de cadenas productivas (logística, distribución y comercialización), soluciones de educación y soluciones de turismo.
Según el presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI), Fernando Racca, las políticas activas por parte del Gobierno nacional, como la ley de declaración como industria a la producción de software; la ley de promoción de la industria del software; los incentivos en dinero a las universidades que generen profesionales para el sector; y las becas del Bicentenario para estudiar ciencias duras, fueron determinantes para el desarrollo del sector.
Actualmente la apuesta por parte del Gobierno, junto con la cámara, es Fundación Sadosky, un emprendimiento público-privado que apunta a darle más valor a la oferta de software argentino incentivando la investigación aplicada. La fundación va a tener una dotación de investigadores, que provee el Gobierno, que se dedicarán a atender las demandas del sector. Las autoridades del instituto ya se eligieron y se está avanzando rápido en la construcción del primer centro.
“Este tipo de medidas pusieron a la Argentina en el mapa. El trabajo de la cámara fue promover todos estos procesos y realmente tuvimos una respuesta positiva. Fuimos prácticamente pioneros en incentivar fuertemente la industria con políticas públicas, en la región muchos países toman el caso argentino como referencia para lograr ventajas iguales o mejores. Lo mismo hacen ahora los países del este europeo. Nuestra industria lleva más eficiencia a la economía. Nosotros ofrecemos sistematización de soluciones de necesidades, cuantas más necesidades más software, no hay manera que esta ola pare”.

Modelo productivo
–¿Cómo podría definir el modelo y la estrategia de desarrollo del sector en la Argentina?
–Podría decirse que en el mundo hay dos grandes modelos, el israelí y el indio. La Argentina con sus casi 60.000 puestos de trabajo no puede emular la agenda digital de India, que tiene ese número de gente solo en una de sus tantas empresas. El tipo de servicio y ventas que ofrece India no es lo que deberíamos dar nosotros. Por una cuestión de escala no podemos salir a competir en la agenda global por precio. Nosotros tenemos que mejorar el valor de la oferta y mejorar el valor es agregar más investigación y desarrollo y más innovación. Nuestro comprador tiene que estar dispuesto a pagar más por las características propias del producto y servicio que nuestras empresas pueden ofrecer.
Apuntamos a desarrollar el modelo que tiene Israel que está basado fuertemente en la propiedad intelectual. Los israelíes tienen un producto interno informático parecido al nuestro y prácticamente la misma cantidad de personas vinculada a la industria y tiene exportaciones por US$ 3.000 millones mientras que nosotros exportamos por 600 millones. Ellos tienen muy desarrollado el mercado de propiedad intelectual, nosotros tenemos que apuntar a eso.
–¿Cuál considera que es el principal obstáculo para poder desarrollar un mercado, por ejemplo, como el israelí?
–El sector tiene pleno empleo, esto significa que si sigue aumentando la demanda de productos y servicios en vez de tener crecimiento vamos a tener una inflación de costos. Se necesitan más cantidad de recursos humanos y en particular el producto de las tecnicaturas. Es muy importante para la oportunidad que se nos presenta, necesitamos responder con el capital humano.
Si no tengo más gente lo único que puedo hacer es seleccionar cuál es la parte de la demanda que puedo hacer y los mecanismos de mercado van a decir que el que pueda pagar más por este recurso escaso se lo lleva. Si duplicamos la cantidad de profesionales podemos absorber el doble de demanda. Esa es la buena noticia que tenemos que dar. Por cada persona que ingresa al mercado laboral en el sector, la facturación total aumenta entre US$ 30.000 a 40.000 al año.
–Quiere decir que si bien la competencia no es por precio, el factor costo es significativo.
–Hay una distorsión en el sistema de precios. Las cadenas de valor que no tienen que ver con nuestra industria incorporan también ingenieros en sistemas, programadores, etc. Por ejemplo una fabrica automotriz, o la industria farmacéutica o algunos bancos extranjeros tienen su centro de desarrollo de software aquí para todo el mundo y esto provoca una importante presión salarial.
Estamos hablando de empresas multinacionales que consumen recursos de nuestra cadena de valor. Tenemos un drenaje hacia otros rubros. También hay una ocupación de personal informático en la industria local en general, pero crece a la tasa normal del país, en cambio las compañías del exterior vienen y pueden tomar 800 personas de una vez.
–¿Qué es lo más conveniente, seducir con algún tipo de incentivo a las multinacionales informáticas para que operen en el país o buscar métodos para desarrollar empresas de menor escala pero nacionales?
–Las barreras de ingreso al sector son bajas, hay muchos y buenos emprendedores que son los que mejor juegan el juego porque son nativos digitales, entienden la idea de globalización desde su inicio y saben mejor que nadie cuáles son las oportunidades. En una ocasión se hizo un llamado a concurso a emprendedores. Se presentaron más de 400 propuestas, la mayoría de buena calidad, esto demuestra una dinámica y un potencial. Me parece que esa es la mejor apuesta.
–¿El mercado local brinda buenas posibilidades o las mayores expectativas de crecimiento están puestas en el extranjero?
–Hay posibilidades de desarrollo tanto en el mercado local como en el extranjero. Aquí tenemos que lograr una mayor inserción de tecnología en todas las ramas de la economía. Y en el exterior es necesario incentivar la conformación de misiones comerciales para que vayan a promocionar nuestras cadenas de valor y nuestros productos. En este sentido estamos muy bien acompañados por la Cancillería. Paralelamente a esto hay otro fenómeno que es la internacionalización de las empresas locales, que no es solo exportar productos sino radicar empresas nacionales en el exterior, y para esto hay un buen mercado en México y Brasil.
En vez de globalizar la oferta se globalizan las compañías. Pero también es cierto que los incentivos para desarrollar nuevos productos y servicios van a venir del exterior. Si bien el mercado local tiene muchas expectativas de expansión, la calidad competitiva de nuestra industria va a estar definida por la calidad de nuestra competencia internacional. Se nivela para arriba.
–El Estado fue un buen impulsor de políticas para desarrollar la industria pero, ¿es también un buen comprador de productos o servicios de empresas locales?
–El Estado debería ser un comprador más activo de la producción local. Si somos capaces de exportar, si hay organismos internacionales que compran los productos argentinos, no veo porque una Secretaría no pueda hacerlo.
Es cierto que hay un problema de marco regulatorio, según expresan algunos funcionarios, que hace difícil el tema, en el sentido de que los procesos licitatorios suelen ser largos y complejos, a tal punto que una necesidad que puede ser de corto plazo como informatizar un departamento o temas de gestión, no toleran tiempos tan largos, porque al final del proceso o cambió el requerimiento de lo que tenían que hacer o la tecnología quedó obsoleta. Hay entonces un aspecto de marco legal que hay que atacar. Es necesario buscar un sistema de compras del Estado apropiado a la dinámica de esta industria.
–Otro punto importante que ocupa la agenda de la industria es la financiación. ¿Si es un sector con tanto crecimiento por qué no logra el apoyo de los bancos?
–La industria se fondea 70% con reinversión de utilidades. Se calcula que hay otro 10% más que es aporte patrimonial de los socios nuevos, 6% de crédito de banca comercial y 6% de auxilio de subsidio del Estado. Esta estructura de financiamiento limita mucho el crecimiento.
Esta actividad, por su estructura de balance, es no elegible en el mercado comercial de crédito, porque una fábrica tiene máquinas, edificios, activos físicos que son sujetos de hipoteca, pero nosotros no tenemos ese tipo de activos. Está la propiedad intelectual, pero para los bancos eso no cuenta a la hora de cuantificar los activos. Además hay que agregar que muchos son emprendedores que no tienen ni siquiera patrimonio personal para responder.
El crecimiento de la industria se da por inversión de capital. En otras partes del mundo el mercado se apoya en la inversión de riesgo que es la base y la madre de la expansión de las tecnológicas, pero en nuestro país ese tipo de crédito no está desarrollado.
–¿Pudieron generar otras alternativas para responder a la falta de crédito?
–El tema es muy complejo. Otro de los problemas en este sentido es que no hay masa crítica para asumir los riesgos que significa fondear un proyecto porque la mortalidad de estas iniciativas es altísima. Se necesitan financiar 10 para saber que 6 ó 7 pueden fracasar y con los restantes recuperar y ganar con la inversión.
Hay muchas propuestas pero a ningún inversor, por el alto riesgo, le van a cerrar los números. Lo que estamos haciendo, aunque todavía es muy incipiente, es pedir financiamiento para nuestros clientes, para las distintas empresas que compran nuestra tecnología. Ya que no somos objetos de créditos buscamos que se los otorguen a otras ramas de la industria. Tenemos que armonizar con el sistema bancario respuestas empaquetadas para que ese proceso sea ágil.
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Perfil Fernando Racca es contador público nacional, egresado de la Universidad de Rosario, y MBA en el IESE de Barcelona. Es presidente de Intersoft S.A., empresa argentina con más de 25 años en el mercado, pionera en el desarrollo de soluciones empresariales y tecnológicas, especialista en brindar soluciones de negocios orientadas a las necesidades de cada industria. Es miembro de la Comisión Directiva de CESSI desde 2002 y asumió la presidencia de la entidad en octubre de de este año. |

