El otoño se presenta con una recesión en el horizonte por la persistente presión inflacionaria y las crecientes apuestas de los inversores en contra del euro.
Ya son varios los gobiernos que han vuelto a poner la crisis energética al frente de la agenda.
Se supone que los ministros, a punto de reunirse en Praga suspenderán el acuerdo que concede a Moscú la tramitación de visas turísticas para entrar a los países del bloque.
Los gobiernos europeos han destinado 280.000 millones de euros para proteger a sus economías de la crisis energética, una cantidad que podría crecer si el precio del gas sigue subiendo. Por eso va a ser difícil que no haya una contracción económica en la zona del euro.
El gran problema para la Unión Europea es cómo mejorar la coordinación de los diferentes esfuerzos para lograr una política energética común. En junio, los ministros de la UE aceptaron hacer una reducción voluntaria de 15% en la demanda de gas entre agosto y marzo, además de los esfuerzos por diversificar las fuentes de suministro de gas y mejorar el almacenamiento. Ahora, sin embargo, deberían apostar a más.
Los ministros ahora han llamado a una reunión de emergencia que aún no tiene fecha.
El argumento a favor de la acción conjunta es que habrá que invertir mucho más para mejorar la infraestructura energética de la Unión Europea. Especialmente un gasoducto que comunique a la Península Ibérica con el resto de la red europea.