
En este ejercicio anual de Mercado, donde se entrega a los lectores los resultados del “Ranking de las empresas percibidas como más responsables” por empresarios y directivos que respondieron el sondeo, aparece nítida la huella de las nuevas generaciones en las empresas.
Según un estudio de Morgan Stanley realizado en 2017 en Estados Unidos entre inversores individuales, 86% de millennials se mostraron entre algo o muy interesados en inversiones relacionadas con los negocios sustentables, más precisamente enfocadas en el triple bottom line, que hace referencia al desempeño de una empresa expresado en tres dimensiones: social, económica y ambiental.
Este informe también destaca que dicha generación invirtió en compañías con objetivos sociales y ambientales dos veces más a menudo que la población total de inversores individuales.
Es por esto que muchas empresas han desarrollado nuevas estrategias para hacer más sostenibles sus productos y servicios, así como también los procesos de elaboración, buscando más inversiones y beneficiando de este modo su reputación corporativa.
En ese sentido, Pablo Cortínez, Focal Point de Finanzas Sustentables de Fundación Vida Silvestre para la red WWF, destaca: “La creciente preocupación por el cuidado del ambiente tiene su correlato en una mayor demanda de productos y servicios sustentables por parte de quienes se muestran más sensibles al deterioro de nuestro planeta. Este grupo de consumidores, si bien aún minoritario, es cada vez más numeroso, y exige productos y servicios que no solo se “pinten de verde”, sino que realmente sean producidos de manera sustentable, y que esto, a su vez, sea contrastable”.
En este sentido, una encuesta realizada en 2015 por la consultora Nielsen en 60 países, muestra que dos de cada tres de los consumidores finales consultados se mostraron predispuestos a pagar más para adquirir productos fabricados por empresas socialmente responsables, mostrando un incremento de 47% en cuatro años. A su vez, el análisis de los datos por grupo etario muestra que, mientras menor es la edad del encuestado, mayor es el interés por esta temática. Esta misma encuesta, analizó datos por región. De allí se desprende que la Argentina ocupa el último puesto entre los siete países encuestados en el área, mientras que los que encabezan el ranking son países de Asia.
De esta forma, la famosa generación que actualmente representa 30% de la población latinoamericana y 22% de la argentina, se sigue imponiendo como la más comprometida en el plano de la sustentabilidad, liderando esta tendencia, y marcando un nuevo y particular perfil de consumidor e inversor.
Compromiso con la sustentabilidad
Las ONG con foco en el medio ambiente, como Fundación Vida Silvestre, trabajan en conjunto con compañías, Gobiernos, otras ONG, comunidades y otros actores, para transformar los mercados y lograr la preservación de los recursos naturales. El compromiso continuo a largo plazo con las empresas, el sector financiero y los Gobiernos está propiciando un entorno para la sostenibilidad, abordando los mercados, las finanzas y las políticas públicas de forma integrada.
“El mayor nivel de concientización se ve reflejado en segmentos de mercado que prefieren productos que cumplan con criterios de sustentabilidad ambiental. Esos consumidores quieren saber cuán verde son los productos que se autodenominan verdes, y esta respuesta puede ser brindada por certificaciones de sustentabilidad que surgen de procesos multi-stakeholder, que incluyen organizaciones de la sociedad civil, (como WWF y Fundación Vida Silvestre Argentina), productores, retailers y bancos, entre otros. Existe una serie de certificaciones de sustentabilidad ambiental para varios de los commodities considerados críticos», explicó Pablo Cortinez, Focal Point de finanzas sustentables de Fundación Vida Silvestre para WWF.
Una de las primeras certificaciones, y probablemente la que goza de mayor reconocimiento, es el Forest Stewardship Council (FSC), orientada a productos de origen forestal. Análogamente, para los productos de origen pesquero existe la Marine Stewardship Council (MSC), en tanto la Round Table on Responsible Soy(RTRS) se ocupa de la soja. Para el caso de la carne vacuna, la GRSB (Global Round Table for Sustainable Beef) se encuentra en proceso de negociación y, a su vez, Vida Silvestre está trabajando en la Mesa Argentina de Carne Sustentable.
En este contexto y considerando la Agenda 2030 y el Acuerdo de París, se ha dado lugar a nuevos compromisos, reforzados por parte de los Gobiernos y empresas para conservar y apoyar la producción sostenible de commodities.
El compromiso con las empresas está contribuyendo a impulsar la acción colectiva en áreas como cadenas de valor libres de deforestación y nuevos enfoques para fomentar la producción sustentable de commoditiesen las regiones más vulnerables. De las 100 mejores empresas del mundo, 78 son miembros o participan en mesas redondas de múltiples partes interesadas, y 62 participan en otras plataformas de sostenibilidad como Global Forest & Trade Network (GFTN) y Consumer Goods Forum.
Esto se complementa con los compromisos de sustentabilidad que empresas de alcance global como Ikea, Home Depot, y Mc Donald’s, entre otras, vienen realizando desde hace años.
En 2017, Fundación Vida Silvestre y BID Invest llevaron a cabo la Segunda Encuesta sobre Sustentabilidad en Bancos de Argentina que incluyó bancos locales privados, extranjeros y bancos públicos. Consultados en particular acerca de las certificaciones de sustentabilidad, las entidades financieras mostraron un mayor nivel de conocimiento respecto de la primera encuesta, realizada en 2014.
“Muchas veces, cuando hablamos con los bancos sobre la apertura de líneas verdes, nos consultan sobre cómo ellos, sin ser especialistas en el tema, pueden estar seguros de que los clientes que se presentan como ‘verdes’ realmente producen de manera sustentable”. En ese caso, ciertas certificaciones de sustentabilidad podrían actuar como un sello de calidad.
Economista con vasta experiencia en riesgo y en el mercado de capitales, Cortínez manifestó que los bancos, al incorporar a su análisis criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés), acotan su riesgo tanto en cuanto al valor del colateral de sus clientes, como con relación al flujo de fondos proyectado. Con relación a esto último, expresó que “existen importadores en algunos países que, de manera creciente, requieren ciertas certificaciones como reaseguro de que los productos han sido producidos de manera sustentable y que no existen dudas acerca de su trazabilidad. Esto hace que estos criterios sean críticos para ingresar en ciertos mercados, o bien para permanecer en ellos”.
De esta manera, Fundación Vida Silvestre Argentina, junto a WWF, continúa trabajando en el sector, aportando datos e iniciativas para debatir e informar sobre la temática, contribuyendo para que las finanzas sustentables actúen como un acelerador de buenas prácticas ambientales en los diversos sectores productivos.
La economía circular
Integrar sustentabilidad y negocio: crecimiento
En 2017 las marcas sustentables de Unilever crecieron 46% más que el resto del negocio y aportaron 70% del crecimiento de la compañía. En una nueva edición de su evento Negocios Sustentables, la empresa impulsó la transición hacia un paradigma de economía circular y anunció los avances de su Plan de Vida Sustentable.
Esta empresa líder en consumo masivo realizó la conferencia Negocios Sustentables, un espacio de conversación sobre la importancia de integrar la sustentabilidad al negocio. En esta edición, estuvieron presentes Petar Ostojic, Fundador y director ejecutivo del Centro de Innovación y Economía Circular –CEO de Neptuno Pumps–, y Miguel Kozuszok, presidente de Unilever Latinoamérica y Cono Sur, quienes conversaron acerca del ciclo de vida de los productos y la importancia de acelerar el cambio hacia un modelo de economía circular.
Petar Ostojic se refirió a la economía circular como el sistema que propone el reciclaje de las materias primas, la producción, el uso y la reutilización de los residuos; y a la importancia del rol de las empresas en la gestión responsable de los envases en la cadena de valor. “La economía circular será el sistema económico de la cuarta revolución industrial”, aseguró Ostojic.
“De la materia prima que se produce todos los años (78 millones de toneladas) 14% se incinera, 40% se va a vertederos, 32% se fuga y solo 14% se recolecta para reciclaje y de ese porcentaje solo 2% entra en un circuito cerrado. Tenemos una gran cantidad de recursos que son subutilizados, pero la demanda de los mismos sigue creciendo. Hay algo que está fallando en este sistema. El reciclaje trata lo síntomas, pero no la causa, todo arranca en el diseño del producto”, agregó Ostojic.
En este sentido, Unilever dio a conocer las iniciativas con impacto positivo a lo largo de su cadena de valor, desde el diseño y materia prima de los productos hasta el post-consumo, llamando a la articulación entre los diversos actores como condición fundamental para generar un cambio sostenible.
Diseños y alianzas
“Para avanzar hacia un modelo de economía circular necesitamos reflexionar en la forma en que diseñamos nuestros productos, estimular a los consumidores a reciclar los envases y promover la construcción de alianzas estratégicas con los distintos actores de la sociedad para facilitar y acelerar el cambio”, afirmó Miguel Kozuszok.
En línea con el compromiso global de garantizar que 100% de sus envases plásticos sean totalmente reutilizables, reciclables o aptos para compostaje para 2025, Unilever trabaja localmente para diseñar productos sustentables. Como, por ejemplo, las botellas de detergente Cif Active Gel y Ala Ultra, que están hechas con 50% de PET reciclado y son 100% reciclables. Estas son las únicas marcas del mercado de detergentes en usar plástico post-consumo.
La nueva dimensión
Hay una nueva realidad que trasciende la mera estrategia de comunicación de las empresas, que afrontan una nueva responsabilidad.
En la relación entre sociedad y compañías, es claro que estas no pueden sobrevivir sin la otra. Las más recientes investigaciones en este campo revelan que los informes sobre temas de sustentabilidad dan por resultado un fortalecimiento de la posición de la empresa y de su competitividad. La responsabilidad empresarial alcanza nuevas dimensiones. Se lo exigen consumidores e inversionistas.
Todos los días, en cualquier campo de la actividad económica, se registra una de esas clásicas catástrofes de transparencia y trayectoria. No importa que las empresas en cuestión tengan códigos de ética, prácticas de compliance, y programas de RSE y sustentabilidad. La bomba estalla en cualquier lado y afina la vocación reguladora de los Estados. Algo que el mundo empresarial prefiere tener lo más lejos posible.
Por eso hay ahora una nueva valoración de la transparencia. El revelar prácticas gerenciales aumenta la responsabilidad social de los líderes y aumenta su credibilidad. A medida que las empresas ponen más énfasis en el desarrollo sustentable, se vuelven más éticas en sus prácticas comerciales, lo cual significa que se reducen los casos de sobornos y corrupción.
Hay un sector de académicos que piensa que RSE hace referencia a la obligación social que tiene una compañía de ser responsable en el mantenimiento y mejora de beneficios sociales además de la búsqueda de maximización de ganancias para sus accionistas.
Si se mira la relación entre sociedad y empresas, se observa que estas no pueden sobrevivir aisladas de la sociedad. Paralelamente, el desarrollo social descansa en el crecimiento de las compañías. Esta interdependencia decide que sociedad y compañías interactúan entre sí y a la vez se ven restringidas por sus respectivas reglas de desarrollo; es más, las compañías, como organizaciones sociales, tienen sus intereses independientes; los beneficios sociales son del bienestar público.

