Falta información, pero hay avances

    Por Carina Martínez

     

    Un tema global como el desarrollo sostenible no puede ser encarado de otra manera que no sea en red. De nada sirve que ciertos países/empresas/ciudadanos trabajen a favor de minimizar el impacto sobre el medio, estimular la inclusión social y lograr una mejor calidad de vida para las generaciones actuales y venideras, si otros tantos trabajan en sentido contrario.

    Es cierto que los países se encuentran desi­gualmente posicionados en cuanto a su fortaleza financiera, know how disponible, urgencias propias y una larga lista de etcéteras, lo cual repercute en las posibilidades de hacer frente a los requerimientos del conjunto. Pero también lo es que países poderosos y bien posicionados, cuya acción y cuyo compromiso son fundamentales para lograr resultados palpables, no siempre son los más dispuestos a implementar las medidas necesarias (léase, el alejamiento de EE.UU. de acuerdos globales o el consumo creciente de carbón en China).
    Es por esto que cobran cada vez más relevancia las actuaciones de los organismos supranacionales, como ONU, o como el tan mentado G20 que, este año, tiene a la Argentina como epicentro.
    Ya en 2015, los Estados miembros de ONU establecieron la Agenda 2030, que contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); una llamada a la acción universal para terminar con la pobreza, proteger el planeta y asegurar la paz y la prosperidad en el mundo. Estos lineamientos, por otra parte, son implementados por las compañías –principalmente las de vanguardia– como guías internas de su gestión sustentable.

    A pesar de esto, el trabajo mancomunado y con miras al futuro no es fácil de llevar adelante en el corto plazo. Las cifras de emisiones de dióxido de carbono, gas responsable del denominado “efecto invernadero”, y principal responsable del calentamiento global, siguen siendo escalofriantes. Según el informe sobre gases de efecto invernadero (GEI), publicado en Ginebra por la Organización Metereológica Mundial (OMM), el aumento de estas emisiones en 2016 batió récords históricos. Es verdad que los efectos del cambio climático se agravaron, en aquel momento, por una combinación de las emisiones originadas por la actividad humana con las del fenómeno climático de El Niño. Pero en 2017, las emisiones generadas por el ser humano volvieron a aumentar, en gran parte por el uso de carbón, particularmente en China.

    En un intento de avanzar a paso firme y más temprano que tarde, la Asamblea General de ONU aprobó en mayo la primera de las iniciativas del secretario general, António Guterres, para mejorar y reforzar el trabajo de la organización en el mundo y alcanzar los ODS. “La resolución que se adopta hoy marca la transformación más ambiciosa y completa del sistema de desarrollo de la ONU en décadas”, dijo el secretario general ante los representantes de 193 países que votaron a favor del cambio. La reforma –explicó– establece los cimientos para posicionar el desarrollo sostenible en el corazón de las Naciones Unidas y permite un acercamiento más pragmático a la promesa de avanzar en los ODS, que tiene a la erradicación de la pobreza como objetivo primordial.

    Para avanzar en este camino, Guterres propuso siete áreas claves de transformación: una nueva generación de equipos de la ONU en los países con habilidades para afrontar los retos de desarrollo específicos en cada nación; un sistema de coordinadores residentes fortalecido; proyectos regionales coordinados y reestructurados para fortalecer el trabajo en el terreno; nuevos espacios para que los Estados miembros puedan guiar las acciones de todo el sistema; una respuesta institucional de la ONU más fuerte y enfocada en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible; un convenio financiero para traer una mejor calidad, cantidad y previsibilidad de los recursos, con un aumento de la transparencia y de rendición de cuentas sobre los resultados; pasos concretos para la alineación del sistema con la Agenda 2030, a través de un documento estratégico que será llevado a cabo por el Grupo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

    Un punto clave de esta transformación es que el nuevo sistema de coordinación residente será impulsado a través de un nuevo convenio de financiación híbrida que incluye a los países y al sector privado. “Al combinar diferentes fuentes, se diversifica la base de financiamiento y se mejora la perspectiva de una financiación adecuada y predecible”, indicó el secretario general en aquel momento. “Actualmente el desarrollo no está siendo financiado como debe ser –aseguró por su parte Amina Mohammed, vicesecretaria general de la ONU–. Necesitamos que los Estados hagan más en cuanto a los fondos públicos, pero también debemos aprovechar el sector privado. El nuevo marco de desarrollo no puede ser solo gestionado por la ONU o los Estados miembros; necesita de la asociación”, aseguró la funcionaria y enfatizó que se está trabajando en programas que garanticen buenos retornos tanto para los inversionistas como para el planeta y la sociedad civil.

     

    La hora de actuar

    Es en este mundo veloz, dañado y repleto de desafíos que las compañías desarrollan su actividad cada día. Y es por esto que en el universo empresarial la gestión sustentable se manifiesta como un imperativo. Es cierto que las presiones social y normativa impulsan a las compañías a acelerar el proceso de cambio en la forma de pensar y hacer negocios, pero también lo es que la sustentabilidad es aliada de la rentabilidad y abre puertas a la innovación en procesos y negocios.
    En la Argentina, cada vez más compañías, sobre todo las líderes –con más recursos para paliar los devenires de la coyuntura y mantener la mira en el largo plazo–, avanzan en este sentido. Aquello que era un ejemplo del “se puede” se vuelve de a poco la única manera de lograr la licencia social para avanzar en un mercado hipercompetitivo y demandante.
    Por supuesto, una gestión sustentable no puede ser elaborada desde un compartimento estanco, separado de la estrategia de la empresa. La cultura organizacional sustentable es la clave para que la gestión dé sus frutos, y se traduzca en un nuevo modelo de negocios.

     

    Argentina y la gestión sustentable

    Para sondear el estado de la cuestión en el país, Mercado lleva adelante, desde 2016, un estudio que tiene como objetivos indagar la percepción de los ejecutivos respecto de las ventajas y barreras que presenta una gestión sustentable; cuál es el arraigo de la sustentabilidad en la cultura empresarial, y cuáles las políticas implementadas al respecto. Como conclusión, se identifica aquellas compañías percibidas como las más sustentables.

    En esta nueva edición, encomendada a Oh! Panel, bajo la dirección de Gonzalo Peña, los resultados mantienen la tendencia percibida en las anteriores, aunque con algunos giros interesantes. Los principales obstáculos siguen siendo la concientización y el desconocimiento al respecto, lo cual enciende una alarma en el nada allanado camino hacia la gestión sustentable.

     

    Los principales desafíos

    Años atrás, cuando las compañías daban sus primeros pasos reales hacia una estrategia sustentable de negocios, uno de los factores centrales de discusión era los costos. De un lado se ubicaban quienes aseguraban que llevar los negocios de manera sustentable implicaba grandes inversiones –cambio de maquinarias, nuevas fuentes energéticas, mecanismos de disposición de residuos, etc.–. Del otro, quienes pregonaban lo contrario. Para estos últimos, el ahorro energético, la reutilización de recursos y residuos, la búsqueda de la eficiencia en distintas áreas de la organización redundan en una reducción de costos que, a la larga, no trae más que mejores resultados. Esto sin contar el poderoso factor intangible que implica la mejora en la reputación vinculada al accionar sustentable.
    Hoy, de acuerdo a los resultados obtenidos entre los 276 casos que conforman la muestra este año, queda claro que los costos no forman –casi– parte de la discusión. Todos los ítems vinculados al tema repiten una tendencia descendiente en cada una de las mediciones. Así, entre los principales obstáculos identificados para llevar adelante una gestión sustentable, la variable Costos asociados bajó de a tres puntos por medición (12% en 2018); La actual situación del país cayó de 16% a 9%; mientras que Falta de presupuesto de la compañía bajó un punto (8% en 2018; registró 12% en 2016).

    En la otra cara de la moneda, se afianza el principal obstáculo identificado desde la primera medición, Dificultades para concientizar al personal de la compañía, con 44% de menciones en respuesta múltiple (41% en 2017 y 34% en 2016). Y, además, crece de manera llamativa la variable Falta de información y conocimientos que, si bien venía en aumento (pasó de 22% a 25% en la medición anterior) este año alcanza 32% de menciones. Ambas situaciones no pueden pasar desapercibidas y requerirán de un trabajo aceitado por parte de los líderes.

    En cuanto a las ventajas que una empresa sustentable acarrea, este año también mostró algunos datos diferenciales. Si bien el orden de importancia de las variables se mantiene intacto año tras año, la ventaja Aporta a la competitividad registra un retroceso de 6 puntos porcentuales (de 39% a 33%), en tanto que Incrementa la reputación de la compañía sube 3 puntos (de 28% a 31%) y se pone casi a la par de la primera.

    Las otras tres variables señaladas reciben menos menciones y van bajando en cada medición: Implica un mayor cuidado del medio ambiente, 15% (17% en 2017; 21% en 2016); Aporta un mayor compromiso con la comunidad, 12% (13% en 2017; 15% en 2016) y Mejora la gestión de la compañía, 10% (12% en 2017; 15% en 2016).

     

    “Lo que no se mide, no se puede mejorar”
    La tan mentada frase atribuida a Peter Drucker, pero cuyos orígenes parecen remontarse a fines del siglo 19, en la palabra del físico y matemático británico William Thomson Kelvin, puede definirse como uno de los atributos de nuestra época. En la era digital, todo se mide, a tiempo real, y nada queda librado al azar.
    En una gestión sustentable, además, la medición es origen y objetivo. Las compañías –luego de evaluar la situación del hoy– establecen metas que guían su accionar a escalas de tiempo definidas y evalúan, de manera constante, la adecuación –o no– al plan trazado.
    En esta edición, los números muestran algunas subas destacables, pero también algún indicador preocupante. Al ser consultados sobre si la empresa en que trabajan dispone de objetivos establecidos y cuantificables, 81% de los entrevistados (82% en 2017) respondió afirmativamente en cuanto a Ahorro de recursos (agua, papel, etc.); 81% (74% en 2017) lo hizo en cuanto a Reciclado y re-aprovechamiento de materiales; 80% (72% en 2017) en cuanto a Ahorro energético; y 83% (74% en 2017) en cuanto a Manejo de residuos. Pero en cuanto a Emisiones, uno de los principales factores que contribuyen al deterioro del planeta, solo 54% (55% en 2017) asegura que su compañía cuenta con objetivos establecidos y cuantificables.
    Respecto de la medición anterior, los mayores saltos se dieron en Manejo de residuos (con +9% de respuestas afirmativas); Ahorro energético (con +8%) y Reciclado y re-aprovechamiento de materiales (con +7%).

     

    Avances en cultura corporativa sustentable
    Quizás el dato más relevante de esta nueva edición del estudio llevado adelante por Mercado provenga de aquello que, en principio, es la base de cualquier gestión sustentable exitosa: el arraigo de la cultura corporativa sustentable.
    Luego de la baja de 5 puntos registrada en 2017 en afirmaciones positivas (Mucho + Algo) a la pregunta En nuestro país ¿cuán arraigada se encuentra la cultura corporativa sustentable en las compañías?, en la medición actual algo más de seis de cada 10 entrevistados (64%, contra 50% de 2017) responde positivamente, si bien la gran mayoría se concentra en la opción Algo (58%; Mucho, 6%).
    Contrariamente, 36% (–14% respecto del año anterior) responde o bien que la cultura sustentable está Poco arraigada en su empresa (34%) o Nada (2%).
    Las más sustentables
    Como final del estudio, la encuesta indaga cuáles son las empresas percibidas como las más sustentables. Para ello, se ofrece una lista de unas 60 compañías –con la posibilidad de agregar la deseada, si es que no figura en la lista– y se pide a cada uno de los participantes que seleccione cuáles cinco considera las más sustentables.
    Las compañías que se ubican en las primeras posiciones suelen repetirse –aunque cambiando un poco su posición exacta– y este año no es una excepción.
    Natura, con un poderoso 50% de menciones (+16% que el año anterior) retoma la primera posición que tuvo en 2016 (fue segunda en 2017). En segundo lugar queda Arcor, con 40% de menciones (fue primera en 2017, con 42%, y segunda en 2016, con 35%). El tercer puesto es para Banco Galicia, con 30% de menciones (+18%; fue quinta en 2017 18% y sexta en 2016 con igual porcentaje).
    En cuarto lugar figura este año Toyota, con idéntico 25% respecto de 2017 (fue tercera aquel año y quinta en 2016, con 21%). En quinto, Unilever, con 23% (+4% respecto de 2017) y, en sexto, Sancor Seguros, con 20% (+7%).
    En séptima posición se coloca Coca-Cola, con 18%, que mantiene la misma posición que en 2017 (fue cuarta en 2016, con 22%). En octava, Danone, con 14% (+6%), y en novena, Nestlé, con 12% (–5%). Cierra el top 10 Naranja, con 12% (+2%).

     

    Ficha metodológica

    El estudio fue llevado adelante por la consultora Oh! Panel, bajo la dirección de Gonzalo Peña.
    Se trata de una encuesta por muestreo, a un target ejecutivo, usuario de internet; se consiguieron 276 casos efectivos. 52% mujeres.
    El sondeo fue realizado online, utilizando la plataforma Oh! El instrumento de recolección fue un cuestionario estructurado con preguntas abiertas, cerradas y escalas de opinión de cinco minutos de extensión (media).
    Se realizó entre el 11 de junio y el 05 de julio de 2018.