En la región Comahue y Chubut, la tasa de actividad resultó del 44% (idéntica a la del mismo trimestre de 2020); la tasa de desocupación fue del 4,3% (2,3 p.p. por debajo en relación a un año atrás); y la tasa de desempleo fue del 42,3% (2 p.p superior a la situación prepandemia del cuarto trimestre 2019).
El aumento en el nivel de empleo contribuyó a la reducción del indicador de pobreza, no obstante, en Argentina 17,1 millones personas cuentan con ingresos inferiores al umbral monetario, de éstas 657 mil se encuentran localizadas en Comahue y Chubut.
Por otra parte, Argentina posee una matriz energética con predominio de los hidrocarburos, donde el gas natural y el petróleo contribuyen con el 89,5% de la producción total de energías del país.
La producción de hidrocarburos muestra cuatro factores a destacar: 1) tendencia decreciente de los convencionales, 2) mayor participación de la producción no convencional, 3) mayor dinamismo de la producción de petróleo en relación a la del gas y 4) predominio de la cuenca neuquina.
Por su parte, la política de precios de los hidrocarburos está marcada por el desacople de los precios locales de los precios internacionales. La situación del gas natural, si bien existe un gran potencial de desarrollo, a partir de la disponibilidad de recursos en Vaca Muerta, se encuentra limitada por la infraestructura del transporte hacia los puntos de consumo interno, por el adverso contexto macroeconómico y por las erráticas reglas de juego sectorial, en particular las asociadas a los mecanismos de formación de precios.
El petróleo mostró un gran dinamismo en la producción, sólo interrumpido por el impacto de la caída de demanda originada en la pandemia del COVID-19. Si bien la explotación convencional presenta una tendencia descendente, el shale-oil permitió recuperar los niveles de producción observados previos a la pandemia.
La actual coyuntura energética internacional, originada por el conflicto Rusia-Ucrania, si bien puede representar una inmejorable oportunidad para explotar los recursos hidrocarburíferos del país, presenta un complejo panorama para el invierno que se avecina.
Los menores aportes de gas de Bolivia y de la energía hidroeléctrica local, determinan la necesidad de crecientes cantidades de importaciones GNL que, unido al aumento en los precios internacionales, causarán un impacto relevante en la solvencia externa del país y en las cuentas fiscales.
La política pública es clave en el rumbo sectorial. Para ello, se requiere la definición clara de adecuados mecanismos de formación de precios en toda la cadena productiva, que incentiven la producción, la exportación y la inversión en la infraestructura requerida para el desarrollo del sector.