El litio es el nuevo “oro blanco” debido a su rol fundamental en las baterías para vehículos eléctricos. Su precio se quintuplicó en el último año. América latina tiene las más grandes reservas y produjo un tercio el litio del mundo el año pasado.
Sin embargo, Michael Stott estima en el Financial Times que eso no necesariamente significa una nueva bonanza para la región. El “triángulo del litio” donde está ubicada la mayor parte de las reservas comprobadas de América dan una muestra de lar realidad. De sus tres naciones, Chile y Argentina toman la delantera, mientras Bolivia se esfuerza por arrancar. “Argentina es el país que atrae las mayores inversiones para la extracción de litio”, dice Emily Hersh, CEO de Luna Lithium en Nevada y especialista en minería en Sudamérica.
“Argentina ha tenido en los últimos 8 a 12 meses transacciones e inversiones cercanas US$ 1.000 millones”. Los mineros de litio fueron atraídos por las políticas amigables de la administración de Mauricio Macri (2015-2019) y también por los gobiernos provinciales pro-minería , dicen varios ejecutivos.
Al otro lado de la frontera, en Bolivia, el panorama es totalmente diferente. El país tiene potencial: posee unas reservas de 21 millones de toneladas de litio, unas de las mayores de todo el mundo, la mayor parte en el salar de Uyuni en la región andina de Potosí. Pero una sucesión de gobiernos socialistas dio al estado un rol central en la explotación de litio, las empresas privadas se retiraron y las comunidades locales rechazaron la autoridad que tiene el gobierno central para negociar. A pesar de años de promesas, la producción en gran escala todavía no ha comenzado. “Bolivia tiene una relacion traumática con los recursos naturales,” dice Roberto Laserna, un economista radicado en Cochabamba haciendo referencia a la historia de la minería de la plata bajo el dominio colonial español.
“La gente aquí cree que nuestras reservas minerales exponen al país a la voracidad de los extranjeros.”
Las versiones que se escuchan en algunos gobiernos izquierdistas de la región sobre un posible cartel de productores estatales, una especie de OPEP del litio para controlar los precios, pasan por alto un dato importante de la realidad de este “oro blanco”. El litio es difícil de explotar. Es altamente reactivo y no se extrae en forma pura. Su extracción es compleja y costosa. Aunque en el mundo hay muchos depósitos, pocos son comercialmente viables. La mayor parte de la producción viene de Australia, Chile, China y Argentina y casi todo el procesamiento se realiza en China.
“Una mina nueva lleva generalmente entre seis y ocho años antes de comenzar a ser operativa,” dice PJ Juvekar, director de investigación de materiales del Citi, y añade que lo que las compañías buscan es ver una estructura de regalías que sea estable y transparente.” Chile ha tenido un régimen estable y es por lejos el más grande productor de litio en América latina
Las dos compañías que operan en Chile, Albemarle de Estados Unidos y la chilena SQM, están aumentando sus inversiones. SQM está destinando US$ 400 millones a Chile y US$ 700 millones a Australia, donde el régimen impositivo es más amigable. El acuerdo de licitación es cercano a un reparto 50-50 del margen bruto con el estado y las comunidades locales. El reciente presidente electo de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, quiere crear una compañía estatal de litio pero SQM y Albemarle creen que no se van a ver afectadas. El presidente ha dicho con toda claridad que no va a tocar a las dos operadoras actuales.
La experiencia anterior en América latina sugiere que una política de litio exitosa necesita un régimen estable con una división justa de los ingresos que brinde incentivo a las empresas privadas.
El veterano presidente de México, el nacionalista Andrés Manuel López Obrador tiene otras ideas. “Vamos a crear una compañía mexicana de litio”, dijo recientemente. “Ya está decidido que el litio será explotado para beneficio de los mexicanos”.