lunes, 23 de diciembre de 2024

No es suficiente con la bonanza internacional

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Históricamente la economía argentina ha sido muy sensible al contexto internacional. Sin embargo, es tan profundo el descalabro económico ocasionado por el desorden fiscal que la actual bonanza no alcanza para revertir la decadencia.

Otra demostración de que el ordenamiento del Estado es urgente e inevitable, afirma el último informe de la consultora IDESA.

Las muy bajas tasas de interés en los mercados internacionales y el aumento en el precio de las materias primas plantean un contexto muy favorable para la Argentina. Dado que históricamente los ciclos de la economía argentina han estado muy ligados a los ciclos internacionales, esta situación da sustento a expectativas favorables.

Con el precio de la soja superando los US$ 500 la tonelada se alimenta la esperanza de abordar un proceso similar al que se dio entre los años 2004 y 2012 con un crecimiento del PBI del 60%, la creación de 2 millones de nuevos puestos de trabajo asalariados registrados en empresas privadas y el aumento del salario desde US$ 400 a US$ 1.400 a precios actuales.

Además de la bonanza internacional, lo que propulsó semejante dinamismo en la producción y el empleo fue también el bajísimo nivel de salario real. Una remuneración promedio en el entorno de los US$ 400 en el 2004 era una situación atípica asociada a la traumática salida de la convertibilidad.

Actualmente, si bien ronda los US$ 600, de todas formas, no deja de ser un valor relativamente bajo respecto a la media histórica. Es decir que los costos laborales también se muestran “competitivos”.

¿Alto precio de la soja y bajos salarios alcanzan para replicar un ciclo similar al iniciado en el 2004? Tomando datos del Ministerio de Economía aparecen otras referencias que permiten responder a este interrogante:

  • En el 2004 el gasto público nacional y provincial era de 19% del PBI mientras que actualmente llega al 40% del PBI.
  • En el 2004 la presión impositiva era de 24% mientras que hoy es de 30% del PBI.
  • En el 2004 la inflación era del 6% anual mientras que hoy es del 36% anual.

Estos datos muestran que las condiciones en el 2004 eran muy diferentes a las actuales. En el 2004 el gasto público, la presión impositiva y la inflación eran mucho más bajas. El acelerado crecimiento del gasto público registrado desde aquella época llevó a aumentar la presión tributaria a niveles muy resistidos por la población. Una de las consecuencias es que el Estado se ve obligado a financiarse con emisión monetaria. Esta es la principal razón por la cual la inflación es 6 veces más alta que en el 2004. A esto hay que agregar otros factores como, por ejemplo, que en el 2004 se contaba con inversiones en energía que permitieron sostener la expansión económica mientras que hoy hay déficit energético.

No es esperable que una bonanza internacional tan favorable como la del 2004 genere hoy los mismos resultados. La explicación es la impresionante expansión del gasto público sin sentido estratégico ni sustento financiero. Una soja a US$ 500 no alcanza para compensar un sector público agigantado y muy mal administrado. Por ejemplo, por efecto de la brecha cambiaria (dólar oficial a $88 cuando el dólar de mercado es de $150) los US$ 500 que vale la soja en el mercado internacional se transforman en US$ 300 para el productor. A eso hay que sumarle el impacto de las retenciones a las exportaciones.

Es una muy buena noticia que el contexto internacional sea favorable. Pero es tan grande el descalabro económico que la bonanza no alcanza para motorizar el crecimiento en la producción y el empleo. Si la bonanza se asume con una actitud pasiva en el mejor de los casos servirá para moderar la decadencia. Por el contrario, si se acompaña con una actitud activa de ordenamiento del Estado en sus tres niveles es un buen punto de partida para promover un proceso de progreso sostenido.

Es decir, no solo recuperar el terreno perdido con la pandemia sino también aspirar a recuperar el terreno perdido con países vecinos, como Chile y Uruguay, que hoy tienen Productos Brutos Internos per cápita muy superiores al de Argentina. Para ello el ordenamiento tiene que incluir reformas en materia tributaria, previsional, funcionales y del federalismo.

No existen soluciones mágicas. El precio de la soja, Vaca Muerta o la comprensión del FMI para llegar a un acuerdo no sustituyen la desafiante y políticamente compleja tarea de ordenar el Estado. Mientras más se posponga, más profunda será la decadencia y menos alivio generará la bonanza internacional, Vaca Muerta o un buen acuerdo con el FMI.

 

 

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