Eduardo Fracchia, Director del Área Economía del IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral, plantea algunas factores clave a los cuales atender “el día después” del anuncio del gobierno del acuerdo alcanzado con los bonistas.
>El acuerdo con los principales acreedores externos es una noticia alentadora para la gestión económica. Según Fracchia, la agenda del Poder Ejecutivo deberá trasladar su enfoque casi excluyente a gestionar la crisis económica interna.
Sobre el derrotero de las negociaciones, y las perspectivas para la etapa que inaugura la llegada de un acuerdo, Fracchia realizó las siguientes consideraciones.
-“La deuda incluida en la reestructuración es poco más de los US$ 65.000 millones de los que se habían anunciado”.
-“El alivio financiero (debt relief) logrado a partir de este canje es de US$ 25.700 millones debido a que nuestro país enfrentará vencimientos de títulos externos sólo por US$ 4.500 millones en los próximos 5 años, en lugar de los US$ 30.200 millones si no se hubiese acordado”.
-“Los pagos correspondientes al período 2025- 2028 pasaron de US$ 33.000 millones a U$$ 24.00 millones”.
-“Si la situación con los tenedores locales de deuda también se resuelve, el alivio financiero (debt relief) para los próximos 5 años ascendería a US$ 42.500 millones.”
-“El próximo desafío financiero inmediato es negociar deuda con el FMI de US$ 44.000 millones, la cual se comienza a amortizar a partir del año 2021. Esto representa erogaciones cercanas a los U$$ 18.000 millones para el período 2022-2023.
Negociaciones con el FMI
-“Seguramente las negociaciones con el FMI deberán gestionarse con un plan económico o, al menos, ciertas medidas de acción concreta en relación a la política económica. No deberá ser solo un planteo de sostenibilidad de deuda, sino un programa con instrumentos claros para arribar a un flujo de fondos creíble a los efectos de afrontar los pagos reestructurados. Nuevamente, es crucial detener la caída. De lo contrario, no se generarán los ingresos fiscales si la actividad económica no se reactiva.”
-“Descomprimir el contexto macrofinanciero y evitar establecerse en cesación de pagos es minimizar parcialmente el escenario de dificultades para la economía. Ciertamente, esto no se debe observar como una condición suficiente para resolver la coyuntura de retracción de la actividad económica pues, estabilizar las expectativas inflacionarias, cambiarias y de crecimiento, y reanudar la actividad económica, son aspectos pendientes.
-“El orden de magnitud de las dificultades económicas es muy profundo y solo comparable al de la caída de 2001-2002. La crisis sanitaria y el confinamiento, al principio lógico y necesario, acentuaron naturalmente la recesión de la actividad y el frenazo de la inversión. Posteriormente, la extensión sucesiva del confinamiento obligatorio profundizó la caída histórica de la economía generando, en consecuencia, la necesidad de un espacio fiscal y financiero mucho mayor para gestionar ese contexto. La economía argentina no contaba ni cuenta aún con esas condiciones.
-“Si bien el acuerdo con acreedores descomprime la dinámica negativa de las reservas internacionales y del déficit fiscal, la gestión económica deberá conformar una política con instrumentos claros para evitar que esa dinámica contractiva se sostenga. Por este motivo, no vemos favorable ni accesorio no tener una hoja de ruta que marque las acciones a llevar a cabo con el objetivo de estabilizar la economía.
-“Es sabido que solo enunciar una política económica en ausencia de acuerdos y gestión política entre los distintos sectores no conducirá a los objetivos deseados, pero la incertidumbre generada sobre la gestión económica futura no es un factor favorable pues, en ausencia de reglas, la preponderancia la toma la discrecionalidad, la cual es una de las principales responsables de la inestabilidad argentina.”
-“En un contexto discrecional y en ausencia de un programa de estabilización, la reestructuración de la deuda es solo un paso para una economía de crecimiento inestable y con una dinámica inflacionaria que parece estar lejos de estabilizarse. Seguramente aquella vieja lección en relación a que debemos tener más de un instrumento para un objetivo macroeconómico aún dista de ser aprendida.”