sábado, 23 de noviembre de 2024

Llega una fast food para hipsters

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Es cara y es sana, dos cosas que la otra fast food nunca fue, pero aspira a ser la McDonald’s del siglo 21. Una especialidad es la ensalada que reúne todo lo que antes iba al tacho de basura.

Mientras todos los gigantes de las hamburguesas se desviven por convertirse, con poco éxito, en “saludables” surgen contrincantes dispuestos a disputarles la popularidad entre los hipsters, o sea los jóvenes sofisticados, de onda, que se preocupan por su cuerpo y su salud.

Lo que ocurre con McDonald’s y los de su clase, es que la gente no acude a sus restaurantes para comerse una ensalada ni para apreciar que ahora los “muffins” son más naturales porque están hechos con manteca en lugar de margarina. Lo que gusta de verdad es el Big Mac con papas fritas y el cuarto de libra con queso. Punto. Todo lo demás no encaja con la imagen de McDonald´s. Por eso es que la cadena de los arcos dorados lucha desde hace años por transformar su imagen pero no logra recuperar sus ventas.

Es que la fenomenal epidemia de obesidad que viene asolando a la sociedad norteamericana en las ùltimas dècadas – si bien no puede explicarse solamente por el consumo de hamburguesas y gaseosas – ha dado un golpe de muerte al consumo de grasas y azúcares. Hoy la gente, alguna gente, busca otra cosa. Busca comer más sano y con menos apuro. Es otro el estilo que se busca, un estilo que brinda la nueva “fast food” con restaurantes relajados que invitan a quedarse más tiempo en sus locales y ofrecen alimentos de calidad, orgánicos, naturales y elaborados sin procesamiento. Pero esa comida es cara, un problema que si no se puede solucionar, le impedirá ganar la masividad de sus antecesoras.

 

Sweetgreen es una cadena natural que ofrece, entre sus especialidades, una ensalada hecha con cáscaras de zanahoria, tallos de brócoli, puntas de pan horneado, corazones de repollo y otros ingredientes que por lo general se tiran. OK, eso es barato, pero ocurre que se trata de productos orgánicos, cultivados con todos los recaudos necesarios para asegurar su condición de naturales. Hace diez años nadie habría considerado que un powl de restos de vegetales con una vinagreta de pesto o cilantro con jugo de lima puede ser considerado “fast food“. Pero hoy, millones de personas preocupadas por su salud y el estado del medio ambiente, han generado un rechazo a la comida procesada en forma industrial que dominó durante años el carácter culinario norteamericano y se difundió por el mundo de la mano de cadenas como Mc Donald’s, Burger King, KFC y tantas otras.

 

Hoy surgen otros nombres: Sweetgreen, Lyfe Kitchen, Chipotle, Smashburger, Five Guys, Shake Shack y Dig Inn que ya están ocupando un territorio intermedio entre los restaurantes con mantel y las gigantescas cadenas de fast food. La categoría, referida a la comida informal rápida, está creciendo a mayor velocidad que ningún otro segmento del mercado.

Durante más de cincuenta años, comer en restaurantes de comida rápida fue unas experiencia casi clínicamente imperssonalñ: la comida es barata y se prepara y se sirve en instantes La hamburguesa con queso que se compra en Nueva York, es casi la misma que se compra en Buenos Aires o cualquier otra parte del mundo. Y lo mismo ocurre con Pizza Hut, Subway o Dunkin Donuts, por mencionar solo algunos.

Velocidad y conveniencia importan mucho al comensal norteamericano tradicioanl pero va creciendo el número de personas que exigen información sobre qué están comiendo, cómo se lo ha preparado, qué ingredientes tiene y de dónde provienen. Están dispuestos a pagar más por lo que perciben como más sano. Esos restaurantes, donde por lo general los platos cuestan entre ocho y quince dólares, usan pocos ingredientes, ponen el acento en la calidad de los alimentos y casi siempre tratan a las granjas que las proveen de vegetales con un respeto que antes se reservaba a las bodagas finas.

El surgimiento de las cadenas de fast food saludable comenzó con la recuperación de la recesión y se produjo a expensas de sus competidoras tradicionales. McDonald’s – y todas las demás cadenas – intentó cambios para tratar de instalarse como una compañías modenra y progresista, pero descubrió que una cadena  de comida barata no puede mantenerse rentable con comida sana. Además, transformar totalmente la imagen es difícil aun cuando comience a usar manteca en lugar de margarina para hacer sus productos más “naturales” o más frescos o más nutritivos.

 

Fast food, o comida rápida, se ha convertido en sinónimo de comida mala. Nestlé calcula que 6% de los niños, 16% de los adolescentes y 20% de los adultos jóvenes en Estados Unidos consumen más de 500 calorías al día en gaseosas azucaradas. En todo el mundo la gente está engordando. y la Organización Mundial de la Salud habla de una epidemia de obesidad.

Se explica así el crecimiento de cadenas de restaurantes como Lyfe Kitcheno, que pretende perfilarse como el McDonald’s del futuro. El  McDonalds bueno, el McDonald’s saludable, invitante y sostenible. El lugar donde todos querrán comer. El lugar donde se coma con poca sal, o mandeca o crema o grasa. Donde no haya nada procesado ni agregado.

Desde que inauguraron el primer restaurante en Palo Alto el año pasado ya abrieron otros 17 y proyectan tener 60 en los próximos dos años. Como Sweetgreen, Lyfe gasta mucho en el entorno físico de sus restaurantes, que son modernos y amplios. Los comensales se sientan ante mesas de madera recuperada en sillas hechas con botellas de agua recicladas. Los locales cumplen con altos estándares de calidad de aire, agua y luz.

 

Su dueño, Michael Donahue, define el enfoque como “fast fine dining.” O sea un estilo de comer comida rápida imitando el de de los grandes restaurantes. Ofrece cócteles, vino, cerveza artesanal a un costo relativamente alto, algo poco usual en una cadena de comida que se denomina rápida. . Tiene tres menúes: el “E” para los que comen de todo; “V” para veganos y vegetarianos y “G” para los que necesitan comer sin gluten. La comida es preparada al horno, a la parrilla, al vapor o hervida pero nunca frita. Es un poquito más caro que sus competidores aunque la mayoría de sus platos cuestan menos de 20 dólares y también se puede comer por diez.

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