lunes, 23 de diciembre de 2024

¡Podemos entrenar el cerebro!

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 Lo podemos preparar para que aguante el estrés. Hay técnicas basadas en neurociencias que alteran la química del cerebro tanto como un antidepresivo, según expertos.

Nos hemos acostumbrado a pensar en el estrés como el malo de la película. Es esa molesta tensión que nos mantiene atados al escritorio durante el día y despiertos toda la noche y nos va minando la salud.

Sin embargo Ian Robertson, un neurocientífico cognitivo del Trinity College Dublin y autor de del libro a punto de salir ,The Stress Test: How Pressure Can Make You Stronger and Sharper,” dice que, si bien demasiado estrés es algo debilitante, una moderada cantidad es excelente para la mente. Dice que el estrés hace que el cerebro segregue un químico llamado noradrenalina. El cerebro no da l o mejor de sí con poca o excesiva cantidad de ese químico. Pero “hay un punto óptimo en el medio donde si uno tiene la cantidad justa, la zona de la noradrenalina, actúa como el mejor de los cerebros. Es como si fuera una especie de afinador del cerebro”.

La noradrenalina ayuda a las diferentes áreas del cerebro a comunicarse fluidamente y también ayuda a formar nuevas conexiones neurales. “Mientras no sea demasiado estresante podemos hacer nuevas conexiones neurales Si tenemos función cerebral más fuerte seremos más felices, menos ansiosos, menos deprimidos y más inteligentes”, agrega Robertson.

No todo el mundo soporta bien el estrés ni aprovecha su potencial productivo. Algunos se vuelven excesivamente ansiosos y encuentran que el estrés es una carga demasiado pesada en lugar de un estimulante.

Sin embargo, Robertson dice que hay técnicas con las que podemos aprender a reorganizar nuestra postura con el estrés.

“Podemos cambiar la química del cerebro de la misma manera que lo hace un antidepresivo o una droga anti ansiedad”, dice.

 

El entrenamiento del cerebro

 

El factor más importante que determina nuestra postura frente al estrés es si tenemos una mentalidad “fija” o “en crecimiento”. Para esto se basa en el trabajo de la psicóloga Carol Dweck, quien dice que la capacidad para creer que podemos cambiar nos permite hacerlo. Contrariamente, quienes tienen mentalidad “!fija” son los más proclives a quedarse empantanados.

En el caso de tolerancia con el estrés, alguien con mentalidad fija podría creer que hereda la actitud ansiosa de un progenitor , de modo que no hay nada que hacer al respecto. Esto, para Robertson, es algo “fatalista” y es la fuente de nuestras creencias sobre las emociones.

Para los que creen que tienen la posibilidad de cambiar su actitud ante el estrés, Robertson señala que los mismos síntomas, como boca seca y palpitaciones, se aplican tanto al temor como al entusiasmo. Hay estudios que demuestran que cuando las personas se encuentran en una situación estresante en lugar de tratar de estar calmadas se desempeñan mucho mejor cuando aceptan que están excitadas y nerviosas.

De acuerdo con esto, dice que ayuda a concebir el estrés como un desafío más que una amenaza. “Hacer el cambio mental ayuda a reenmarcarlo y a reducirlo para aprovechar todo lo que tiene de estimulante”. Así, se mejora el desempeño. .

Si uno adopta la manifestación externa de confianza puede engañar al cerebro.

 

El estrés funciona como el sistema inmunológico

Puede haber inconvenientes cuando constantemente evitamos el estrés, especialmente en los primeros años de la vida. Robertson dice que el sistema de respuesta al estrés funciona como el sistema inmunológico, en que se fortalece con un poco de práctica.

“Los niños necesitan experimentar una cierta cantidad de adversidad para que tanto su cuerpo como su mente se fortalezcan y se vuelvan recilientes,” dice. Demasiada advertidad puede ser dañina”- “Hay un punto óptimo de adversidad que una persona puede tener, especialmente en las dos primeras décadas de la vida que parece hacerlos emocionalmente sólida”.

 

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