Universo del lujo, más que un sector económico

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Percepción y experiencia íntima de las cosas que las convierte de no necesarias en indispensables.

Por Miguel Angel Gardetti (*)

 

No existe una definición unánime de lujo. El concepto es bastante subjetivo en su naturaleza, debido a que diferentes individuos en diferentes contextos sociales y culturales tienden a asociar el lujo con diferentes deseos y por lo tanto, con diferentes productos y servicios.

Coco Chanel definió, en una ocasión, al lujo como “una necesidad que comienza cuando termina la necesidad”. Esta definición, aunque relativa según los contextos culturales, económicos o regionales transforma al lujo en un concepto ambiguo.

Algunos sostienen que el lujo es un signo de prosperidad, poder y estatus social desde tiempos antiguos, y otros que hay mucha confusión rodeando la definición del concepto de lujo.

Es que el lujo para una persona puede ser una forma de vida, mientras que para otra puede no serlo. O lo que antes era lujo para una generación, es una necesidad para otra. Los consumidores compran lujo por varias razones: algunos adquieren un artículo de lujo para integrar un cierto grupo de referencia, mientras que otros lo hacen para adquirir un producto de calidad superior. Por lo tanto, el término “lujo” es difícil de explicar debido a su naturaleza.

El poder de los bienes de lujo no está sólo en su exclusividad social y visibilidad como símbolos de estatus, sino en la imagen que tienen, de proveer la sensación de satisfacción: la promesa de experimentar nuevos placeres y sensaciones.

Si bien son raras las claras definiciones sobre lujo, se dice que los verdaderos consumidores de lujo acuerdan lo que es cuando lo ven y perciben. Lujo es más sobre una historia y una mística acerca del producto que del producto en sí. Por lo tanto el lujo es la percepción y experiencia íntima de las cosas que las convierte de no necesarias en indispensables.

Dada la expansión económica de los distintos grupos económicos que forman parte de la oferta de bienes de lujo, la globalización del sistema capitalista y la democratización del lujo, actualmente, esta industria representa un sector macroeconómico, apuntando a gran cantidad de público y generando grandes ingresos.

Por ejemplo, el grupo LVMH ha tenido ingresos -al 31 de diciembre de 2017- por valor de € 42.600 millones con marcas como Christian Dior, Loewe, LV, Loro Piana entre otras; el grupo Kering –con marcas como Gucci, Puma, Bottega Veneta, Saint Lorent, Balenciaga y Boucheron, entre otras- tuvo ingresos por € 15.478 millones a fin de 2017; y Richemont –casi dedicado a la joyería y relojería con marcas como Cartier, Van Cleef & Arpels, IWC, Piaget, Vacheron Costantin, Montblanc y Alfred Dunhill, entre otras- tuvo ingresos por € 10.979 millones al 31 de Marzo de 2018.

Concluyendo: el lujo es –actualmente- un “universo”. Hablamos, entre otros, de automóviles, motos, yates, joyería, relojería, moda y accesorios de moda, turismo, gastronomía, hotelería, servicios financieros, deportes, cosmética, sastrería, diseño de interiores, electrodomésticos, audio, inmuebles, aviones, diferentes tipos de experiencias, etc. ¿Se podrá decir que, hoy día, es más que un sector macroeconómico que está en el centro de la sociedad y sostenido como la más elaborada forma de producción cultural?

(*) Director del Centro de Estudios para el Lujo Sustentable.

 

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