Las superratas corren por las calles, no sólo londinenses, y fomentan temor a infecciones. Sólo en 2995, las enfermedades asociadas a los roedores crecieron 8% en la capital del reino. Por supuesto, algunas también se deben al hacinamiento urbano.
En barrios de la zona sur han capturados ejemplares de “rattus norvegicus” (ratas de Noruega), una especie que viene castigando el hemisferio norte desde los tiempos de la peste bubónica, siglo XIV. “La clave reside en una mutación fomentada por la abundancia de alimento que, a su vez, mejora la fertilidad de las hembras”, señala Oliver Madge, un experto en la materia. “También los gatos aumentan de tamaño si comen mejor, pero no suelen ser vectores de infección”.
Por lo mismo, estas ratas resisten más los venenos y no temen al hombre ni a otros animales, inclusive el popular “alley cat” británico. Ambas características son las más peligrosas, pues traban la desratización y pueden producir agresiones a personas. Técnicamente, los múridos actúan como vehículos en 120 infecciones y enfermedades pero, entretanto, eliminan buena parte de los desperdicios orgánicos, también riesgos.
Según dos estudios, las preferencias de las superratas se inclinan por comida chatarra, probablemente por la abundancia de restos grasos. En esta materia, se ha sugerido congelar desperdicios antes o después de la recolección, según los casos.
Tampoco Londres es única en proliferación de roedores, aunque sea la mayor. Liverpool, York, Edimburgo y Glasgow han sonado la alarma. No lejos detrás, aparecen –asociadas a otras especies de rata- Nueva York, Tokio, Venecia,. Nápoles, Roma, París, San Pablo, Méjico, Shanghai y Los Ángeles.
En la capital japonesa, hay 72 millones de ratones contra doce millones de habitantes. En Nueva York, 64 millones contra ocho millones. En Shanghai, son cien millones de múridos sobre veinte millones de residentes. Nadie se anima a hacer estadísticas acerca de Calcuta, Bombay ni Bangkok.
Las superratas corren por las calles, no sólo londinenses, y fomentan temor a infecciones. Sólo en 2995, las enfermedades asociadas a los roedores crecieron 8% en la capital del reino. Por supuesto, algunas también se deben al hacinamiento urbano.
En barrios de la zona sur han capturados ejemplares de “rattus norvegicus” (ratas de Noruega), una especie que viene castigando el hemisferio norte desde los tiempos de la peste bubónica, siglo XIV. “La clave reside en una mutación fomentada por la abundancia de alimento que, a su vez, mejora la fertilidad de las hembras”, señala Oliver Madge, un experto en la materia. “También los gatos aumentan de tamaño si comen mejor, pero no suelen ser vectores de infección”.
Por lo mismo, estas ratas resisten más los venenos y no temen al hombre ni a otros animales, inclusive el popular “alley cat” británico. Ambas características son las más peligrosas, pues traban la desratización y pueden producir agresiones a personas. Técnicamente, los múridos actúan como vehículos en 120 infecciones y enfermedades pero, entretanto, eliminan buena parte de los desperdicios orgánicos, también riesgos.
Según dos estudios, las preferencias de las superratas se inclinan por comida chatarra, probablemente por la abundancia de restos grasos. En esta materia, se ha sugerido congelar desperdicios antes o después de la recolección, según los casos.
Tampoco Londres es única en proliferación de roedores, aunque sea la mayor. Liverpool, York, Edimburgo y Glasgow han sonado la alarma. No lejos detrás, aparecen –asociadas a otras especies de rata- Nueva York, Tokio, Venecia,. Nápoles, Roma, París, San Pablo, Méjico, Shanghai y Los Ángeles.
En la capital japonesa, hay 72 millones de ratones contra doce millones de habitantes. En Nueva York, 64 millones contra ocho millones. En Shanghai, son cien millones de múridos sobre veinte millones de residentes. Nadie se anima a hacer estadísticas acerca de Calcuta, Bombay ni Bangkok.