También en Gran Bretaña escandalizan los estipendios a ejecutivos

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Sólo el fútbol iguala a la flor y nata del management. Aunque, como al alemán que dirigía British Petroleum hasta mayo (€ 15 millones), los echen por graves errores, 250 ejecutivos de la City embolsan un total de € 750 millones anuales.

La rumbosa lista está encabezada por Robert Diamond (Barclay’s), con € 33 millones de remuneración excluyendo bonificaciones. Lo siguen Bartholomew Becht (Reckitt Benckiser, 25.400.000), Giles Thorley (Punch Taverns, una cadena de bares, 16 millones) y el ya despedidos “lord” Browne (BP, 15 millones).

En niveles “medios” aparecen Trevor Reid (minera Xstrata, € 12.600.000), Douglas Flint (HSBC, 11.300.000) y Stanley Fink (ManGroupo, el mayor conjunto mundial de fondos especulativos “langosta”, 10,900.000). Más modestos, John Rose (Rolls Royce) gana apenas diez millones. Mas atrás figuran Michael Spencer (Intercapital Brokers, € 9.700.000) y Richard Hartman, de la cadena hotelera InterContinental, con sólo ocho millones.

Según estimaciones publicadas en el “Guardian”, este alto estamento ha visto subir hasta 20% sus remuneraciones entre 2006 y 2007, sin mucha relación con los respectivos resultados. “Esta gente no tiene vergüenza. Es absurdo que un ejecutivo gane 200, 300 veces más que un empleado medio”, sostiene el sindicalista Brendan Barber.

Desde igual postura, el ministro de trabajo, Peter Hain, cree que “el gobierno debiera intervenir e imponer mayor sentido de responsabilidad a las juntas directivas”. No casualmente, lo mismo afirma un creciente grupo de legisladores norteamericanos, per ante montos incomparablemente mayores. Por ejemplo, las “indemnizaciones” por despido llegaron a montos tan escandalosos como US$ 210 millones (Roberto Nardelli, Home Depot), Stanley O’Neal (Merrill Lynch, 160 millones) o Charles Prince (Citigroup, 105 millones). Los tres cayeron por falta de idoneidad, pero cobraron como duques.

La rumbosa lista está encabezada por Robert Diamond (Barclay’s), con € 33 millones de remuneración excluyendo bonificaciones. Lo siguen Bartholomew Becht (Reckitt Benckiser, 25.400.000), Giles Thorley (Punch Taverns, una cadena de bares, 16 millones) y el ya despedidos “lord” Browne (BP, 15 millones).

En niveles “medios” aparecen Trevor Reid (minera Xstrata, € 12.600.000), Douglas Flint (HSBC, 11.300.000) y Stanley Fink (ManGroupo, el mayor conjunto mundial de fondos especulativos “langosta”, 10,900.000). Más modestos, John Rose (Rolls Royce) gana apenas diez millones. Mas atrás figuran Michael Spencer (Intercapital Brokers, € 9.700.000) y Richard Hartman, de la cadena hotelera InterContinental, con sólo ocho millones.

Según estimaciones publicadas en el “Guardian”, este alto estamento ha visto subir hasta 20% sus remuneraciones entre 2006 y 2007, sin mucha relación con los respectivos resultados. “Esta gente no tiene vergüenza. Es absurdo que un ejecutivo gane 200, 300 veces más que un empleado medio”, sostiene el sindicalista Brendan Barber.

Desde igual postura, el ministro de trabajo, Peter Hain, cree que “el gobierno debiera intervenir e imponer mayor sentido de responsabilidad a las juntas directivas”. No casualmente, lo mismo afirma un creciente grupo de legisladores norteamericanos, per ante montos incomparablemente mayores. Por ejemplo, las “indemnizaciones” por despido llegaron a montos tan escandalosos como US$ 210 millones (Roberto Nardelli, Home Depot), Stanley O’Neal (Merrill Lynch, 160 millones) o Charles Prince (Citigroup, 105 millones). Los tres cayeron por falta de idoneidad, pero cobraron como duques.

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