Subastan en Nueva York una copia de la Magna Carta

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Según anunció David Redden (Sotheby’s), el magnate tejano Ross Perot –alguna vez candidato presidencial independiente- pone en venta una copia de 1297. Es la única en manos privadas.

Sólo existen diecisiete ejemplares de la Magna Carta, origen de lo que se convertiría en la primera democracia parlamentaria del mundo, Gran Bretaña. Los barones normandos se la impusieron en 1215 a Juan sin tierra (“landless”), rey de Inglaterra entre 1199 y 1216. Si bien se la supone antecedente de la declaración de independencia norteamericana, no lo es, dado que ésta es presidencialista.

La base de la subasta oscilará entre US$ 20 y 30 millones, pero es probable que el precio sea muy superior. Esta copia de 1297 tiene una característica especial: ostenta la firma y el sello de Eduardo I. A ello se debe que integre las únicas versiones aceptadas por la jurisprudencia inglesa, primero, y luego británica. Por supuesto, el texto está en una forma latín medieval, tomada de la Vulgata (biblia traducida por Jerónimo, siglo IV).

De los diecisiete ejemplares conocidos, sólo cuatro llevan la rúbrica de Juan, hijo en Enrique I y hermano de Ricardo corazón de león. Ocho están firmados por Enrique III, padre de Eduardo, quien –a su vez- estampó su sello en cinco. La copia de la “Magna Carta libertatum” (magna carta de libertades) ahora a rematar fue comprada por Perot en 1984 a descendientes de Edmund Brudenell, ministro de justicia bajo Ricardo II. Pero recién reapareció en 1974, luego de siglos oculta en el castillo familiar.

En realidad, la Magna Caarta deriva de un texto de igual nombre, suscripto un siglo antes, a poco de la conquista normanda de Inglaterra. Una de la figuras claves creadas por esta ”protoconstitución” es el habeas corpus, garantía contra el arresto arbitrario y la tortura, dos instrumentos de poder todavía populares en buena parte del planeta.

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Sólo existen diecisiete ejemplares de la Magna Carta, origen de lo que se convertiría en la primera democracia parlamentaria del mundo, Gran Bretaña. Los barones normandos se la impusieron en 1215 a Juan sin tierra (“landless”), rey de Inglaterra entre 1199 y 1216. Si bien se la supone antecedente de la declaración de independencia norteamericana, no lo es, dado que ésta es presidencialista.

La base de la subasta oscilará entre US$ 20 y 30 millones, pero es probable que el precio sea muy superior. Esta copia de 1297 tiene una característica especial: ostenta la firma y el sello de Eduardo I. A ello se debe que integre las únicas versiones aceptadas por la jurisprudencia inglesa, primero, y luego británica. Por supuesto, el texto está en una forma latín medieval, tomada de la Vulgata (biblia traducida por Jerónimo, siglo IV).

De los diecisiete ejemplares conocidos, sólo cuatro llevan la rúbrica de Juan, hijo en Enrique I y hermano de Ricardo corazón de león. Ocho están firmados por Enrique III, padre de Eduardo, quien –a su vez- estampó su sello en cinco. La copia de la “Magna Carta libertatum” (magna carta de libertades) ahora a rematar fue comprada por Perot en 1984 a descendientes de Edmund Brudenell, ministro de justicia bajo Ricardo II. Pero recién reapareció en 1974, luego de siglos oculta en el castillo familiar.

En realidad, la Magna Caarta deriva de un texto de igual nombre, suscripto un siglo antes, a poco de la conquista normanda de Inglaterra. Una de la figuras claves creadas por esta ”protoconstitución” es el habeas corpus, garantía contra el arresto arbitrario y la tortura, dos instrumentos de poder todavía populares en buena parte del planeta.

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