La fluoxetina, principio activo del compuesto comercializado con la marca Prozac, suele desencadenar nocivos efectos colaterales. Desde modificaciones de conducta no previstas hasta extrema agresividad o suicidio. El extenso documento aporta pruebas al respecto. Debe acotarse que estas contraindicaciones eran sospechadas desde el principio, pero las evidencias clínicas no aparecían.
Algunos detalles del estudio, ahora divulgado, circulaban desde 1994. Entre los datos aportados por el BMJ, se revela que “38% de pacientes tratados con fluoxetina manifestaban desbordes de actividad psicomotora. El doble de quienes tomaban placebos”. También se detectaron nexos entre ese efecto, el aumento de agresividad y los intentos de suicidio.
La revista había recibido el trabajo anónimamente, por correo. Naturalmente, ahora la atención recae sobre Eli Lilly, la multinacional estadounidense cuyo éxito, desde hace casi 20 años, se apoya en Prozac (así como el de Merck se basaba en Vioxx).
Fiel a su habitual complacencia –últimamente muy cuestionada por legisladores de ambos partidos-, la Food & Drug Administration de Estados Unidos (FDA) se limitó a señalar que “esta especialidad ha mejorado notablemente la calidad de vida de sus usuarios y ha sido prescripta ya a más de 50 millones de personas”. Pero los efectos colaterales de la fluoxetina habían quedado en evidencia cuando, en 1989, un paciente mató a ocho colegas y luego se suicidó. Estaba siendo medicado por un caso agudo de depresión.
Prozac pertenece a una clase de drogas que inhiben la recaptación de serotonina (DIRS, SSRI en inglés), interviniendo sobre mecanismos neurotransmisores que regulan los estados de ánimo. Este compuesto se conoce como “píldora de la felicidad”. Vencida en 2003 la patente de exclusividad, cualquier farmoquímica puede producir fluoxetina como genérico.
Sin embargo, subraya la publicación especializada, “han ido entrando en el mercado moléculas cada vez más complejas, a expensas de la fluoxetina”. Ello no impide que el nuevo genérico se venda ilegalmente como sustituto -“superior, menos riesgoso o más barato”- del éxtasis. Por otra parte, existe una sustancia paralela, la paroxetina, de efectos y contraindicaciones similares.
Todo eso forma parte de un complejo y profundo fenómeno social. En la Eurozona –los 12 adherentes a la moneda común-, el uso de psicofármacos ha subido más de 70% en 2000-3, 125 formas de benzodiazepinas –ansiolíticos, tranquilizantes-, 50 de antidepresivos DIRS y 20 de antisicóticos son consumidos por cada 1000 habitantes.
La fluoxetina, principio activo del compuesto comercializado con la marca Prozac, suele desencadenar nocivos efectos colaterales. Desde modificaciones de conducta no previstas hasta extrema agresividad o suicidio. El extenso documento aporta pruebas al respecto. Debe acotarse que estas contraindicaciones eran sospechadas desde el principio, pero las evidencias clínicas no aparecían.
Algunos detalles del estudio, ahora divulgado, circulaban desde 1994. Entre los datos aportados por el BMJ, se revela que “38% de pacientes tratados con fluoxetina manifestaban desbordes de actividad psicomotora. El doble de quienes tomaban placebos”. También se detectaron nexos entre ese efecto, el aumento de agresividad y los intentos de suicidio.
La revista había recibido el trabajo anónimamente, por correo. Naturalmente, ahora la atención recae sobre Eli Lilly, la multinacional estadounidense cuyo éxito, desde hace casi 20 años, se apoya en Prozac (así como el de Merck se basaba en Vioxx).
Fiel a su habitual complacencia –últimamente muy cuestionada por legisladores de ambos partidos-, la Food & Drug Administration de Estados Unidos (FDA) se limitó a señalar que “esta especialidad ha mejorado notablemente la calidad de vida de sus usuarios y ha sido prescripta ya a más de 50 millones de personas”. Pero los efectos colaterales de la fluoxetina habían quedado en evidencia cuando, en 1989, un paciente mató a ocho colegas y luego se suicidó. Estaba siendo medicado por un caso agudo de depresión.
Prozac pertenece a una clase de drogas que inhiben la recaptación de serotonina (DIRS, SSRI en inglés), interviniendo sobre mecanismos neurotransmisores que regulan los estados de ánimo. Este compuesto se conoce como “píldora de la felicidad”. Vencida en 2003 la patente de exclusividad, cualquier farmoquímica puede producir fluoxetina como genérico.
Sin embargo, subraya la publicación especializada, “han ido entrando en el mercado moléculas cada vez más complejas, a expensas de la fluoxetina”. Ello no impide que el nuevo genérico se venda ilegalmente como sustituto -“superior, menos riesgoso o más barato”- del éxtasis. Por otra parte, existe una sustancia paralela, la paroxetina, de efectos y contraindicaciones similares.
Todo eso forma parte de un complejo y profundo fenómeno social. En la Eurozona –los 12 adherentes a la moneda común-, el uso de psicofármacos ha subido más de 70% en 2000-3, 125 formas de benzodiazepinas –ansiolíticos, tranquilizantes-, 50 de antidepresivos DIRS y 20 de antisicóticos son consumidos por cada 1000 habitantes.