Mujeres victoriosas en la guerra por talento y clientes
Ignorar los temas de género es peligroso para las empresas. Así muestra un trabajo para la consultoría 20-First encarado por Avivah Wittenberg-Cox en Por qué las mujeres cuentan. Como señala Cynthia Owens, la feminología pesa en los negocios.
30 julio, 2010
<p>¿Por qué? “Porque –sostiene Wittenberg-Cox- las empresas deben tornarse bilingües en materia de género. Se gastan millones dólares o euros enseñando al personal a ser culturalmente sensible y prestar atención a diferencias entre un país y otro. Lo mismo debe hacerse en el caso del género pues, por lo común, los hombres no perciben matices del lenguaje femenino, salvo en sociedades primitivas donde cada sexo habla un idioma distinto al otro”. <br />
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En verdad, la mayoría de varones ni siquiera nota las motivaciones femeninas. “Por generaciones, nosotras hemos venido exigiendo igual trato. Pero creo que es al revés y el problema fundamental es que ambos sexos somos diferentes”. Una cantidad creciente de mujeres lo percibe. Inclusive, surgen organizaciones que buscan formas de entender esas diferencias y las oportunidades que deparan. Sobre todo si se trabaja en equipos mixtos. Este tipo de esfuerzo ha de encararse como un tema estratégico</p>
<p>Por otra parte, el sector empresario se pierde otra oportunidad al discriminar por sexo: las mujeres como compradoras, usuarias y consumidoras. Son ellas quienes adoptan 80% de las decisiones adquisitivas, que no se limitan a alimentos, ropas y cosmética, pues involucran autos, servicios financieros, equipamiento del hogar y electrónicos de uso final. <br /><br />Pero la autora esgrime un argumento: “en general, las empresas no hacen investigaciones de mercado, desarrollo de productos ni apoyo posventa orientadas a las mujeres. Wittenberg-Cox cita el caso de Carlos Ghosn, presidente ejecutivo de Nissan-Renault, quien descubrió (2006) que ellas deciden dos tercios de las compras automotrices en Japón y les gustaría ver vendedoras en los salones (sólo 10% eran mujeres). Inesperadamente, halló que 50% de hombres también prefería vendedoras”.<br /><br />Por ende, tiene sentido comercial que esa firma aumente la cantidad de gerentas, respondiendo a las compradoras de sus vehículos. En tren de sugerencias, el análisis apunta a cambios estructurales. Durante años, los programas para promover, adiestrar y preparar mujeres se les dirigían específicamente. Pero esa orientación no ha facilitado el ascenso femenino.<br /><br />.</p>
<p>Durante años, se ha venido hablando de “guerra por talentos”. Muchos ejecutivos se quejan de no encontrar suficientes personas para ejercer cargos de línea, aun en estos tiempos postcrisis. Al respecto, las autoras sostienen que, en parte, eso se debe a que las compañías no aprovechan ni la mitad de los recursos humanos disponibles.<br />
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Hace unos quince años, los líderes empresarios pensaban que sólo era cuestión de tiempo hasta que las mujeres subiesen en las escalas jerárquicas y llegasen al nivel gerencial. Pero ¿cómo dicen las empresas que están reclutando y promoviendo sólo a los mejores, si siguen tomando 80 a 90% de hombres en un mundo donde 60% de graduados universitarios son mujeres?<br />
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Wittenberg-Cox rechaza la idea de que existe un “techo de vidrio” donde se frena al avance femenino. A su juicio, “las mujeres capaces entran en las empresas a la par de los varones. Pero, en cada escalón gerencial, su número baja y sube el de ellos. No es cuestión de techo de vidrio sino de género”. En algunos casos, las mujeres no obtienen merecidos ascensos y hasta suelen abandonar el espacio empresario y abrir negocios propios. Mientras tanto, la cúpula jerárquica supone estar promoviendo gente por estricto orden de mérito. Algo marcha mal. <br />
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“Factores atinentes al entorno o la cultura de las organizaciones las induce a seguir prefiriendo perfiles masculinos. En Occidente, estadísticamente, la proporción femenina disminuye a medida como se trepa en la escala de funciones”. <br />
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