<p>La malaria no es cualquier enfermedad. Para los países africanos más desfavorecidos, por ejemplo, representa un enorme peso sobre sus economías. Las cifras producen escalofríos: 90% de las 655.000 muertes provocadas por la enfermedad en 2010 ocurrieron en ese lugar del mundo, arrastrando con ella la productividad y los recursos del sector público y privado.</p>
<p>Según un estudio firmado por el economista Jeffrey Sachs la enfermedad supone un “impuesto al crecimiento” de 1,3% en los Estados afectados, especialmente aquellos al sur del Sahara (excepto Sudáfrica).</p>
<p>En Nigeria, el país con mayor población y el mayor productor de petróleo, la malaria es responsable de 25 días de trabajo perdidos por persona por año, o dos días al mes. Algunos faltan al trabajo por estar enfermos; otros porque tienen que cuidar a familiares que la contrajeron.</p>
<p>En Zambia, es la primera causa de ausentismo. Allí las personas se toman más días por la malaria que por enfermedades relacionadas con el HIV. En ese país la enfermedad consume 40% del presupuesto de salud.</p>
<p>Pero hay rayos de esperanza en el continente negro. El número de muertes por malaria ha caído dramáticamente en la última década debido a un aumento del gasto público en insecticidas, mosquiteros para camas y remedios. Además la vacuna, que no ha sido siempre efectiva contra un parásito que sabe cómo adaptarse, podría finalmente llegar a la gente gracias a una droga experimental de GlaxoSmithKline que podría prevenir que los niños contraigan la enfermedad.</p>
<p>Inclusive antes de la aparición de una vacuna muchas compañías africanas ya descubrían los beneficios de invertir en cuidar a su fuerza de trabajo de esta enfermedad. Los buenos resultados impulsaron a los gobiernos a tomar iniciativas parecidas.</p>
<p>En Ghana, por ejemplo, la empresa AngloGold Ashanti lanzó una campaña para promover el uso de mosquiteros, insecticidas y otras drogas para detener las infecciones. El número bajó de 79.237 en 2005 a un impresionante 16.000 en 2008. El programa costó solo US$ 1,3 millones. En el mismo periodo las facturas de hospitales de la empresa bajaron de US$ 55.000 a US$ 9.800 por mes. Los días de trabajo perdido también se redujeron de 6.983 a 282.</p>
<p>Para las empresas combatir la malaria no es ya una cuestión humana sino una decisión estratégica con sentido financiero. Eso explica que el modelo de Ghana se haya extendido a otras comunidades como las del Congo, Tanzania, Mali y Guinea. Eso representa más de 500.000 personas bajo la protección de AngloGold Ashanti.</p>
<p>La crisis financiera en Europa ha paralizado los flujos de dinero hacia los fondos para combatir HIV, tuberculosis y malaria, lo que pone en peligro muchos de los logros obtenidos. Afortunadamente los gobiernos se han dado cuenta de que, desde un punto de vista económico, también tiene sentido poner en marcha sus propios programas. En una región que crece a un ritmo de 5,4% cada año combatir la malaria podría elevar la cifra a los 7 puntos. La aparición de una vacuna podría ser la salvación de la región más pobre del mundo.</p>
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Malaria: cifras impresionantes
La enfermedad ya no ostenta los números de antaño pero sigue siendo un peso sobre las economías de los países más desafortunados.