Las salas de la rabia

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Con la economía que no termina de despegar muchos norteamericanos están hartos. Esa rabia hizo nacer un negocio: salas adonde ir a desahogarse y romper todo lo que se encuentra a tiro. Las llaman las salas de la rabia.

El concepto de la destrucción recreativa atrapó la atención de los medios en Estados Unidos en medio de la recesión de 2008, cuando una operación, ahora fallida, llamada  Sarah’s Smash Shack (la choza para   destrozar) abrió en San Diego. The Anger Room  comenzó en una galería comercial de Dallas en 2011 y ahora busca expandirse a otros puntos del país. The Break Room proyecta abrir en Minnesota, cerca de un barro lleno de gente con problemas ocupacionales.

La gente está enojada; con el tránsito, con el trabajo, con el jefe, con muchas cosas.

La persistencia de los bajos precios del petróleo y del gas han provocado la pérdida de 120.000 puestos de trabajo en el sector energético en todo el país desde principios de 2015. La mitad de esos puestos estaban en Texas, el estado que más petróleo produce en Estados Unidos, y hubo muchas pérdidas de empleos en Houston, la capital energética del país.

La economía de la ciudad es mucho más diversa y resiliente de lo que fue durante la otra caída en los 80, pero de todos modos Houston está sintiendo el sacudón. Los nuevos complejos de departamentos construidos  para atraer a la gente que ya se exilió están tan vacíos que ofrecen atractivos adicionales  como alquiler gratuito por tres meses.  

A Shawn Baker  se le ocurrió hace unos años una idea para un emprendimiento cuando una noche vio salir de un bar a una barra de muchachos que pateaban tachos de basura y luego destrozaban esa basura en el suelo con bates de béisbol. Pensó si no habría manera de monetizar toda esa rabia contenida no solo en esos muchachos sino en tanta otra gente insatisfecha. Así creó Tantrum.Tantrum es otro más de esos cuartos de la rabia donde sus estresados clientes se desahogan con bates de bésbol pegándole a objetos inanimados.

Su clientela está compuesta principalmente por ex empleados de la industria energética. Baker está convencido de que el número de clientes va a aumentar porque siguen los despidos en ese sector.Ya nadie juega más al golf con el jefe. Ahora, en cambio, se golpea un lavarropas con un gran bate de madera. . Baker pone allí televisores en desuso, microondas que ya no funcionan o losa  vieja. Todo listo para ser destruido con rabia. Sin embargo, a pesar del alivio de corto plazo que da la posibilidad de romper cosas, Baker cree que la destru-terapia no es la respuesta porque no soluciona el problema de fondo. De todos modos piensa en expandirse. Pondrá también salas móviles que pueden ser transportadas en camiones y llevadas de ciudad en ciudad.

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