Una encuesta entre 1.200 hogares estadounidenses realizada por el Raddon Financial
Group, muestra que 48% de los matrimonios tienen dos o más cuentas
corrientes. En 2001 el porcentaje era de 39%.
Aunque la primera explicación es la creciente desconfianza entre hombres
y mujeres en asuntos de dinero, se está operando un cambio más profundo:
la tendencia cultural hacia una conducta bancaria más independiente en
hombres y mujeres, explica el consultor Tony Ward-Smith. ¿Por qué?
Porque cada vez son más las unidades familiares con dos ingresos, porque
aumentan los divorcios y, por último, porque la gente se casa cada vez
más tarde. Además, explica Ward-Smith, muchas parejas en segundas
nupcias integran, a su vez, otras familias con varias capas de responsabilidad
financiera donde se incluye “alimentos” a hijos de otro matrimonio.
La vida de muchas parejas es demasiado compleja para una cuenta conjunta. Jean
Lown, una de las encuestadas y profesora universitaria de Utah, dice que ella
y su esposo tuvieron problemas con una chequera para ambos porque ella siempre
la llevaba consigo y él a veces olvidaba registrar sus gastos, lo cual
provocaba tensión y a veces, sobregiro. Las cuentas separadas resolvieron
el problema, explica.
Hay parejas que, aunque juntan sus ingresos, comienzan también a tomar
algunas medidas para autoprotegerse. Por ejemplo, si tienen tarjetas de crédito
compartidas y cuenta corriente conjunta, se muestran el detalle de movimientos
uno a otro para asegurarse, ambos, de que no haya ningún gasto raro.
Muchos asesores financieros vreen que las parejas deberían tener tres
cuentas: una conjunta para los gastos de la casa, y dos separadas para las necesidades
personales de cada uno. Cuando hay cuenta conjunta, la mayoría de las
parejas aportan un porcentaje de los gastos de la casa equivalente a su participación
en el ingreso familiar; si ella gana US$ 40.000 anuales y él US$ 60,000,
ella pagaría 40% de los gastos conjuntos.
A veces, sin embargo, ocurre que las cuentas separadas se vuelven una complicación.
Frank Pittman, psiquiatra y autor de varios libros, cuenta de una pareja que
se dedicaba con tanto ahínco a distribuir gastos que vivían dedicados
a repartirse los centavos. “Se estaban amargando la vida y por eso les
aconsejé juntar los sueldos y tomar las decisiones en conjunto. Así
hicieron y comenzaron a vivir mejor”.
En última instancia, lo que importa no es si la cuenta es separada o
conjunta. Lo que importa es la razón que motiva la decisión en
un sentido u otro. A veces, cuentas separadas sólo significan un anhelo
de igualdad e independencia. Otras, desconfianza o intereses divergentes, probablemente
en vísperas de un divorcio. Es probable que, según la etapa de
la vida en que se encuentre un matrimonio, decida a favor de la cuenta conjunta
o de las cuentas separadas.
Las cuentas claras
|
Tres reglas de oro para separar cuentas sin separar el matrimonio |
* Ponerse de acuerdo sobre cosas básicas, como no acumular deuda con las tarjetas de crédito ni gastar más de lo que se gana * Compartir los gastos comunes en forma proporcional a lo que aporta cada * Mantener privacidad está bien, mantener secretos está mal
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Una encuesta entre 1.200 hogares estadounidenses realizada por el Raddon Financial
Group, muestra que 48% de los matrimonios tienen dos o más cuentas
corrientes. En 2001 el porcentaje era de 39%.
Aunque la primera explicación es la creciente desconfianza entre hombres
y mujeres en asuntos de dinero, se está operando un cambio más profundo:
la tendencia cultural hacia una conducta bancaria más independiente en
hombres y mujeres, explica el consultor Tony Ward-Smith. ¿Por qué?
Porque cada vez son más las unidades familiares con dos ingresos, porque
aumentan los divorcios y, por último, porque la gente se casa cada vez
más tarde. Además, explica Ward-Smith, muchas parejas en segundas
nupcias integran, a su vez, otras familias con varias capas de responsabilidad
financiera donde se incluye “alimentos” a hijos de otro matrimonio.
La vida de muchas parejas es demasiado compleja para una cuenta conjunta. Jean
Lown, una de las encuestadas y profesora universitaria de Utah, dice que ella
y su esposo tuvieron problemas con una chequera para ambos porque ella siempre
la llevaba consigo y él a veces olvidaba registrar sus gastos, lo cual
provocaba tensión y a veces, sobregiro. Las cuentas separadas resolvieron
el problema, explica.
Hay parejas que, aunque juntan sus ingresos, comienzan también a tomar
algunas medidas para autoprotegerse. Por ejemplo, si tienen tarjetas de crédito
compartidas y cuenta corriente conjunta, se muestran el detalle de movimientos
uno a otro para asegurarse, ambos, de que no haya ningún gasto raro.
Muchos asesores financieros vreen que las parejas deberían tener tres
cuentas: una conjunta para los gastos de la casa, y dos separadas para las necesidades
personales de cada uno. Cuando hay cuenta conjunta, la mayoría de las
parejas aportan un porcentaje de los gastos de la casa equivalente a su participación
en el ingreso familiar; si ella gana US$ 40.000 anuales y él US$ 60,000,
ella pagaría 40% de los gastos conjuntos.
A veces, sin embargo, ocurre que las cuentas separadas se vuelven una complicación.
Frank Pittman, psiquiatra y autor de varios libros, cuenta de una pareja que
se dedicaba con tanto ahínco a distribuir gastos que vivían dedicados
a repartirse los centavos. “Se estaban amargando la vida y por eso les
aconsejé juntar los sueldos y tomar las decisiones en conjunto. Así
hicieron y comenzaron a vivir mejor”.
En última instancia, lo que importa no es si la cuenta es separada o
conjunta. Lo que importa es la razón que motiva la decisión en
un sentido u otro. A veces, cuentas separadas sólo significan un anhelo
de igualdad e independencia. Otras, desconfianza o intereses divergentes, probablemente
en vísperas de un divorcio. Es probable que, según la etapa de
la vida en que se encuentre un matrimonio, decida a favor de la cuenta conjunta
o de las cuentas separadas.
Las cuentas claras
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Tres reglas de oro para separar cuentas sin separar el matrimonio |
* Ponerse de acuerdo sobre cosas básicas, como no acumular deuda con las tarjetas de crédito ni gastar más de lo que se gana * Compartir los gastos comunes en forma proporcional a lo que aporta cada * Mantener privacidad está bien, mantener secretos está mal
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