Por Elizabeth Caron (*)
Además, de otros cambios fisiológicos como embarazo, lactancia y también gastamos energía en mantener las funciones del organismo como respirar, latir cardíaco, procesos digestivos además de la temperatura corporal a lo que se llama termorregulación.
Pero para que este gasto sea extra al mantenimiento diario de la temperatura corporal a 36 grados con variaciones térmicas ambientales habituales; el cambio estacional debe sentirse en el cuerpo, o sea, debemos estar expuestos al frío, tiritar o realizar actividad física al aire libre por periodos prolongados.
En este sentido, cada uno debe ubicarse según su estilo de vida y entender que, si pasamos la mayor parte del día en ambientes calefaccionados, utilizamos medios de transporte público o vamos al trabajo en auto e incluso realizamos actividad física en lugares cerrados: el requerimiento extra por termorregulación, no existe.
Claro que seguimos gastando energía en mantener la temperatura corporal, pero la termogénesis inducida por temperatura ambiente, en esta situación, no diferencia su gasto significativamente comparado a otra estación del año.
Entonces no debemos confundir la necesidad de alimentos calientes, que, si tenemos, con alimentos calóricos.
Para obtener comida caliente, debemos modificar la forma de preparación: verduras cocidas, sopas caseras, tartas, budines, salteados, siempre optando por cocción saludable como al horno, plancha, vapor o hervir sobre la fritura, bajar el consumo de grasas saturadas (origen animal: manteca, crema, leche entera y algunos aceites vegetales como el de coco) y optar por grasas saludables (monoinsaturadas o polinsaturadas) como las que se encuentran en los frutos secos, palta, salmón, aceitunas. Incluso el chocolate caliente tiene su versión con cacao 70% y leche descremada.
Hablando de excusas, ¡una manera simple de saber si las estoy utilizando es preguntarnos si en invierno seguimos consumiendo helados, sushi, sándwich de miga, bebidas azucaradas o tragos con hielo. También podemos entonces seguir con frutas, yogur y ensaladas, sin que nos generen frío. En caso de que la respuesta sea “no consumo nada frío en invierno” lo que debemos reflexionar es sobre lo que debo modificar y sería entonces la temperatura y no el contenido calórico de mis ingestas.
Como fue mencionado, el ejercicio al aire libre en clima frío, incrementa el gasto energético en termorregulación, por lo tanto, si necesitamos perder algunos kilo de peso, podemos aprovechar el invierno para salir a ejercitar (caminar, correr, bici, etc.) en exteriores, que presenta un gran beneficio a la salud, es recreativo y se puede compartir en familia. Obviamente, si es posible realizar deportes de invierno en la nieve, el gasto energético es mayor.
Cabe aclarar, que cuando me refiero a perder unos kilos de mas, hablo de casos donde ello molesta estéticamente (aunque nos encontremos en un peso saludable) y no lo estoy planteando como único tratamiento para sobrepeso y mucho menos para obesidad, que es una enfermedad multifactorial y debe ser abordada por un equipo multidisciplinario.
Para tener un estilo de vida saludable, el movimiento debe estar presente en todas las estaciones del año. Entonces, quienes no realizan actividad física, pueden optar por comenzar a caminar en esta época del año y extramuros, donde el impacto metabólico es mayor.
En conclusión: el incremento calórico en clima frío es innecesario (salvo en situaciones especiales, como atletas entre otras, donde la recomendación es consultar con un especialista)
Sí necesitamos de alimentos calientes, por ello debemos modificar la forma de preparación, sin cambiar el valor nutricional ni calórico y teniendo en cuenta que una alimentación saludable debe ser variada, incluir verduras y frutas a diario, con representación de los tres grupos de alimentos, grasas saludables, suficiente ingesta de agua y menor consumo de sal.
(*) Médica nutricionista en el centro médico Bionut @bionut_obesidad.