En pintura los impresionistas estaban a la orden del día, especialmente cuando los japoneses hacían ofertas que llevaban los precios a nuevas alturas. Después, cuando Irak invadió Kuwait en los 90, todo eso colapsó.
Georgina Adam, especialista en arte que escribe en el Financial Times de Londres, recuerda que en aquellos días ningún artista viviente podía siquiera asxpirar a cotizar bien en las grandes subastas. Ese era un mundo reservado para artistas ya desaparecidos cuyas obras – como en el caso de Van Gogh – habían debido esperar muchos años hasta ser valoradas por el gran público.
Hoy, en cambio, el arte contemporáneo no tiene que esperar tanto. El 13 de noviembre de 2013, la casa Christie’s de Londres vendió obras de arte contemporáneo por un valor total de US$691,5 millones, el más alto conseguido jamás en una subasta de arte. En ese remate la obra “Balloon Dog” del artista viviente Jeff Koon logró US$ 58,5 millones.
El 13 de mayo de este año un móvil de Alexander Calder que oscilaba por encima de las cabezas de los asistentes – “Poisson Volant” fue comprado en US$ 25,9 millones (el doble de lo que se calculaba) Xin Li, director de una empresa de desarrollo de Hong Kong quien ofertaba en nombre de clientes asiáticos.
Esa subasta logró también otros récords: una pintura de Christopher Wool se vendió en US$ 23,7 millones y un Barnett Newman en US$ 84 millones. Hasta los mismos participantes estaban no salían de su asombro.
Otro cambio que se produjo con el comienzo de este siglo fue la explosión de exposiciones de arte moderno y contemporáneo. Hay más de 220 importantes, con otras nuevas que se anuncian todo el tipo, especialmente una en Los Ángeles para 2015. Esas, además de las 100 bienales que suelen ser también en parte acontecimientos de venta, expandieron el mercado y ofrecen seductoras experiencias de estilo de vida.
La influencia de nuevos compradores de economías emergentes, especialmente de China, Rusia, Qatar y emiratos Árabes Unidos, cambiaron drásticamente el paisaje tradicional de la colección de arte, anteriormente dominada por Estados Unidos y Europa. Un nuevo ejército de intermediarios, llamados “asesores de arte” ayudan a los coleccionistas a negociar en el mundo del arte, aportando el necesario “acceso” que significa obtener el permiso para comprar las obras de los artistas más solicitados.