Cómo vive la familia del administrador de edificio

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Es difícil, por ejemplo, el oficio de ser la esposa de un administrador de consorcios. Estresante oficio si los hay, el administrador convive con pedidos, reclamos y demandas de los vecinos, todos los días y en cualquier horario. Su familia, también.

¿Cómo impacta en la dinámica familiar el estrés al que está sometido un administrador de consorcios? Mariel Kernes brinda algunos consejos para quienes conviven con personas que no tienen horarios de trabajo definidos.

 

Administrador de Consorcios: dícese de una persona cuyo trabajo reside en escuchar y contener a los vecinos, solucionar problemas y administrar los gastos de una propiedad horizontal (o varias). No parecería ser una tarea imposible pero hay un detalle: es un trabajo sin descanso.

 

Para los administradores resulta complicado terminar el día laboral: con el auge de las comunicaciones, el celular ya no se usa para urgencias sino para manifestar, en cualquier momento, todo tipo de comentarios sobre el edificio y los vecinos, muchos de los cuales no requieren de una respuesta inmediata por parte del administrador y a veces ni siquiera tiene poder de intervención por ser conflictos entre privados.

 

A cualquier hora del día y en cualquier momento, no importa si es demasiado temprano o tarde o si es día laborable o de descanso, el administrador está expuesto a una profesión de alto estrés.

 

Esta dinámica laboral impacta no sólo en los protagonistas sino también en su entorno familiar que convive a diario con la interrupcion de sus actividades. 

 

En su caso y tras años de escuchar las historias de su marido en la sobremesa, Mariel Kernes hizo catársis a través del libro “Anécdotas de un Administrador de Consorcios”, edición en la que recopiló algunas de las historias que le fue compartiendo Sergio y otras tantas que ella misma escuchó del otro lado del teléfono.

 

Si bien ella está casada con un administrador, los consejos de Kernes también son útiles para quienes conviven con otros profesionales cuya tarea implica un contacto directo y permanente con clientes, pacientes o proveedores.

Kernes aconseja, para que el trabajo no sea un motivo de conflicto y la convivencia familiar sea armónica, adoptar estas costumbres:

  • Estipular horarios y actividades que no pueden interrumpirse, por ejemplo la cena o el almuerzo de los fines de semana. Esto no quiere decir que no se atienda el teléfono pero en caso que se pueda posponer aclararle al vecino que se lo contactará luego. El mismo criterio debería aplicarse para los mensajes de whatsapp y mails.
  • No brindar el teléfono fijo de la casa y centralizar los llamados en una sola línea para poder identificar fácilmente lo personal de lo laboral.
  • Paciencia: si bien no todas las situaciones son urgentes, algunas veces sí ameritan el llamado y eso no puede saberse a priori de atender el llamado o ver el mensaje.
  • Contención: muchas veces las esposas se transforman en la descarga que estas personas necesitan para liberar las tensiones que generan algunas situaciones.
  • Humor: ser optimista y, cuando la situación lo permita, divertirse con las historias que comparte la pareja. Como el ejemplo empieza con uno mismo, Kernes se lanzó a su primera experiencia en escritura y volcó lo más destacado en “Anécdotas de un Administrador de Consorcios”.

 

La tecnología es un gran aliado para el trabajo pero también hay que saber ponerle límites para que los problemas consorciales no se trasladen a la convivencia familiar.

 

 

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