Por Guadalupe Naveyra (*)
Su condición inflamatoria explica su asociación con otras enfermedades como diabetes, enfermedades cardiovasculares y trastornos osteoarticulares, entre otros. La obesidad y su relación con enfermedades. metabólicas está condicionada por la genética, la alimentación, la actividad física e influenciada en forma directa con la microbiota intestinal.
La microbiota es el conjunto de microorganismos vivos que se alojan en el cuerpo.
Nuestro intestino alberga millones de bacterias de múltiples especies diferentes, que participan de procesos como la nutrición, inmunidad, desarrollo y metabolismo. La relación simbiótica puede presentar beneficios para las dos partes. Se alimentan de la fibra de nuestra alimentación, la fermentan en ácidos grasos de cadena corta (AGCC) con múltiples efectos positivos para la salud (fuente de energía, protección de enfermedades metabólicas y efecto anti-inflamatorio y activación del sistema inmune). También sintetizan las vitaminas B y K, producen hormonas y neurotransmisores.
Durante los últimos años, se ha avanzado mediante técnicas de secuenciación del genoma, en la identificación y clasificación de la composición de la microbiota, iniciando una verdadera revolución en su conocimiento, y su estrecho impacto en la salud y la enfermedad física y mental.
La microbiota es distinta en cada individuo; son muchos los factores que determinan su formación. Durante los primeros años de vida se destacan: Factores intrauterinos, estado metabólico de la madre, tipo de parto, edad gestacional, factores genéticos, ambientales, familiares, alimentarios, lactancia materna y uso de antibióticos.
Durante la vida adulta esta conformación no es estática, va variando y está influenciada por el lugar donde se vive, la alimentación, los hábitos individuales, uso de fármacos, estrés, entre otros.
Tanto en los niños como en los adultos, la alimentación es un determinante en la composición microbiana, por lo cual puede verse modificada para lograr un estado saludable y revertir el impacto negativo que tiene una microbiota alterada o disbiótica y poco diversa en nuestro organismo.
En los países desarrollados y en vías de desarrollo se observa una creciente pérdida de diversidad de la microbiota con incremento de enfermedades metabólicas con inflamación crónica de bajo grado, como la obesidad.
¿Cuidar nuestra microbiota?
El abordaje de la obesidad consiste en instaurar cambios en el estilo de vida en forma sostenida en el tiempo. Una flora más diversa es más saludable, para ello es necesario una alimentación variada.
Fomentar alimentación rica en fibras, priorizando el consumo de frutas y verduras con variedad y color (5 porciones diarias entre fruta y verdura). La fibra dietética posee funciones antioxidantes protectoras sobre el intestino; una mayor ingesta de fibra está relacionada con un menor peso corporal.
Los alimentos prebióticos y probióticos, mejoran la microbiota. Llamamos prebióticos a los sustratos utilizados selectivamente por microorganismos del huésped para producir un efecto beneficioso. Principalmente observamos a los oligosacáridos, que resisten la digestión en el intestino y llegan al colon, donde son fermentados por la microbiota intestinal. Los alimentos prebióticos incluyen a las legumbres, copos de avena, espárragos, ajo, puerro, cebolla y frutos secos (nueces).
Los probióticos, son organismos vivos que, en cantidades adecuadas, ejercen efectos beneficiosos para la salud. Aún son necesarios más estudios de investigación para valorar los efectos beneficiosos de los mismos en el tratamiento de la obesidad.
Disminuir la ingesta de proteínas de origen animal y alimentos ultra-procesados (con el agregado de sal, azúcares y grasas).
Atención también al consumo excesivo de alcohol y consumo de tabaco que modifica en forma negativa a la microbiota.
Es importante tener una alimentación variada y equilibrada para mejorar nuestra salud física y mental, y por supuesto que no nos falte la fibra.
(*) especialista en nutrición y obesidad (MN130112) Instagram: @bionut_obesidad