domingo, 22 de diciembre de 2024

Cenizas que “hablan”

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A dos años de la erupción, las cenizas del volcán islandés arrojan resultados que servirán para prevenir consecuencias futuras de este tipo de fenómenos.

<p>Aun así, conviene seguir la evolución de todas las partículas para facilitar la información a los gestores de este tipo de crisis. En esta línea trabajaron los miembros de la red AERONET (AErosol RObotic NETwork) de la NASA, de la que forman parte diversas estaciones de seguimiento hispano-portuguesas (integradas en RIMA) equipadas con fotómetros solares automáticos. Estos instrumentos se enfocan hacia el Sol y recogen datos cada hora sobre el espesor óptico de los aerosoles y su distribución.</p>
<p>La gran cantidad de observaciones de la erupción del Eyjafjallajökull –tomadas desde aviones, satélites o desde tierra– sirvieron además para que los científicos validaran sus modelos de predicción y de dispersión de partículas.</p>
<p>Los potentes equipos del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) también aprovecharon la ocasión para validar un modelo desarrollado en este centro: el Fall3d. “Se trata de un modelo que se puede aplicar a la dispersión de cualquier tipo de partícula, pero en la práctica está especialmente adaptado para las de origen volcánico, como las cenizas”, comenta Arnau Folch, uno de los autores.</p>
<p>Este modelo lo utilizan los vulcanólogos y meteorólogos para reproducir eventos pasados y, sobre todo, para realizar predicciones. En concreto predice la carga de aerosoles en el suelo y su concentración en el aire, por lo que resulta “de especial interés” para la aviación civil. El objetivo final es realizar este tipo de predicciones precisas para estar preparados en la próxima erupción volcánica. <br />
Extractado de Tendencias 21 </p>

<p>En mayo de 2010 la nube de cenizas del volc&aacute;n island&eacute;s Eyjafjallaj&ouml;kull, paraliz&oacute; los aeropuertos europeos. Los cient&iacute;ficos analizaron el fen&oacute;menos con sat&eacute;lites, detectores l&aacute;ser, fot&oacute;metros solares y otros instrumentos. Al cabo de dos a&ntilde;os presentan los resultados y modelos que ayudar&aacute;n en el futuro. <br />
<br />
El volc&aacute;n entr&oacute; en erupci&oacute;n el 20 de marzo de 2010 pero hasta el 14 de abril no se form&oacute; la nube de cenizas que motiv&oacute; el cierre del espacio a&eacute;reo. Vinieron luego d&iacute;as de calma pero la actividad de reanud&oacute; en mayo con vientos que transportaron las part&iacute;culas por todo el cielo de Europa. Los cient&iacute;ficos aprovecharon para seguir de cerca el fen&oacute;meno.</p>
<p>&ldquo;El enorme impacto econ&oacute;mico que tuvo este evento demuestra la necesidad de describir con precisi&oacute;n c&oacute;mo se dispersa un penacho volc&aacute;nico por la atm&oacute;sfera, as&iacute; como la importancia de caracterizar en detalle las part&iacute;culas y establecer sus l&iacute;mites de concentraci&oacute;n para asegurar la navegaci&oacute;n a&eacute;rea&rdquo;, explica Arantxa Revuelta, investigadora del Centro de Investigaciones Energ&eacute;ticas, Medioambientales y Tecnol&oacute;gicas (CIEMAT).</p>
<p>Este equipo identific&oacute; la nube volc&aacute;nica a su paso por Madrid gracias a la tecnolog&iacute;a LIDAR (Light Detection And Ranging), el sistema m&aacute;s efectivo para evaluar las concentraciones de aerosoles en altura. La estaci&oacute;n del CIEMAT es una de las 27 de la red europea EARLINET (European Aerosol Research Lidar Network) que utiliza este instrumento. Sus miembros tambi&eacute;n han publicado un art&iacute;culo sobre el tema y en abierto en la revista Atmospheric Chemistry and Physics.</p>
<p>Con la tecnolog&iacute;a LIDAR los cient&iacute;ficos dirigen un rayo l&aacute;ser hacia el cielo &ndash;como una espada de La guerra de las galaxias&ndash; y la se&ntilde;al que reflejan las part&iacute;culas informa sobre sus propiedades f&iacute;sico-qu&iacute;micas. As&iacute; estimaron un valor m&aacute;ximo de aerosoles de unos 77 microgramos/m3, una concentraci&oacute;n muy por debajo de los valores de riesgo establecidos para la navegaci&oacute;n a&eacute;rea (2 miligramos/m3).</p>
<p>Adem&aacute;s, se dispararon los niveles de part&iacute;culas ricas en sulfatos, aunque finas (con di&aacute;metro inferior a 1 micra), mucho m&aacute;s peque&ntilde;as que las de tama&ntilde;os superiores a 20 micras localizadas en pa&iacute;ses centroeuropeos.</p>
<p>Estas part&iacute;culas m&aacute;s gruesas son las que generalmente se conocen como &lsquo;cenizas&rsquo; y las que realmente perjudican a los motores de los aviones. El material fino, como el detectado en la Pen&iacute;nsula, es similar al habitual en zonas urbanas e industriales, que se estudia m&aacute;s por sus efectos nocivos sobre la salud que por su impacto en la navegaci&oacute;n a&eacute;rea.</p>
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