<p>Aun así, conviene seguir la evolución de todas las partículas para facilitar la información a los gestores de este tipo de crisis. En esta línea trabajaron los miembros de la red AERONET (AErosol RObotic NETwork) de la NASA, de la que forman parte diversas estaciones de seguimiento hispano-portuguesas (integradas en RIMA) equipadas con fotómetros solares automáticos. Estos instrumentos se enfocan hacia el Sol y recogen datos cada hora sobre el espesor óptico de los aerosoles y su distribución.</p>
<p>La gran cantidad de observaciones de la erupción del Eyjafjallajökull –tomadas desde aviones, satélites o desde tierra– sirvieron además para que los científicos validaran sus modelos de predicción y de dispersión de partículas.</p>
<p>Los potentes equipos del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) también aprovecharon la ocasión para validar un modelo desarrollado en este centro: el Fall3d. “Se trata de un modelo que se puede aplicar a la dispersión de cualquier tipo de partícula, pero en la práctica está especialmente adaptado para las de origen volcánico, como las cenizas”, comenta Arnau Folch, uno de los autores.</p>
<p>Este modelo lo utilizan los vulcanólogos y meteorólogos para reproducir eventos pasados y, sobre todo, para realizar predicciones. En concreto predice la carga de aerosoles en el suelo y su concentración en el aire, por lo que resulta “de especial interés” para la aviación civil. El objetivo final es realizar este tipo de predicciones precisas para estar preparados en la próxima erupción volcánica. <br />
Extractado de Tendencias 21 </p>
<p>En mayo de 2010 la nube de cenizas del volcán islandés Eyjafjallajökull, paralizó los aeropuertos europeos. Los científicos analizaron el fenómenos con satélites, detectores láser, fotómetros solares y otros instrumentos. Al cabo de dos años presentan los resultados y modelos que ayudarán en el futuro. <br />
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El volcán entró en erupción el 20 de marzo de 2010 pero hasta el 14 de abril no se formó la nube de cenizas que motivó el cierre del espacio aéreo. Vinieron luego días de calma pero la actividad de reanudó en mayo con vientos que transportaron las partículas por todo el cielo de Europa. Los científicos aprovecharon para seguir de cerca el fenómeno.</p>
<p>“El enorme impacto económico que tuvo este evento demuestra la necesidad de describir con precisión cómo se dispersa un penacho volcánico por la atmósfera, así como la importancia de caracterizar en detalle las partículas y establecer sus límites de concentración para asegurar la navegación aérea”, explica Arantxa Revuelta, investigadora del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).</p>
<p>Este equipo identificó la nube volcánica a su paso por Madrid gracias a la tecnología LIDAR (Light Detection And Ranging), el sistema más efectivo para evaluar las concentraciones de aerosoles en altura. La estación del CIEMAT es una de las 27 de la red europea EARLINET (European Aerosol Research Lidar Network) que utiliza este instrumento. Sus miembros también han publicado un artículo sobre el tema y en abierto en la revista Atmospheric Chemistry and Physics.</p>
<p>Con la tecnología LIDAR los científicos dirigen un rayo láser hacia el cielo –como una espada de La guerra de las galaxias– y la señal que reflejan las partículas informa sobre sus propiedades físico-químicas. Así estimaron un valor máximo de aerosoles de unos 77 microgramos/m3, una concentración muy por debajo de los valores de riesgo establecidos para la navegación aérea (2 miligramos/m3).</p>
<p>Además, se dispararon los niveles de partículas ricas en sulfatos, aunque finas (con diámetro inferior a 1 micra), mucho más pequeñas que las de tamaños superiores a 20 micras localizadas en países centroeuropeos.</p>
<p>Estas partículas más gruesas son las que generalmente se conocen como ‘cenizas’ y las que realmente perjudican a los motores de los aviones. El material fino, como el detectado en la Península, es similar al habitual en zonas urbanas e industriales, que se estudia más por sus efectos nocivos sobre la salud que por su impacto en la navegación aérea.</p>
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