A través del fondo inversor Elevation Partners, que controla junto con cinco socios, el carismático rockero tiene una porción importante de la publicación. “Forbes” es, en realidad, el apellido del inmigrante escocés que lo fundara en 1917. La crisis puntocom de 2002/1 casi la borra, pues se había convertido –junto con “Business week”- en tenaz apóstol de la “nueva economía”.
No es fácil para Hewson/Bono ofrecer explicaciones creíbles, aunque ya todos sabían que era un millonario. Gracias, claro, al éxito de U2, una banda de los años 90 que muchos expertos en rock veían como decadente en los últimos años.
Sin duda, “Forbes” no parece una inversión coherente con la imagen del cantante. La revista ha sido campeona del “turbocapitalismo” y exégeta de “los más ricos entre los ricos”. En verdad, Bono figura –por sus ingresos- cuarto en la lista de magnates publicada en julio por “Forbes”.
No obstante, hace pocos meses el conservador “Time” lo nombraba “personaje del año”, junto con William y Melinda Gates, por su actividad filantrópica en África. Pero Hewson es un hombre múltiple. Frecuentador de Davos, un foro que ya no es el de antes, conoció ahí a Warren Buffett, quien le aconsejó crear un fondo. Resulta irónico que este multimillonario haya transferido hace poco casi toda su fortuna personal (y la de su difunta esposa) a la fundación de Gates.
Ahora bien ¿llegará Bono a modificar la línea editorial de la revista? Ésta vuelve a atravesar tiempos difíciles en manos de los hijos de Malcolm, nieto a su vez de Bertram Forbes. Malcolm, que tomó el control en 1964 y no lo dejó hasta su muerte (1990), adoraba a Elizabeth Taylor y las motos Harley-Davidson. Llegó a tener una isla en Oceanía, un castillo en Francia y un palacio en Tánger.
La revista, conducida por Steve Forbes y sus hermanos, logró capear el temporal de 2000/1. Pero, entretanto, Steve quemaba US$ 67 millones tratando de obtener la candidatura republicana en las elecciones de 2000. Para su desgracia y la de Estados Unidos, le ganó George W.Bush. Los aprietos financieros lo obligaron a vender hasta su preciosa colección de huevos Fabergé, perteneciente otrora al tsar Alejandro III.
En 2005, las tres principales revistas económicas norteamericanas –Fortune, Forbes, Business week- obtuvieron en bloque casi 10.000 páginas de avisos. En 2000, ese volumen había sido 18.000. En cuanto a “Forbes”, la búsqueda de un socio insumió años, hasta que apareció Bono Vox. Por el momento, nadie se anima a hacer apuestas sobre este curioso matrimonio y su futuro editorial. “Es como si Madonna hubiese adquirido ‘L’osservatore romano’ o algo así”, comentaba un diario francés.
A través del fondo inversor Elevation Partners, que controla junto con cinco socios, el carismático rockero tiene una porción importante de la publicación. “Forbes” es, en realidad, el apellido del inmigrante escocés que lo fundara en 1917. La crisis puntocom de 2002/1 casi la borra, pues se había convertido –junto con “Business week”- en tenaz apóstol de la “nueva economía”.
No es fácil para Hewson/Bono ofrecer explicaciones creíbles, aunque ya todos sabían que era un millonario. Gracias, claro, al éxito de U2, una banda de los años 90 que muchos expertos en rock veían como decadente en los últimos años.
Sin duda, “Forbes” no parece una inversión coherente con la imagen del cantante. La revista ha sido campeona del “turbocapitalismo” y exégeta de “los más ricos entre los ricos”. En verdad, Bono figura –por sus ingresos- cuarto en la lista de magnates publicada en julio por “Forbes”.
No obstante, hace pocos meses el conservador “Time” lo nombraba “personaje del año”, junto con William y Melinda Gates, por su actividad filantrópica en África. Pero Hewson es un hombre múltiple. Frecuentador de Davos, un foro que ya no es el de antes, conoció ahí a Warren Buffett, quien le aconsejó crear un fondo. Resulta irónico que este multimillonario haya transferido hace poco casi toda su fortuna personal (y la de su difunta esposa) a la fundación de Gates.
Ahora bien ¿llegará Bono a modificar la línea editorial de la revista? Ésta vuelve a atravesar tiempos difíciles en manos de los hijos de Malcolm, nieto a su vez de Bertram Forbes. Malcolm, que tomó el control en 1964 y no lo dejó hasta su muerte (1990), adoraba a Elizabeth Taylor y las motos Harley-Davidson. Llegó a tener una isla en Oceanía, un castillo en Francia y un palacio en Tánger.
La revista, conducida por Steve Forbes y sus hermanos, logró capear el temporal de 2000/1. Pero, entretanto, Steve quemaba US$ 67 millones tratando de obtener la candidatura republicana en las elecciones de 2000. Para su desgracia y la de Estados Unidos, le ganó George W.Bush. Los aprietos financieros lo obligaron a vender hasta su preciosa colección de huevos Fabergé, perteneciente otrora al tsar Alejandro III.
En 2005, las tres principales revistas económicas norteamericanas –Fortune, Forbes, Business week- obtuvieron en bloque casi 10.000 páginas de avisos. En 2000, ese volumen había sido 18.000. En cuanto a “Forbes”, la búsqueda de un socio insumió años, hasta que apareció Bono Vox. Por el momento, nadie se anima a hacer apuestas sobre este curioso matrimonio y su futuro editorial. “Es como si Madonna hubiese adquirido ‘L’osservatore romano’ o algo así”, comentaba un diario francés.