La ola de fanatismo estalló por Internet. El primer caso lo protagonizó
Paul Courtright, especialista en religiones comparadas. “A la horca con ese
hijo de puta”, rezaban miles de correos electrónicos, meses atrás.
¿Su pecado mortal? Pues dar conferencias universitarias sobre los diversos
mitos sobre el diluvio universal y sus orígenes; entre ellos, grandes maremotos
como el reciente en el océano Índico.
Poco después, aparecieron ataques aún más violentos contra
Wendy Doniger, célebre experta en sánscrito y palí, lenguas
indoeuropeas empleadas en textos brahmánicos y budistas. Profesora en
la universidad de Chicago, le tiraron huevos en una exposición académica
sobre el Ramayama, vasto poema heroico, fundamental en religión y literatura
hindúes.
Lo curioso del segundo caso es que Doniger, ya muy criticada por predicadores
evangélicos (entre ellos, Karl Rove, entonxes jefe de la campaña
relectoral de George W.Bush), fuera también atacada por activista de
Hindutva, un grupo hinduista fanático, pero en Londres.
Esta curiosa mezcla de ataques contra intelectuales norteamericanos, por parte
de fanáticos tanto cristianos como judíos ultraconservadores (irritados
por el “culto a Siegmund Freud”, pero no ante fondos buitres manejado
por correligionarios suyos), musulmanes e hindúes. Hasta ahora, sólo
budistas, católicos ortodoxos y –curiosamente- romanos parecen no
haber sido contagiados por la marea de intolerancia iniciada en Estados Unidos,
que ahora alcanza Europa occidental.
Sociólogos norteamericanos, británicos y franceses creen que
este virus se incubó, hace varios años, entre predicadores
electrónicos -algunos de catadura moral tan turbia como la de Jerry Falwell-
que rechazan las teorías científica sobre la explosión
primigenia (“big bang”). Pero, en realidad, esta escuela deriva de
una que data del siglo XIX: la negación de Charles Darwin y el evolucionismo
en nombre de una lectura literal (y superficial) de los dos mitos creacionistas
que aparecen en el viejo testamento.
Los aspectos racistas de ese pensamiento eran comunes inicialmente a mormones,
testigos de Jehová, bautistas sureños y el mosaico que constituye
el cristianismo evangélico (salvo pentecostales, neopentecostales y otras
sectas sin substancia teológica). También cierto apego por los
mitos apocalípticos que llenan el libro de Daniel y su réplica
cristiana, la revelación de Juan.
Las agresiones señaladas abrieron una etapa cuyo lado cristiano continúa
cifrado en las “franjas bíblicas” de EE.UU., mientras el lado
judío no sale de congregaciones en el noreste, Florida y California.
Ambos grupos no ven con buenos ojos a católicos, negros ni, mucho menos,
liberales (en el sentido anglosajón del término). También
rechazan a teólogos moderados y personajes históricos como Charles
Darwin, Siegmund Freud, Albert Einstein, etc.
Al mismo tiempo, tanto evangélicos como judíos ultraortodoxos,
extremistas islámicos e hinduistas son profundamente antifeministas.
Algunos de esos activistas comienzan a ejercer amenazadora influencia, aun en
Internet. Tras la polémica desatada en torno de Doniger, Microsoft ha
retirado la entrada “hinduismo” en su enciclopedia Encarta, parte
del servicio que ofrece su nuevo buscador. Era una sección encomendada
a Doniger. La intelectual, por otra parte, afronta otra andanada de ataques
por su nuevo ensayo, “The woman who pretended to be who she was” (la
mujer que pretendía ser quien era).
La ola de fanatismo estalló por Internet. El primer caso lo protagonizó
Paul Courtright, especialista en religiones comparadas. “A la horca con ese
hijo de puta”, rezaban miles de correos electrónicos, meses atrás.
¿Su pecado mortal? Pues dar conferencias universitarias sobre los diversos
mitos sobre el diluvio universal y sus orígenes; entre ellos, grandes maremotos
como el reciente en el océano Índico.
Poco después, aparecieron ataques aún más violentos contra
Wendy Doniger, célebre experta en sánscrito y palí, lenguas
indoeuropeas empleadas en textos brahmánicos y budistas. Profesora en
la universidad de Chicago, le tiraron huevos en una exposición académica
sobre el Ramayama, vasto poema heroico, fundamental en religión y literatura
hindúes.
Lo curioso del segundo caso es que Doniger, ya muy criticada por predicadores
evangélicos (entre ellos, Karl Rove, entonxes jefe de la campaña
relectoral de George W.Bush), fuera también atacada por activista de
Hindutva, un grupo hinduista fanático, pero en Londres.
Esta curiosa mezcla de ataques contra intelectuales norteamericanos, por parte
de fanáticos tanto cristianos como judíos ultraconservadores (irritados
por el “culto a Siegmund Freud”, pero no ante fondos buitres manejado
por correligionarios suyos), musulmanes e hindúes. Hasta ahora, sólo
budistas, católicos ortodoxos y –curiosamente- romanos parecen no
haber sido contagiados por la marea de intolerancia iniciada en Estados Unidos,
que ahora alcanza Europa occidental.
Sociólogos norteamericanos, británicos y franceses creen que
este virus se incubó, hace varios años, entre predicadores
electrónicos -algunos de catadura moral tan turbia como la de Jerry Falwell-
que rechazan las teorías científica sobre la explosión
primigenia (“big bang”). Pero, en realidad, esta escuela deriva de
una que data del siglo XIX: la negación de Charles Darwin y el evolucionismo
en nombre de una lectura literal (y superficial) de los dos mitos creacionistas
que aparecen en el viejo testamento.
Los aspectos racistas de ese pensamiento eran comunes inicialmente a mormones,
testigos de Jehová, bautistas sureños y el mosaico que constituye
el cristianismo evangélico (salvo pentecostales, neopentecostales y otras
sectas sin substancia teológica). También cierto apego por los
mitos apocalípticos que llenan el libro de Daniel y su réplica
cristiana, la revelación de Juan.
Las agresiones señaladas abrieron una etapa cuyo lado cristiano continúa
cifrado en las “franjas bíblicas” de EE.UU., mientras el lado
judío no sale de congregaciones en el noreste, Florida y California.
Ambos grupos no ven con buenos ojos a católicos, negros ni, mucho menos,
liberales (en el sentido anglosajón del término). También
rechazan a teólogos moderados y personajes históricos como Charles
Darwin, Siegmund Freud, Albert Einstein, etc.
Al mismo tiempo, tanto evangélicos como judíos ultraortodoxos,
extremistas islámicos e hinduistas son profundamente antifeministas.
Algunos de esos activistas comienzan a ejercer amenazadora influencia, aun en
Internet. Tras la polémica desatada en torno de Doniger, Microsoft ha
retirado la entrada “hinduismo” en su enciclopedia Encarta, parte
del servicio que ofrece su nuevo buscador. Era una sección encomendada
a Doniger. La intelectual, por otra parte, afronta otra andanada de ataques
por su nuevo ensayo, “The woman who pretended to be who she was” (la
mujer que pretendía ser quien era).