Ambiente, población y costumbres
¿Hay demasiada gente sobre la tierra? Casi nadie se hace esta pregunta, en parte porque trae a la mente imágenes sobre la posibilidad de que los gobiernos se entrometan en la decisión más privada y profunda que puede hacer una pareja. En el peor de los escenarios, las autoridades podrían imponer políticas discriminatorias que limitarían los nacimientos basándose en criterios de raza, origen étnico, antecedentes culturales, religión o género.
29 enero, 2009
La población del mundo es hoy de alrededor de 6.800 millones de personas, cuatro veces más que hace cien años. Aunque las tasas de natalidad son menores que en los 60 o 70, el mundo suma de 75 a 80 millones de personas por año y se calcula que llegará a los 9 millones para mediados de la centuria. Según algunos expertos en población, demasiada gente. <br />
<br />
Si este crecimiento se puede sostener o no, garantizando simultáneamente un nivel decente de vida para todos es un tema por demás controvertido. Algunos, entre los que se incluyen Paul Ehrlich (autor de “<em>The Population Bomb</em>”, 1968) y Alan Weisman (autor del actual <em>best seller</em> “<em>The World Without Us</em>”, argumentan que aun la población actual es demasiado grande para mantenerse sin dañar el medio ambiente y crear un planeta inhóspito.<br />
<br />
¿Cuánto tendría que reducirse la población para ser sostenible? “No creo que lo sepa nadie,” dice Weisman. “Lo único que sé es que cuanto menos, mejor. ” El libro de Weisman imagina un mundo en el cual los humanos se han extinguido y sugiere que así, la naturaleza se podría recuperar con relativa rapidez de la carga agobiante que le imponen sus miles de millones de habitantes humanos. <br />
<br />
Los demógrafos calculan que si de pronto cada familia en la tierra se limitara a un solo hijo, para 2150 la población mundial sería de 1.600 millones, exactamente lo que era al principio del siglo XX. Èl no dice que ése sea el número perfecto de humanos. Pero “se crearía mucho más lugar para que vivan otros organismos y un ecosistema mucho más sano para todos nosotros,” dice.<br />
<br />
<strong>Lo más grave es el estilo de vida<br />
<br />
</strong>Ehrlich y Weisman coinciden con críticos que dicen que la población no es el único problema. Son los estilos de vida en países desarrollados en América del Norte y Europa que consumen muchos recursos. Todos los que viven en un país industrializado depositan una carga mucho más pesada al ambiente que quienes viven en Asia o Africa. Aunque las familias son más reducidas, el número de hogares no se ha reducido apreciablemente.<br />
<br />
“Esto no es una crisis de población,” dice Matthew Connelly, profesor de historia en la Universidad de Columbia de Nueva York y autor de “<em>Fatal Misconception: The Struggle to Control world Popularion</em>”. “La crisis somos nosotros, los patrones de consumo de los pueblos más ricos del mundo. Eso es lo que se vuelve insostenible. El problema al tratar de controlar poblaciones “es que no sabemos cómo hacerlo. No tenemos una buena teoría para explicar – mucho menos predecir – por qué la gente tiene hijos y por qué tienen tantos como tienen”. <br />
<br />
La estricta política china de un hijo por familia instalada hace 30 años redujo notablemente el crecimiento poblacional. Pero también creó un enorme desequilibrio de género porque las familias prefirieron tener varones. <br />
<br />
Los que anuncian que al mundo le aguarda una calamidad si no se reduce la población están mirando al pasado y tratando de proyectarlo hacia el futuro, dice Ted Nordhaus, ambientalista y autor junto a Michael Shellenberger de “<em>Breakthrough: From the Death of Environmentalism to the Politics of Possibility</em>.”<br />
“Suponen que la tecnología y los recursos son estáticos,” dice, y que los descubrimientos que podrían mejorar dramáticamente las condiciones de vida no se van a encontrar. <br />
<br />
“El mayor antídoto para el crecimiento de la población es prosperidad y desarrollo,” dice Nordhaus. “Cuando la gente consigue prosperidad, la tasa de natalidad decae. Es un desafío de desarrollo económico, no un desafío de población.”<br />
<br />
Pero eso no significa que nos sentemos y no hagamos nada. “No podemos adoptar una postura de <em>laissez-faire</em> ante esto. No podemos suponer que el progreso ocurrirá tan rápido como queramos. Hay todo tipo de cosas que debemos hacer para invertir en mejoramiento de la productividad,” <br />
<br />
Excluyendo los límites gubernamentales sobre tamaño familiar, tanto defensores como opositores del control poblacional coinciden en que hay muchas otras cosas por hacer que podrían conducir a un menor crecimiento de la población. Entre las más importantes figuran mejor educación y oportunidades económicas y acceso a métodos anticonceptivos y asesoramiento médico para mujeres en países en desarrollo con altas tasas de natalidad.