domingo, 24 de noviembre de 2024

La nueva estrategia industrial

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La feroz competencia que se desató durante la década de los años ´80 hizo que las empresas productoras de bienes recurrieran a distintas estrategias para mejorar sus posibilidades en el mercado. Así, adoptaron programas diversos como el de calidad total (TQM, según siglas inglesas), “manufactura de justo-a-tiempo”, reingeniería, trabajo en equipos, “benchmarking” y otros.

Aunque algunos de estos esfuerzos dieron buenos resultados, la mayor&iacute;a -seg&uacute;n las investigaciones m&aacute;s recientes- no logr&oacute; conseguir el &quot;nivel mundial&quot; que tanto se buscaba. Ni siquiera est&aacute;n totalmente satisfechas algunas de las empresas japonesas que m&aacute;s lograron mejorar la competitividad y ahora comienzan a reconsiderar sus posiciones. Hay frustraci&oacute;n, confusi&oacute;n y un acalorado debate sobre si las dificultades con estos esfuerzos son producto de una mala conducci&oacute;n o de defectos inherentes a los mismos programas. <br /><br /> El debate tiene una orientaci&oacute;n equivocada. El problema no est&aacute; en los programas ni en la manera en que se implementan. El problema es que &quot;mejorar&quot; la industria -adoptando, por ejemplo, &quot;justo-a-tiempo&quot;, TQM, o alguna de las otras variantes- no es una estrategia para lograr ventaja competitiva. Tampoco lo es aspirar a ser una actividad &quot;magra&quot; (&quot;<em>lean manufacturing</em>&quot;), al mejoramiento continuo o a un nivel de primera l&iacute;nea mundial. <br /><br /> En la actualidad una empresa necesita, m&aacute;s que nunca, definir qu&eacute; tipo de ventaja competitiva est&aacute; buscando en el mercado, luego decidir de qu&eacute; manera -o sea, con qu&eacute; estrategia- puede lograr esa ventaja. Pero depositar todas las expectativas en la implementaci&oacute;n de uno u otro enfoque de &quot;mejor pr&aacute;ctica&quot; significa impl&iacute;citamente abandonar el concepto central de un &eacute;xito gen&eacute;rico en competitividad. &iquest;C&oacute;mo puede una empresa aspirar a lograr cualquier tipo de ventaja competitiva si su &uacute;nico objetivo es ser &quot;tan buena como&quot; su rival m&aacute;s dif&iacute;cil? <br /><br /> Robert H. Hayes y Gary P. Pisano, ambos profesores en Administraci&oacute;n de Empresas de la Harvard Business School, en otra edici&oacute;n de su libro titulado <em>The Machine that Changed the World</em> (Nueva York, MacMillan) proponen una explicaci&oacute;n para los problemas que muchas empresas han experimentado con sus programas de mejoramiento. El nudo de la cuesti&oacute;n, dicen, es que la mayor&iacute;a de las empresas se concentran en la &quot;forma&quot; y no en la &quot;sustancia&quot; de sus activos organizacionales. Al concentrarse m&aacute;s en la forma, muchos directivos adoptan los programas mencionados como soluciones a problemas espec&iacute;ficos, pero no como simples caminos que conducen a lo que buscan. <br /> <br /> <strong>Un modelo centenario </strong><br /> <br /> Hasta 1980 en Estados Unidos imper&oacute; el modelo de producci&oacute;n industrial inventado 100 a&ntilde;os atr&aacute;s: producci&oacute;n para mercados masivos, dise&ntilde;os estandarizados y alto volumen de producci&oacute;n usando partes intercambiables. Modificado y elaborado por los principios de gerenciamiento cient&iacute;fico que promulgaran Frederick Taylor, Isaac Singer, Andrew Carnegie y Henry Ford, este nuevo paradigma ayud&oacute; a Estados Unidos a convertirse en una usina industrial hacia la d&eacute;cada de 1920. <br /><br /> Seg&uacute;n ese modelo, varias ideas eran aceptadas como dogmas: <br /><br /> 1. que el trabajo se realizaba m&aacute;s eficientemente cuando se lo divid&iacute;a y asignaba a especialistas; <br /> 2. que los gerentes y los miembros m&aacute;s expertos del personal deb&iacute;an ocuparse de las ideas, mientras los trabajadores se dedicaban a la acci&oacute;n; <br /> 3. que cada proceso se caracterizaba por una cierta cantidad de variaci&oacute;n, de lo que se derivaba una irreducible tasa de defectos; <br /> 4. que la comunicaci&oacute;n deb&iacute;a ser altamente controlada y que deb&iacute;a efectuarse respetando la cadena jer&aacute;rquica de mando. <br /> <br />En 1969 Wickham Skinner cuestion&oacute; algunos de estos postulados afirmando que hab&iacute;a una mejor manera de fabricar productos. Dec&iacute;a que las empresas se distinguen unas de otras por tener diferentes puntos fuertes y debilidades, y que pueden usar sus puntos fuertes (que casi nunca son los mismos) para diferenciarse de sus competidores. <br /><br /> Adem&aacute;s, los diferentes sistemas de producci&oacute;n y el compuesto que resulta de las decisiones que se toman en ciertas &aacute;reas clave tienen diferentes caracter&iacute;sticas operativas. Por lo tanto, en lugar de adoptar un sistema de producci&oacute;n estandarizado, la tarea que debe realizar la empresa es configurar un sistema de producci&oacute;n que, mediante un sistema de elecciones interrelacionadas e internamente coherentes, refleje las prioridades impl&iacute;citas en su situaci&oacute;n competitiva. <br /> Para Skinner, entonces, la estrategia de manufactura deb&iacute;a estar basada en la noci&oacute;n de adecuaci&oacute;n estrat&eacute;gica: la forma en que una empresa decid&iacute;a fabricar sus productos deb&iacute;a reflejar su posici&oacute;n competitiva y su estrategia. De ah&iacute; el concepto de <em>&quot;focused factory&quot;</em>, o f&aacute;brica concentrada en un objetivo. <br /><br /> A pesar del surgimiento de un mundo totalmente diferente para la competencia industrial, este esquema b&aacute;sico demostr&oacute; ser asombrosamente robusto. Muchas de las pr&aacute;cticas que se utilizan actualmente tienen su base en el modelo propuesto por Skinner. <br /><br /> Pronto se hizo evidente que ese esquema era incompleto. No explicaba, por ejemplo, por qu&eacute; los fabricantes de artefactos el&eacute;ctricos para el hogar pod&iacute;an elegir, por ejemplo, procesos de producci&oacute;n y estrategias competitivas similares pero uno pod&iacute;a tener mucho m&aacute;s &eacute;xito que el otro. <br /><br /> Las empresas japonesas comenzaron a fines de los '70 a tomar por asalto los mercados mundiales en varios rubros. Su arma secreta result&oacute; ser simple virtuosidad en la fabricaci&oacute;n. Casi todas ofrec&iacute;an mercanc&iacute;as similares a las que produc&iacute;an las empresas occidentales, y tambi&eacute;n las comercializaban en forma similar. <br /><br /> Lo que hac&iacute;a atractivos esos productos no era solamente su costos, sino tambi&eacute;n el bajo &iacute;ndice de defectos, su confiabilidad y su durabilidad. Al principio pareci&oacute; que la superioridad en la fabricaci&oacute;n japonesa pod&iacute;a ser atribuida a los preceptos tradicionales de fabricaci&oacute;n. Pero luego se comprob&oacute; que los japoneses aplicaban t&eacute;cnicas similares a las occidentales, s&oacute;lo que con obsesi&oacute;n por la eficiencia y la calidad. Tambi&eacute;n ten&iacute;an f&aacute;bricas &quot;<em>focused</em>&quot;, tambi&eacute;n aplicaban la manufactura repetitiva, tambi&eacute;n la producci&oacute;n &quot;justo-a-tiempo&quot;. <br /> <br /> <strong><br /></strong>

<strong>Velocidad y flexibilidad </strong><br />
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Las empresas japonesas aparentemente hab&iacute;an encontrado una estrategia de fabricaci&oacute;n muy superior al sistema Taylor, que se caracterizaba por dar m&aacute;s prioridad a velocidad y flexibilidad que a costo y volumen. Seg&uacute;n este enfoque, al personal hab&iacute;a que entrenarlo en generalidades m&aacute;s que en especializaci&oacute;n. Los defectos son inaceptables. La comunicaci&oacute;n debe darse informal y horizontalmente entre los trabajadores de l&iacute;nea m&aacute;s que a trav&eacute;s de la jerarqu&iacute;a establecida. <br />
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Seg&uacute;n el m&eacute;todo japon&eacute;s, velocidad y flexibilidad deben reemplazar a costo y jerarqu&iacute;a. Claro que, aqu&iacute; tambi&eacute;n, ellos han elegido &quot;una manera mejor&quot; de competir. La cuesti&oacute;n, entonces, es: &iquest;qu&eacute; papel queda para la estrategia industrial? &iquest;Qu&eacute; sentido tiene preocuparse si uno deber&iacute;a poner el &eacute;nfasis en el costo o la flexibilidad cuando nuestros competidores han adoptado estrategias de manufactura que les permiten ganarnos en ambos? <br />
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En el ambiente relativamente estable de los '60 y los '70 el nombre del juego en estrategia era encontrar una posici&oacute;n atractiva en el negocio (ofrecer el menor costo o la mejor calidad) y construir una fortaleza competitiva a su alrededor. Una buena estrategia de manufactura era la que defend&iacute;a la posici&oacute;n de la compa&ntilde;&iacute;a a trav&eacute;s de un limitado conjunto de capacidades. Pero cuando cambiaban los t&eacute;rminos de la competencia -por ejemplo, de bajo costo a alta calidad, a flexibilidad, a innovaci&oacute;n- las empresas descubr&iacute;an que tanto su estrategia para fabricar como su estrategia para competir quedaban r&aacute;pidamente obsoletas. <br />
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Ni el enfoque tradicional ni el paradigma de la fabricaci&oacute;n liviana prestan mucha atenci&oacute;n a la necesidad de aumentar la flexibilidad estrat&eacute;gica de una organizaci&oacute;n. <br />
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La estrategia de manufactura ya no puede confinarse a elecciones de corto plazo entre prioridades en conflicto como costo, calidad y flexibilidad. Tampoco los directivos pueden limitarse a elegir cu&aacute;l es la t&eacute;cnica de moda que m&aacute;s les gusta o a qu&eacute; empresa imitar. El &eacute;xito de largo plazo exige que una empresa busque continuamente nuevas formas de diferenciarse de sus competidores. <br />
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Las empresas que son capaces de transformar sus organizaciones en fuentes de ventajas competitivas son las que pueden adicionar varios programas de mejoras al objetivo amplio de seleccionar y desarrollar capacidades operativas &uacute;nicas. &iquest;C&oacute;mo puede una empresa crear una estrategia con estas caracter&iacute;sticas? <br />
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Primero, debe comenzar convenci&eacute;ndose de que la &uacute;nica manera en que la manufactura agrega valor a una empresa es permiti&eacute;ndole hacer ciertas cosas mejor que sus competidores. Qu&eacute; cosas son &eacute;sas y de qu&eacute; manera son mejores es algo que var&iacute;a seg&uacute;n la compa&ntilde;&iacute;a, y tambi&eacute;n var&iacute;a para la misma compa&ntilde;&iacute;a en distintos momentos de su evoluci&oacute;n. <br />
Toda empresa es superada en alg&uacute;n momento, y en alguna &aacute;rea, por sus competidores, pero en el largo plazo debe identificar una o dos &aacute;reas -por ejemplo, flexibilidad e innovaci&oacute;n- en las que tratar&aacute; de estar al frente casi todo el tiempo. <br />
Obviamente, estas capacidades deber&iacute;an ser las que el cliente valora. Deber&iacute;an ser, adem&aacute;s, las que m&aacute;s le cueste imitar a la competencia. Los clientes pueden valorar el precio bajo, pero lograr precio bajo y&eacute;ndose a otro pa&iacute;s no brinda una ventaja sostenible porque los competidores pueden hacer lo mismo. Los competidores tambi&eacute;n pueden comprar la licencia de una nueva tecnolog&iacute;a o contratar a los que participaron en su desarrollo. Las grandes estrategias de manufactura se construyen sobre habilidades y capacidades, no invirtiendo en inmuebles, equipos o personal. <br />
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En el mundo actual, donde nada es predecible y surgen competidores desconocidos desde direcciones insospechadas en el peor momento, una empresa debe pensarse como una colecci&oacute;n de capacidades en evoluci&oacute;n, y no como una colecci&oacute;n de productos y negocios. Son las capacidades las que brindan la flexibilidad necesaria para embarcarse en nuevas direcciones. La estrategia de una empresa debe brindar el marco de referencia para guiar la selecci&oacute;n, desarrollo y explotaci&oacute;n de estas capacidades.

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